Puerta De Palo

Código Postal 5770

Noticias de San Luis

Aunque subió en julio, la confianza en el gobierno de Milei sigue estancada y por debajo del promedio macrista

Aunque subió en julio, la confianza en el gobierno de Milei sigue estancada y por debajo del promedio macrista

La mejora del índice se debió al rebote en algunos componentes puntuales, pero la evaluación general del oficialismo volvió a caer y la estabilidad se mantiene en un nivel bajo.

No siempre que algo crece quiere decir que mejora. La cuestión es mirar no tanto la foto sino la película. En julio, el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) que elabora mensualmente la Universidad Torcuato Di Tella mostró un repunte del 4,9% respecto del mes anterior, pero ese dato no alcanza para revertir el diagnóstico más amplio: la confianza en el Gobierno de Javier Milei sigue estancada en un nivel bajo y sin señales claras de recuperación sostenida. El índice se ubicó en 2,45 puntos sobre un máximo de 5, apenas por encima del registro de junio (2,34) y en el mismo nivel que en mayo, lo que marca una oscilación mínima y una consolidación de la meseta.

La variación interanual fue del 3,3%, y el índice se ubicó 9,6% por encima del mismo mes en 2017 (gestión de Mauricio Macri) y 44,3% por encima de julio de 2021 (bajo el mandato de Alberto Fernández). Pero si se toma el promedio acumulado durante los 19 meses de gestión libertaria, el resultado vuelve a dejar en evidencia los límites del actual oficialismo: la media es de 2,50 puntos, por debajo del promedio que acumulaba Macri al mismo tiempo de su mandato (2,59), aunque por encima del de Fernández (2,18).

La recuperación de julio no fue homogénea. El crecimiento del índice se explicó por mejoras en cuatro de los cinco componentes: la Preocupación por el interés general dio un salto del 17,5% (2,11 puntos), y también subieron la Honestidad de los funcionarios (5,2%, 2,82 puntos), la Capacidad para resolver los problemas del país (3,6%, 2,88 puntos) y la Eficiencia en la administración del gasto público (3,0%, 2,42 puntos). Pero el componente clave del índice, la Evaluación general del Gobierno, volvió a caer: bajó un 2,4% y se ubicó en 2,04 puntos. La sociedad, en suma, valora algunos atributos específicos pero mantiene una mirada crítica sobre el rumbo general.

Si se observa la evolución desde diciembre de 2024, cuando el ICG comenzó una curva descendente, se confirma que el Gobierno no logra romper el techo de confianza que se consolidó en torno a los 2,40 puntos. En mayo hubo un rebote, en junio una caída y en julio una suba marginal que no alcanza a mostrar una tendencia clara. El “rebote técnico” de este mes parece responder más a oscilaciones estadísticas que a un cambio real en la percepción social.

Una de las principales críticas que enfrentó el Gobierno de Javier Milei fue la desconexión entre el discurso de eficiencia estatal y los efectos concretos de su política económica sobre la vida cotidiana. Aunque parte de la población valoró la supuesta honestidad y determinación del oficialismo, la percepción general siguió siendo que el Gobierno no logró resolver los problemas estructurales del país, como la inflación, el deterioro del salario real o el aumento de la pobreza. A eso se sumó un estilo de gestión confrontativo, que no mostró capacidad de articulación con otros sectores políticos ni sensibilidad frente a demandas sociales urgentes.

Otra señal de malestar sostenido fue la falta de preocupación por el interés general que muchos ciudadanos aún percibieron. Aunque ese componente del índice subió en julio, siguió siendo el más bajo de los cinco medidos, lo que sugirió que una parte importante de la sociedad no vio en el oficialismo un proyecto colectivo sino más bien una agenda ideológica cerrada. La caída en la evaluación general del Gobierno, a pesar de ciertas mejoras puntuales, indicó que el relato de la “casta contra el pueblo” perdió fuerza cuando no hubo resultados concretos que respaldaran la narrativa libertaria.

