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Con apenas un 52% de participación, las elecciones en Santa Fe dejaron un escenario de tercios entre el peronismo, el oficialismo provincial y los libertarios, que avanzan en varias localidades.
Una nueva baja en la participación de votantes y resultados que son festejados como triunfos por los principales partidos políticos. Las elecciones de concejales, intendentes y presidentes comunales de Santa Fe acusaron el desinterés de casi la mitad de la población de la provincia y registraron como datos significativos el triunfo del peronismo en Rosario, el del oficialismo que responde al gobernador Maximiliano Pullaro en la mayoría de las ciudades y localidades y el surgimiento de La Libertad Avanza como una fuerza capaz de disputar el poder.
Juan Monteverde, al frente de Más para Santa Fe, se impuso en las elecciones de concejales para Rosario con más de 113 mil votos, el 30,58% de los sufragios. Juan Pedro Aleart (La Libertad Avanza) quedó segundo con 107 mil votos, el 28,81%, menos de lo que esperaban los libertarios, y Carolina Labayru (Unidos), tercera con 95 mil, el 25,63%, más de las previsiones para el oficialismo. Pero quizá el dato elocuente fue que en la ciudad más importante de la provincia votó apenas el 48% de los ciudadanos habilitados para los comicios, según la información de la Secretaría Electoral. En las elecciones de abril pasado el porcentaje de votantes había sido del 53%.
“En Rosario se produjo una elección de tercios, con una salvedad: si bien los candidatos de La Libertad Avanza y Unidos tuvieron propuestas distintas, no se ve tan claro un avance del peronismo –analiza el politólogo Sergio Morresi–. Es una elección rara donde todos están contentos. El frente de Monteverde ganó por dos puntos, no hubo un batacazo. No obstante, su triunfo va a cambiar el encuadre del peronismo en toda la provincia de cara a octubre, cuando habrá elecciones de legisladores nacionales.”
“Esto es un triple empate”, dijo el gobernador Pullaro sobre las elecciones de Rosario minutos después de las 19, en una conferencia de prensa en la que exhibió un mapa de Santa Fe que ilustraba el triunfo de Unidos en la provincia: “Sobre 304 localidades computadas, 247 las ganó Unidos, 42 Más Santa Fe y 4 La Libertad Avanza; faltan datos de otras 60. Y sobre las 19 intendencias en disputa, Unidos ganó 17 y el peronismo, 2”.
Pullaro pudo sentir como propia la remontada de Labayru después de las PASO de abril, donde la candidata había quedado relegada a una tercera posición lejana de Aleart y Monteverde. El gobernador se hizo cargo de la campaña, mientras el intendente Pablo Javkin pasó a un segundo plano.
En la provincia de Santa Fe la participación electoral fue del 52%, casi cinco puntos menos que el 13 de abril, cuando se realizaron las PASO y la elección de constituyentes para la reforma de la Constitución provincial. Pullaro dijo que en 146 localidades donde se impuso Unidos estaba definido el presidente comunal y en una el intendente, por falta de oposición, “con lo cual hubo menos participación porque los resultados ya se descontaban”. No obstante, “nos llama a la reflexión que la gente esté votando mucho menos en 42 años de democracia: esto nos tiene que interpelar a quienes gobernamos y a quienes representamos a partidos políticos”, agregó el gobernador.
En las elecciones de concejales en la ciudad de Santa Fe también se produjo una elección de tercios, aunque Unidos aumentó su caudal y obtuvo 45.819 votos, el 32,70%, Más para Santa Fe recibió 34.960 votos, el 24,95% y La Libertad Avanza 32.729, el 23,36%. El frente oficialista también triunfó en Venado Tuerto y el peronismo se impuso en Rafaela y en Reconquista.