Quiénes confían más (y quiénes menos)

En términos sociodemográficos, el patrón de confianza se mantiene estable. Los hombres confiaron más que las mujeres (2,64 contra 2,25), aunque en el caso de ellas la suba fue mayor (6,1% contra 3,1%). El grupo etario más afín al Gobierno sigue siendo el de los jóvenes de 18 a 29 años, con un índice de 2,79 puntos. Le siguen los mayores de 50 (2,53 puntos) y, en último lugar, las personas de entre 30 y 49 años (2,26 puntos), un segmento que se mantiene reacio a la narrativa oficial.

Por zona geográfica, el interior del país volvió a mostrar el mayor nivel de confianza (2,58 puntos), aunque la sorpresa vino desde la Ciudad de Buenos Aires: el ICG subió allí un 16,7%, hasta alcanzar los 2,45 puntos. En el Gran Buenos Aires, en cambio, la mejora fue más modesta (2,19 puntos, +3,8%).

El nivel educativo también mostró diferencias significativas. Quienes alcanzaron estudios terciarios o universitarios fueron los más confiados (2,50 puntos, +7,3%), seguidos por quienes cursaron hasta secundaria (2,45 puntos, sin variación) y finalmente por quienes tienen solo nivel primario (2,15 puntos, +7,5%).

El factor expectativas

Más allá de las características personales, las expectativas económicas marcan la brecha más profunda en la confianza. Entre quienes creen que la situación económica mejorará en un año, el ICG trepó a 4,17 puntos. Entre quienes creen que seguirá igual se ubicó en 2,81 (+21,6%) y entre quienes creen que empeorará fue de apenas 0,55 puntos (+14,6%). Es decir: la percepción sobre el futuro económico se convierte en el principal determinante del respaldo o rechazo al Gobierno.

También influye la experiencia con la inseguridad: quienes no fueron víctimas de delitos en los últimos doce meses mostraron un índice más alto (2,53 puntos) que quienes sí lo fueron (2,23 puntos). Sin embargo, este segundo grupo fue el que más creció en el mes (+19,9%), lo que podría interpretarse como una leve mejora de la imagen oficial incluso entre sectores más críticos.

JJD

Murió Alejandra "Locomotora" Oliveras: había sufrido un ACV semanas atrás

Murió Alejandra

La legendaria boxeadora falleció tras sufrir un ACV. Su historia de superación, desde la pobreza en Jujuy hasta un Récord Guinness, la convirtió en un ícono.

El boxeo argentino y mundial está de luto por la muerte de una de sus más grandes leyendas, Alejandra “La Locomotora” Oliveras. La séxtuple campeona del mundo falleció tras sufrir un ACV y ser operada de urgencia, dejando un legado imborrable de superación y gloria.

Tenía 47 años y se encontraba internada desde el pasado 14 de julio en el Hospital José María Cullen de Santa Fe, tras sufrir un accidente cerebrovascular (ACV) isquémico. Su deceso fue confirmado durante la tarde del lunes, luego de una repentina descompensación que resultó irreversible, pese a que el último parte médico emitido este mismo día por la mañana mostraba una evolución esperanzadora.

Según había informado el director del hospital, Bruno Moroni, Oliveras estaba reduciendo progresivamente la necesidad de respiración asistida y evidenciaba respuestas neurológicas positivas. “Seguía sosteniendo el avance, con momentos de apertura ocular y comprensión de órdenes motoras”, había señalado el profesional.

Sin embargo, horas más tarde, la exboxeadora sufrió una descompensación crítica de la que no logró recuperarse, provocando un inmenso pesar tanto en el ámbito deportivo como en la sociedad en general.

Nacida en San Salvador de Jujuy y radicada en Córdoba desde pequeña, “La Locomotora” fue una figura fundamental del deporte argentino. Con una carrera que abarcó 38 peleas profesionales, cosechó 33 victorias, tres derrotas y dos empates, y logró consagrarse campeona mundial en distintas categorías: peso supergallo, pluma y ligero, entre otras.

Este logro la convirtió en la única mujer en obtener coronas en cuatro divisiones distintas, lo que le valió un Récord Guinness. En 2024, fue reconocida por el Salón de la Fama del Boxeo Latinoamericano, con sede en Caracas.

Su vida no solo se destacó por sus hazañas dentro del ring, sino también por una historia de superación. Se convirtió en madre joven y descubrió el boxeo de manera casi fortuita, luego de participar en una pelea improvisada en una plaza.