La Libertad Avanza ganó ampliamente en Villa Constitución, donde duplicó la cantidad de votos del peronismo y obtuvo otro triunfo significativo en Casilda. También se impuso en la elección de presidente comunal en la localidad de Melincué, con la particularidad de que el candidato libertario, Silvio Garbolino, fue detenido el jueves pasado y permanece preso a la espera de ser indagado por defraudación en su carácter de gerente de una mutual con sede en la localidad de San Gregorio.
“La Libertad Avanza hizo muy buena elección. Además de ganar en dos ciudades importantes, perdió bien en Rosario, en Santa Fe y en Rafaela, donde quedó segunda. Hay que tener en cuenta que si bien los candidatos asumieron el discurso mileísta hasta la última semana no hubo de parte del Estado nacional un despliegue muy concentrado sobre la provincia. Claramente la elección marca un avance”, observa Sergio Morresi, investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional del Litoral.
La baja participación electoral “expresa una nueva normalidad”, según Morresi. Las elecciones de Santa Fe confirmarían un proceso de larga duración: “Básicamente se trata de una tendencia que se verifica desde hace tiempo, que se hace cada vez más pronunciada y tiene que ver con una desafección: las personas no sienten que un cambio en la política implique un cambio en su vida cotidiana, al menos para el tipo de cargos que se votaron, que no son ejecutivos”.
Morresi relativiza la alarma ante la abstención: “La gente no se siente representada por la oferta y no participa porque decide que algunas elecciones cambian menos su vida que otras. La recarga de elecciones en el año también conspira. La desafección es normal, comprensible. Cuando la ciudadanía sienta que se eligen otros cargos seguramente no habrá tan baja participación”.
El triunfo de Monteverde en Rosario, al frente de la coalición entre el sector mayoritario del justicialismo y el partido Ciudad Futura, es celebrado como un anticipo de la disputa por la intendencia que tendrá lugar en 2027 y cobra mayor significación en una ciudad tradicionalmente reactiva al peronismo. Pullaro festeja el resultado como “un espaldarazo” a su gestión “al triunfar en más del 80 % de los distritos”, aun con una disminución sensible del número de votos que lo ungió gobernador en 2023. La Libertad Avanza no pudo imponerse en Rosario pero engrosó su número de concejales en la ciudad a expensas de Unidos, sumó votantes en las ciudades principales y en pequeñas localidades y ahora es un tercero en discordia. El mapa político de Santa Fe se reconfiguró este domingo con pronóstico incierto sobre su evolución.
OA/JJD
La hermana del presidente felicitó a su equipo y no hizo referencia a la baja participación electoral ni a los otros candidatos. Bullrich le restó peso a la elección.
La secretaria general de la Presidencia y titular de La Libertad Avanza (LLA), Karina Milei, celebró el desempeño electoral de ese partido en los comicios municipales de Santa Fe, al destacar que la fuerza libertaria pasó de “0 a 34 concejales” en el distrito.
“Pasamos de 0 a 34 concejales en toda la provincia de Santa Fe. Gracias a los santafesinos por su apoyo. Les quiero volver a asegurar que, como nos pidió Javier Milei, vamos a llevar la antorcha de la libertad a cada lugar de discusión política, para romper con el status quo y cambiar nuestro país para siempre”, expresó Karina Milei desde sus redes sociales.
Y felicitó a la diputada nacional libertaria Romina Diez y “a todo el equipo de LLA Avanza en la provincia” por el desempeño del espacio.
La hermana del presidente –con quien se había presentado por la tarde en un programa de mascotas , donde llevaron a sus perros Conan y Thor – en la noche no hizo referencia a la baja participación electoral en los comicios ni hizo referencia a los candidatos de las otras fuerzas.
Por su parte, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, le restó peso a la contienda y dijo que “son elecciones muy locales, difíciles, para fuerzas nuevas como La Libertad Avanza”. Frente al periodista Luis Majul en el canal de noticias LN+, sostuvo que al candidato libertario Juan Pedro Aleart lo votaron 20 mil personas más que en la elección anterior y a su contrincante por el espacio peronista, Juan Monteverde, solo 2 mil más. Enfatizó ese dato y se refirió a las PASO como un problema más para el votante.
En Rosario, el primer candidato a concejal del peronista Más para Santa Fe, Juan Monteverde, se impuso en las elecciones legislativas municipales con el 30,57 por ciento de los votos, seguido por el postulante Juan Pedro Aleart, de La Libertad Avanza (LLA), con el 28,79 por ciento, mientras Carolina Labayru, de Unidos, el frente del gobernador radical Maximino Pullaro, se ubicó tercera con 25,64 por ciento.
En la capital provincial, en tanto, María del Carmen Luengo, de Unidos, obtuvo el primer lugar con el 32,73%, seguida por Pedro Medei, de Más para Santa Fe, con el 24,97 por ciento, y Andrea Cantiani, de LLA, con el 23,33 por ciento.
MP
El oficialismo provincial dejó muy atrás al Frente Amplio Formoseño y a La Libertad Avanza, que no lograron superar juntos el 31%.
Ni la emergencia social ni el desgaste nacional del peronismo frenaron el avance arrollador del Partido Justicialista en Formosa. En las elecciones legislativas y para convencionales constituyentes celebradas este domingo, el espacio que lidera el gobernador Gildo Insfrán se imponía con una ventaja abrumadora: alcanzaba el 68,40% de los votos para diputados provinciales y el 68,12% para convencionales.
El PJ llevó como cabezas de lista para la Legislatura a Rodrigo Vera y Agustín Samaniego, dos nombres clave en el esquema político oficialista. Para la Convención Constituyente, la primera en la lista fue María Graciela de la Rosa, referente histórica del peronismo formoseño.
La oposición quedó muy relegada. El Frente Amplio Formoseño, integrado por la UCR, el PRO, el MID, Nuevo País y otros sellos menores, reunió el 20,74% de los votos en la contienda legislativa y el 12,35% en la de convencionales. Su boleta estuvo encabezada por Agustina Villaggi para diputada y Francisco Paoltroni para convencional, actual senador nacional.
Por su parte, La Libertad Avanza apenas superó el 10% para diputados y el 6,90% para convencionales, lo que representa un retroceso respecto a los resultados de 2023. El partido libertario postuló a Esteban Gabriel López Tozzi para legislador y a Atilio Basualdo y Emilio Grippaldi como convencionales.
La magnitud de la victoria peronista no sólo reafirma el control de la Legislatura, sino que garantiza una posición dominante en la reforma constitucional que se avecina. La elección de convencionales constituyentes fue clave: determinará qué cambios podrá hacer el oficialismo en la carta magna provincial.
La jornada electoral confirmó que, pese a los sismos políticos nacionales, el esquema de poder de Insfrán se mantiene intacto y con capacidad de renovarse a través de nuevos cuadros políticos.
JJD, con información de NA.
El mayor banco de EE.UU. recomendó a los inversores "dar un paso atrás" con bonos argentinos. Sus razones: el tipo de cambio, la salida de dólares y el "ruido" electoral.
Si bien dijo tener una posición “constructiva” para la Argentina en el mediano plazo y destacó la baja de la inflación, el banco internacional JP Morgan recomendó recortar, al menos hasta las elecciones, la exposición inversora en la deuda en pesos del país.
“Preferimos reducir el riesgo por ahora”, dijo el JP Morgan, el mismo banco que calcula el riesgo país. No obstante, el informe destacó los avances del gobierno de Javier Milei en cuanto a reformas económicas.
JP Morgan destacó que en la Argentina “el proceso de desinflación ha sido sólido, con la inflación de mayo rompiendo decisivamente el umbral del 2%”.
Además, ponderó la flexibilización de los controles de capital y dijo que eso “eliminó algunos riesgos clave del programa de estabilización”.
Además, la entidad elogió “el esfuerzo fiscal firme, con un superávit fiscal primario acumulado en el año del 0,8% del PBI”.