Desde entonces, nunca dejó de luchar. Incluso después de su retiro, en 2019, continuó trabajando por el deporte y la sociedad: incursionó en la política, acompañó a Patricia Bullrich durante la campaña presidencial de 2023 y formaba parte de la Dirección Nacional de Seguridad en Eventos Deportivos, donde lideraba el programa “Cuidar el juego”, destinado a prevenir la violencia en el deporte infantil y juvenil.

El cuadro de salud de Oliveras se volvió crítico desde su ingreso al hospital. El 16 de julio debió ser operada de urgencia debido a una inflamación cerebral derivada del ACV.

La intervención, según explicó el neurocirujano José Carlos Del Sastre, no apuntaba directamente a tratar el accidente cerebrovascular, sino a evitar mayores complicaciones: consistió en una maniobra de salvataje para aliviar la presión intracraneal y permitir la descompresión del cerebro. “Era una situación límite. Las primeras 72 horas eran clave”, afirmó el especialista, quien también advirtió sobre la evolución dinámica de estos cuadros.

Durante los días posteriores, el equipo médico brindó actualizaciones periódicas. Se informó que la paciente permanecía clínicamente estable, bajo sedación y con asistencia respiratoria mecánica, en un estado crítico y con pronóstico reservado.

“Lo más importante es el monitoreo neurológico constante”, enfatizaba Moroni. Pese a una leve evolución estable, las señales eran cautelosas y nunca descartaron un desenlace adverso.

A lo largo de su internación, distintas figuras del deporte y la política manifestaron su preocupación y apoyo. Una de ellas fue Marcela “La Tigresa” Acuña, con quien compartió escenario en la era dorada del boxeo femenino argentino. “Es muy triste lo que está pasando, era una mujer fuerte, joven, con mucho por hacer todavía”, expresó.

También lo hizo Ariel Sclafani, amigo cercano y convencional constituyente de Santa Fe, quien reconoció que el episodio fue un “cimbronazo para todos”.

Además de sus logros deportivos, Oliveras también había sido electa como convencional constituyente de la provincia de Santa Fe, aunque no llegó a asumir. En sus últimas publicaciones en redes sociales, incluso había promocionado su participación en la serie En el barro, la continuación de El Marginal, que se estrenará próximamente por Netflix.

Alejandra “La Locomotora” Oliveras fue mucho más que una campeona: fue un símbolo de tenacidad, esfuerzo y carisma. Su muerte deja un vacío difícil de llenar, pero su legado perdurará en quienes la vieron pelear, en quienes compartieron su causa y en quienes seguirán su ejemplo.

Con información de la agencia NA

En fotos, la vida de Alejandra "Locomotora" Oliveras

En fotos, la vida de Alejandra

Crecida en condiciones de extrema vulnerabilidad, Oliveras fue víctima de violencia de género desde muy joven. En una de las situaciones más traumáticas de su vida, su entonces pareja llegó a herir a su hijo. Fue ese hecho el que la empujó a entrenarse para poder defenderse.

Alejandra “Locomotora” Oliveras, la multicampeona mundial de boxeo femenino fallecida este lunes a los 47 años, no llegó al deporte por gloria o por tradición familiar. Su historia, marcada por la pobreza, la violencia y la exclusión, la empujó a los guantes como una herramienta de defensa, de empoderamiento y, sobre todo, de supervivencia.

“El boxeo lo elegí porque no tenía otra, no tenía ni para comer”, dijo alguna vez sin vueltas, con la crudeza de quien convirtió el dolor en coraje.

Crecida en condiciones de extrema vulnerabilidad, Oliveras fue víctima de violencia de género desde muy joven. En una de las situaciones más traumáticas de su vida, su entonces pareja llegó a herir a su hijo. Fue ese hecho el que la empujó a entrenarse para poder defenderse.

Así fue como, a los 14 años, comenzó a golpear bolsas, sin pensar que eso le abriría un camino profesional. El boxeo fue, en sus propias palabras, su segunda oportunidad: “Ahí volví a nacer”, recordaba.

Su debut, sin embargo, fue tan improvisado como revelador. A los 17 años, aceptó subirse a un ring en una pelea entre vecinas, convocada por un exboxeador que la escuchó contar su historia por radio.

MM con información de la agencia NA.

Por qué el hambre en Gaza dejará secuelas durante generaciones

Por qué el hambre en Gaza dejará secuelas durante generaciones

Las repercusiones sanitarias y sociales del hambre extrema perdurarán mucho después de que termine la guerra.

El hambre no solo está matando a los palestinos de Gaza uno por uno. También está destruyendo a la sociedad palestina y causando daños permanentes en sus cuerpos y mentes, según alertan voces expertas.

A medida que aumentan las esperanzas de un alto el fuego, la amenaza del hambre extrema es especialmente grave. En las treguas anteriores, Israel ha seguido utilizando el control de los alimentos como arma contra la población civil y es posible que vuelva a hacerlo.

El hambre obliga al cuerpo a consumir sus propios músculos y órganos para obtener energía, lo que puede causar lesiones permanentes, perjudicar el futuro de los niños demorando su crecimiento físico y mental, y hasta dañar la salud de los descendientes de las personas que han logrado sobrevivir.

El hambre también destruye a las comunidades, provocando enfrentamientos de unos con otros por la desesperación de conseguir comida, y obligando a la gente a cometer actos vergonzosos, humillantes o violentos para sobrevivir.

Según los expertos en hambrunas, incluso las personas que se recuperan físicamente no se libran del trauma que les acompañará toda la vida por haber tenido que elegir entre hijos, o por haber rechazado a familiares que piden comida, o por haber vendido sus propios cuerpos, o el de una hermana o una hija, a cambio de comida.

Un niño palestino espera en un punto de distribución de comida en Ciudad de Gaza, el 20 de julio.

“La hambruna se puede abordar como un fenómeno biológico que experimenta cada individuo, pero también es una experiencia social colectiva”, dice Alex de Waal, director de la Fundación Mundial para la Paz en la Universidad de Tufts, en Boston y autor de Mass Starvation: the History and Future of Famine (Inanición de masas: la historia y el futuro de la hambruna). “Muy a menudo, en el recuerdo que le queda a los supervivientes, antes que la experiencia biológica individual es más significativo ese elemento social del trauma, la vergüenza, la pérdida de dignidad, la ruptura de tabúes y de lazos sociales”.

“Todos estos traumas son la razón por la que a los irlandeses les llevó casi 150 años poder conmemorar lo que vivieron en la década de 1840”, explica. “Los que infligen el hambre son conscientes de eso, saben que lo que están haciendo en realidad es desmantelar una sociedad”.

El superviviente del genocidio y abogado Raphael Lemkin esbozó esta “sociología del hambre”. Es el mismo que acuñó el término “genocidio” y luego hizo campaña para que fuera reconocido como delito en el derecho internacional. Durante la Segunda Guerra Mundial, Lemkin describió en profundidad el racionamiento “como forma de debilitar a los grupos”.

El hambre como arma

Aprovechando el impacto social del hambre un agresor puede usar el control de la comida para crear una dinámica de “humanitarismo genocida”, en palabras de Alex de Waal, proporcionando las calorías justas para evitar la muerte en masa pero haciendo que el hambre extrema “destruya el sentido de su vida como grupo”.

Expertos internacionales han advertido de manera insistente sobre la situación creada en Gaza con la guerra. Dicen que está acercándose al umbral internacionalmente reconocido como de hambruna, medido por factores que incluyen tasas de mortalidad y de desnutrición.

Chris Newton, experto del centro de estudios International Crisis Group estudia las hambrunas y la inanición como armas de guerra, explica que haber pasado largos periodos en un estado de hambre extrema no puede revertirse por completo, incluso sin cruzar la línea de la hambruna. “No se trata de una declaración formal de hambruna ni de un número determinado de camiones o de comidas; se trata del intento de Israel de matar de hambre a Gaza indefinidamente sin provocar lo que llamamos hambruna, que es la muerte en masa en poco tiempo por inanición y enfermedades derivadas”, dice. “Este experimento no puede durar para siempre, pero las consecuencias del hambre sí que pueden”.

Riesgo pese a una tregua

Uno de los signos más evidentes del derrumbe social en Gaza es el saqueo habitual a los camiones de ayuda que entran en el territorio, y los tiroteos casi diarios contra las personas que intentan obtener los limitados suministros de los centros de distribución que gestiona la hermética Fundación Humanitaria de Gaza (FHG), respaldada por Israel y por Estados Unidos.