A pesar de estos elogios, el banco consideró prudente aconsejar a los inversores ajustar la estrategia ante factores de corto plazo, en alusión a las elecciones legislativas del 26 de octubre próximo.
“Con la situación estacionalmente positiva por terminar y las elecciones en el horizonte, preferimos tomar ganancias y esperar mejores niveles de entrada para volver a posicionarnos en el mercado local de bonos en pesos”, dijeron los analistas del JP Morgan.
MP con información de NA
Víctimas que tienen nombre y voz. Crueldad e inmundicia en el discurso de Milei. Políticos que juegan al distraído y jueces que delimitan qué se puede opinar.
Goher Rahbour, médico cirujano del West Sufolk Hospital de Londres, acaba de terminar una estadía en el Hospital Nasser de Jan Yunis, uno de los pocos que quedan en pie en la Franja de Gaza. Como decenas de colegas británicos y estadounidenses que vivieron una experiencia similar, Rahbour narró un pasaje por el infierno. Cada dos o tres días llegaban oleadas de víctimas de alguna masacre y no había recursos mínimos para atenderlas. Una constante ha sido la inusitada cantidad de niños con disparos en la cabeza y en el pecho. Sin nada que hacer, sólo quedaba pedirles a quien los acompañaban que los tomaran fuerte de la mano.
El oncólogo Rahbour narró otro costado del cuadro. Muchos pacientes gazatíes con cáncer llevan veinte meses sin ningún tipo de tratamiento. Y otro aspecto omnipresente: el hambre. En el último mes, 5.482 niños gazatíes pasaron por el hospital con síntomas de desnutrición severa, según la agencia de Coordinación de Ayuda Humanitaria de Naciones Unidas.
De todo ese horror, Rahbour rememoró un caso que lo conmovió particularmente. Un adolescente de quince años recibió una metralla que le atravesó la médula espinal y lo dejó parapléjico. Quedó, además, en absoluta soledad, porque toda su familia había sido asesinada. Contó Rahbour, citado por el periodista Nir Hasson en el diario israelí Haaretz: “Él vivió durante quince años en Gaza. Sabe lo que le espera, sabe qué significa para un chico de quince años aguardar una silla de ruedas en Gaza. Sin familia, sin fisioterapia, todas esas cosas que nosotros damos por garantizadas... Dio vueltas por el hospital y nos dijo: ¿Puedo morir, por favor?”.
El Ministerio de Salud de Gaza viene difundiendo un listado con número de documento y fecha de nacimiento de las víctimas mortales en la Franja desde el 7 de octubre de 2023, día del ataque terrorista de Hamás en el sur de Israel, que dejó 1.100 víctimas fatales en una sola mañana, acaso la mayor matanza de judíos desde el Holocausto.
'Él vivió durante quince años en Gaza. Sabe lo que le espera, sabe qué significa para un chico de quince años aguardar una silla de ruedas en Gaza. Sin familia, sin fisioterapia... Dio vueltas por el hospital y nos dijo: ¿Puedo morir, por favor?'
El informe del ministerio gazatí del lunes pasado (381 páginas) enumeró 55.202 muertes, 17.121 niños.
Tienen nombre. Mahmud al-Maranakh fue asesinado el día en que nació, como otros siete bebés. Cuatro tuvieron la oportunidad de vivir un día, y otros cinco, dos.
Dado que el Ministerio de Salud de Gaza depende de Hamás, la organización integrista que perpetró cientos de atentados en el pasado, el Gobierno de Israel considera la difusión de la cifra como una maniobra de propaganda. Eso, de a ratos, porque estamentos del Estado israelí, instituciones internacionales y académicos de muchas universidades validan números que se acercan e incluso superan lo informado por la autoridad gazatí.
Hace ya un año, cuando la cifra oficial de muertes se acercaba a 38.000, la revista The Lancet, de máxima autoridad en materia científica, publicó un estudio de tres investigadores (canadiense, británico y estadounidense) que, según “un cálculo conservador”, considerando la magnitud de la destrucción de Gaza y la falta de atención a los heridos, la cifra real de muertes se elevaría a 186.000 con el correr de los meses. El investigador de la británica Universidad de Holloway Michael Spagat, especializado en mortalidad en guerras como las de Irak, Siria y Kosovo, condujo un estudio que incluyó entrevistas a 2.000 familias en Gaza. La revista Nature publicó datos del trabajo el viernes: la cantidad real de muertos es superior a 84.000, y el balance se agravará con los desnutridos y los heridos.
La novedad de las últimas semanas fueron las matanzas perpetradas en los cuatro centros de distribución de comida que el Gobierno de Benjamín Netanyahu entregó a la Fundación Humanitaria de Gaza, dirigida por un evangélico estadounidense, partidario de Donald Trump. Desde que fueron desplazadas las agencias de Naciones Unidas que cumplían esa tarea, los muertos en esas circunstancias suman más de 550, según el ministerio gazatí.
La realidad de lo que el fallecido Francisco, fiscales internacionales y organizaciones de derechos humanos de todo el mundo —incluido Israel— denominaron “genocidio” o “limpieza étnica” no conmueve el debate público argentino.
Aunque hay pequeñas organizaciones como Judíes por Palestina y Llamamiento Argentino Judío, en el país no tienen lugar las acciones que lleva a cabo la vívida sociedad civil judía de Nueva York, que organiza concurridas manifestaciones en el centro de la ciudad o firma solicitadas rubricadas por cientos de rabinos, intelectuales y artistas, exigiendo al Ejecutivo israelí que no actúe en su nombre. Como resulta obvio, una cosa es el Gobierno de Israel y otra su sociedad, la religión y la cultura judía, pese a la confusión premeditada en que incurren tanto los antisemitas como círculos políticos que ven un faro en la deriva ultraderechista en el país asiático.
A veces, el conflicto de Medio Oriente asoma en forma de anécdota, como días atrás, cuando los diputados Damián Arabia (PRO-Bullrich) y Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica) creyeron oportuno dejarse invitar para celebrar el desfile del orgullo gay en Tel Aviv. En pleno trámite festivo sobre la diversidad y la tolerancia, y a pocos kilómetros de las poblaciones de Gaza convertidas en escombros, se desató el pronosticado intercambio de misiles entre ciudades iraníes e israelíes, por lo que la dupla debió privarse del desfile y dejar Tel Aviv en cuanto pudo. La causa dará oportunidad de sumar nuevas millas.
Como resulta obvio, una cosa es el Gobierno de Israel y otra su sociedad, la religión y la cultura, pese a la confusión premeditada en que incurren tanto los antisemitas como círculos políticos que ven un faro en la deriva ultraderechista en el país asiático
Ningún otro gobernante del mundo es un aliado tan enfático de la ofensiva israelí como Javier Milei. El ultra dice estar en tránsito a la religión judía y ello lo lleva —en su particular psiquis— a una extravagante adhesión a Israel. Es tal el desvarío de un seguimiento autómata de lo que decida Tel Aviv, que hasta el PRO de Mauricio Macri se animó a cuestionarlo por no priorizar los “intereses nacionales”.
Llegar al Muro de los Lamentos, en Jerusalén, puede dar lugar a la emoción, por lo que significa en términos religiosos, turísticos y culturales. Sin embargo, entre las miles de personas que pasan por esa explanada cada día, cuesta encontrar a algún feligrés poseído por semejante congoja como la expuesta por Milei el par de veces que se dio una vuelta por allí. Fuera de sí, el autodenominado topo, autodenominado cruel, autodenominado psicopateador y autodenominado vaca mala se aprisiona como quien quiere fundirse a la roca, hasta que algún rabino lo rescata.