“El hambre rompe el orden social y transforma la capacidad de gobernar en una sola cuestión: ¿quién puede alimentar a la población?”, dice Nour Abuzaid, investigador principal de la agencia Forensic Architecture, especializada en investigar violaciones de los derechos humanos. “Si puedes alimentar a la gente, puedes gobernarla porque la vida se ha reducido a una sola pregunta: ¿qué vamos a comer hoy?”.

Palestinos hacen cola frente a un punto de distribución de harina

Forensic Architecture ha documentado las características estructurales que hacen a los centros de la FHG letales desde su diseño, por haberlos ubicado en zonas donde el Ejército israelí había ordenado la evacuación de la población civil, y por las rutas para llegar a ellos, que hacen pasar a los civiles cerca de los puestos militares israelíes.

Israel puede seguir restringiendo los alimentos y canalizándolos exclusivamente por los centros de la FHG incluso durante una pausa en los combates con armas convencionales. “Esto es exactamente lo que pasó durante el anterior alto el fuego, que seguía vigente cuando el 2 de marzo Israel cortó la ayuda”, dice Abuzaid. Si eso ocurre, la ubicación y el diseño de los centros de la FHG hacen prever un aumento en las muertes, añadió, citando los repetidos tiroteos contra civiles que se acercan a la “zona de amortiguación” establecida por las fuerzas israelíes.

“Solo por estar cerca de la zona de amortiguación fueron asesinadas más de 100 personas durante el alto el fuego”, dice Abuzaid. “Es de esperar que continúen las víctimas civiles si se sigue utilizando el modelo basado en los centros de racionamiento (de la FHG) situados en la zona de amortiguación o cerca de ella”. Según Abuzaid, el control sobre la comida también significa que Israel “puede destruir activamente el orden civil incluso durante un alto el fuego”.

Dos meses

Según Alex de Waal, el control que ejerce Israel sobre las fronteras terrestres y marítimas de la Franja le permite supervisar totalmente la cantidad de alimentos que entran en el territorio, y la información de la ONU con el detalle de la malnutrición que sufren los palestinos impedirá que los líderes israelíes se defiendan diciendo que no veían venir la inanición. “No se puede matar de hambre a nadie por accidente. Se puede disparar a alguien por accidente, pero con la inanición, tienes 60 o hasta 80 días para remediar el error”, dijo.

Según el director de Forensic Architecture, Eyal Weizman, su organización ha llegado a la conclusión de que las restricciones impuestas por Israel a la entrada de alimentos en Gaza tienen un carácter genocida en dos sentidos. “Obviamente, matar de hambre a la gente de forma intencionada es genocida, y el hambre también se utiliza para romper la sociedad, el hambre es el medio y el hambre es el fin”, dice.

“Si este sistema se mantiene durante cualquier alto el fuego futuro, con control sobre cada caloría y cada persona con derecho a ella, Israel seguirá rompiendo a la sociedad palestina”, dice Weizman. “El genocidio podría continuar durante un alto el fuego”.

Traducción de Francisco de Zárate.

Organizaciones de Israel denuncian que su país comete un genocidio en Gaza: “Es un ataque claro e intencionado contra civiles”

Organizaciones de Israel denuncian que su país comete un genocidio en Gaza: “Es un ataque claro e intencionado contra civiles”

Las destacadas ONG B'Tselem y Médicos por los Derechos Humanos acusan a Israel de atacar a civiles en Gaza únicamente por su identidad como palestinos durante casi dos años de guerra.

ANÁLISIS - Por qué el hambre en Gaza dejará secuelas durante generaciones

Dos importantes organizaciones de derechos humanos con sede en Israel, B'Tselem y Médicos por los Derechos Humanos, dijeron que Israel está cometiendo un genocidio contra los palestinos en Gaza y que los aliados occidentales del país tienen la obligación legal y moral de detenerlo.

En informes publicados este lunes, las dos organizaciones afirman que Israel atacó a civiles en Gaza únicamente por su identidad como palestinos durante casi dos años de guerra, causando daños graves y, en algunos casos, irreparables a la sociedad palestina.