Necesitado de salir del aislamiento internacional que supone una orden de arresto por crímenes de lesa humanidad emitida por la Corte Penal Internacional, Netanyahu sabe retribuir la sobreactuación del argentino con tuits, premios y premiecitos.
En su curioso recorrido, Milei construye enemigos a los que califica como “excrementos”, “ratas” y “parásitos”.
Micaela Cuesta y Lucía Wegelin, doctoras en Ciencias Sociales e investigadoras de la Universidad de San Martín, publicaron Prejuicio y Política. Para una crítica sociológica del autoritarismo contemporáneo (UNSAM, 2024). En el capítulo “Anatomía del prejuicio”, que recorre los componentes constitutivos del discurso nazi, incluyen el siguiente párrafo:
“El disfrute de la inmundicia se asocia, señala Adorno, con el disfrute de la crueldad, pues esta estratagema se asocia a la del ‘cosquilleo de la médula espinal’, que consiste en hacer creer que las atrocidades reveladas por los agitadores (ndr: Hitler), y perpetuadas por los comunistas, les sucederá a sus seguidores. Los agitadores, coinciden los distintos autores, no prometen. Antes bien, amenazan”.
Por fuera de la ferviente adhesión mileísta a la postura oficial de Israel y alguna foto de ocasión de dirigentes del ex Juntos por el Cambio y el peronismo que pugnan por la liberación de unos cincuenta rehenes (treinta estarían sin vida) que siguen en manos de Hamás y omiten por completo las 55.000 muertes de palestinos, las referencias a Medio Oriente son contadas en el arco político argentino. Muy notoriamente, las “nuevas melodías” de Axel Kicillof también se demoran en este asunto.
Desde una perspectiva crítica, se destacaron todos los cancilleres de los gobiernos de Néstor Kirchner, Cristina y Alberto Fernández, más Susana Malcorra, primera ministra de Exteriores de Macri, que reclamaron en nota conjunta apego a la postura histórica de Argentina, que pide negociaciones en paz con la premisa del respeto a los derechos humanos y a los dos Estados. En soledad entre los peronistas de a pie, Juan Grabois se expresó en varias oportunidades contra los “crímenes de guerra del Estado de Israel en Gaza”. En sus antípodas y para sorpresa de nadie, Guillermo Moreno alaba a Netanyahu y a Trump.
El Frente de Izquierda y los Trabajadores y otros partidos de izquierda sostienen la única denuncia consistente contra la masacre en Gaza, sin que alguno de sus dirigentes deje de incurrir en consignas hirientes y poco reflexivas. En el contexto argentino, esa posición se ubica en el margen izquierdo del espectro, aunque forma parte del núcleo de la centroizquierda en Chile, Brasil, Uruguay y Europa.
La respuesta a la posición de dirigentes trotskistas, a veces expresada en forma chocante ante derechos básicos del pueblo israelí, no es política, sino judicial.
El jueves, en la sala I de la Cámara en lo Penal, Correccional y de Faltas de Capital Federal, se llevó a cabo una audiencia por la acusación de antisemitismo presentada por la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) contra Alejandro Bodart, excandidato a presidente y exlegislador porteño por el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST).
El caso se originó en tres tuits de Bodart, de mayo de 2022, en los que el dirigente trotskista escribió “sionista=nazi”, criticó al “Estado racista y genocida de Israel…, por una Palestina laica y democrática, del río al mar” (una forma de referir en Medio Oriente al no reconocimiento del Estado de Israel o, en su sentido inverso, de Palestina), y aclaró “siempre condenamos la persecución antijudía y toda opresión étnica. Por eso defendemos al pueblo palestino. Basta de acusar de antisemitas a quienes somos antisionistas”.
El sionismo, cabe recordar, es un movimiento nacido en el siglo XIX que se propone la creación de un Estado judío en el Monte de Sion (Jerusalén), aspiración que se coronó en 1948, cuando, al cabo de la guerra árabe-israelí, fueron desplazados cientos de miles de palestinos. Como es evidente, no todos los judíos son sionistas, ni todos los sionistas adhieren al expansionismo de sus gobiernos, ni todos los habitantes de Israel son judíos.
La expresión “sionista=nazi” resulta política y moralmente inaceptable si se tiene en cuenta que muchos judíos-sionistas son descendientes de víctimas del Holocausto. Otra cuestión es que ello se transforme en una vía de persecución penal ante una opinión, por más desagradable que resulte.
Si toda expresión inflamada termina en una causa penal, dos tercios de la dirigencia política argentina debería pasar por tribunales, empezando por el más agraviante de todos. O, con motivo mucho más fundado, el ex vicepresidente de DAIA Sergio Pikholtz, quien calificó como blanco legítimo a todos los palestinos mayores de cuatro años. Por qué no Patricia Bullrich, que vincula a los mapuches a los “terroristas”; Milei, que apunta a los “zurdos de mierda”, o Miguel Ángel Pichetto, que niega la mera existencia de esa identidad indígena y desprecia a la inmigración de países limítrofes.
Ni qué hablar de quienes endilgan las acciones de Hamás a todos los habitantes de Gaza y a quienes denuncian la acción del Ejército de Israel, como ocurre decenas de veces por semana en el ameno menú televisivo y radial de Argentina. La estigmatización del Islam y el mundo árabe campea a sus anchas en las últimas décadas.
El expediente contra Bodart fue y vino entre primera instancia y apelaciones, con un sobreseimiento, que fue apelado; una absolución en juicio oral, y una condena con fallo dividido en Casación. Como no hubo doble conforme, la defensa de Bodart apeló ante la Cámara compuesta por Marcelo Vázquez, Elizabeth Marum y Luisa Escrich, que podría decidir en las próximas semanas.
La denuncia contra el dirigente del MST tiene una causa espejo en el fuero federal contra la diputada nacional Vanina Biasi (Partido Obrero), también accionada por la DAIA.
En una hipérbole de la que seguramente no se enorgullecerá, el juez Daniel Rafecas, con trayectoria sólida en el juzgamiento del terrorismo de Estado en argentina, llega a afirmar que las expresiones de Biasi son más graves porque se dan en un país que sufrió dos atentados terroristas. Como si una crítica dura al Gobierno de Netanyahu o un cuestionamiento a la existencia del Estado de Israel pudiera asociarse a la voladura de la mutual judía AMIA y la Embajada de Tel Aviv en Buenos Aires.
Esa forma de invalidar una postura política debatible se basa sobre el estratagema de estirar como elástico el concepto de antisemitismo, con el fin de persecución, muy a tono con la época.
Promover el estado palestino “desde el río hasta el mar” supone la negación del derecho a la existencia del Estado de Israel, conformado tras el Holocausto, lo que supone un fundamento válido. La polémica, desde ya, no termina. Ocurre que “la tierra ancestral” tenía otros habitantes allí asentados durante generaciones, que vivieron su nakba (catástrofe) al ser expulsados de sus hogares.
Incluso si no se reconociera la excepcionalidad del Holocausto, negar la existencia de Israel elude la pregunta sobre el destino de sus diez millones de habitantes actuales. Pero lo que está en juego no es la pertinencia, sensatez o humanidad de una consigna de un dirigente trotskista, sino la libertad de expresión. Si sus majestades los jueces, plenos de privilegios, aplican un lápiz rojo sobre lo que se puede decir, con doble vara evidente, la democracia se deteriora todavía más.
Es probable que el tuit de Bodart se haya excedido al sugerir la inexistencia de Israel. Otros opinarán lo contrario, pero no todo son palabras. Hay hechos.
Un territorio, Gaza, donde viven dos millones de personas, privadas de derechos elementales por décadas, dejó de existir como lugar habitable, producto de las bombardeos incesantes durante un año y medio. Un joven, arrasado, condenado a un calvario de por vida, pide a los médicos que lo dejen morir, por favor.
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