Múltiples organizaciones internacionales y palestinas ya calificado la guerra de genocida, pero los informes de dos de las organizaciones de derechos humanos más respetadas de Israel y Palestina, que llevan décadas documentando abusos sistemáticos, probablemente aumentarán la presión para que se tomen medidas.

Los informes detallan crímenes como el asesinato de decenas de miles de mujeres, niños y ancianos, desplazamientos forzados masivos y hambruna, y la destrucción de viviendas e infraestructuras civiles que privaron a los palestinos de la asistencia sanitaria, la educación y otros derechos básicos.

“Lo que vemos es un ataque claro e intencionado contra la población civil con el fin de destruir a un grupo”, dice Yuli Novak, directora de B'Tselem, quien pidió que se tomen medidas urgentes. “Creo que todo ser humano debe preguntarse: ¿qué harías ante un genocidio?”.

Novak sostiene que es fundamental reconocer que se está produciendo un genocidio, aunque no haya una sentencia de la Corte Internacional de Justicia. “El genocidio no es solo un delito legal. Es un fenómeno social y político”.

Médicos por los Derechos Humanos (PHR, por sus siglas en inglés) se centra en su informe en un relato cronológico detallado del ataque al sistema sanitario de Gaza, con muchos detalles documentados directamente por el propio equipo del grupo, que trabajaba regularmente en Gaza antes del 7 de octubre de 2023.

Su director, Guy Shalev, señala que la destrucción del sistema sanitario por sí sola convierte la guerra en genocida según el artículo 2c de la Convención sobre genocidio, que prohíbe infligir deliberadamente condiciones de vida calculadas para destruir a un grupo “en su totalidad o en parte”.

“No es necesario que se cumplan los cinco artículos de la Convención sobre genocidio para que algo sea genocidio”, afirma, aunque el informe también detalla otros aspectos genocidas de la guerra de Israel.

“No podría suceder sin el apoyo de Occidente”

Tanto B'Tselem como PHR denuncian que los aliados occidentales de Israel están permitiendo la campaña genocida y comparten la responsabilidad por el sufrimiento en Gaza. “No podría suceder sin el apoyo del mundo occidental”, dice Novak. “Cualquier líder que no esté haciendo todo lo posible para detenerlo es parte de este horror”.

Shalev dice que Estados Unidos y los países europeos tienen la responsabilidad legal de tomar medidas más enérgicas que las que tomaron hasta ahora. “Se deben utilizar todas las herramientas disponibles. Esto no es lo que pensamos, es lo que exige la Convención sobre el genocidio”.

Israel niega que esté llevando a cabo un genocidio y afirma que la guerra en Gaza es una medida de autodefensa tras los ataques transfronterizos de Hamas el 7 de octubre de 2023, que causaron la muerte de 1.200 personas, en su mayoría civiles. Más de 250 personas fueron secuestradas y llevadas a Gaza, donde 50 siguen retenidas como rehenes, 20 de las cuales se cree que siguen con vida.

Un elemento clave del delito de genocidio, tal y como lo define la convención internacional, es demostrar la intención de un Estado de destruir total o parcialmente a un grupo objetivo.

Tanto PHR como B'Tselem creen que las declaraciones genocidas de políticos y líderes militares, y una cronología de los impactos bien documentados sobre la población civil tras casi dos años de guerra son prueba de esa intención, incluso sin un rastro documental de órdenes de las altas esferas.

El informe de PHR detalla cómo “la intención genocida puede inferirse del patrón de conducta”, citando el precedente legal del Tribunal penal internacional para Ruanda.

“Israel tuvo tiempo de detener este ataque”

La extensa documentación recopilada por médicos, medios de comunicación y organizaciones de derechos humanos durante un largo período de tiempo hace que el Gobierno de Israel no pueda alegar que no comprendía el impacto de sus acciones, defiende Shalev. “Israel tuvo tiempo y oportunidades suficientes para detener este ataque sistemático y gradual”.

Desde el inicio de la guerra se registraron incitaciones al genocidio. Es uno de los dos asuntos sobre los que el juez israelí que lleva del caso en la Corte Internacional de Justicia votó con la mayoría al ordenar medidas de emergencia para proteger a los palestinos del riesgo plausible de genocidio.

Palestinos intentan conseguir sacos de harina de un camión de ayuda cerca de un punto de distribución de alimentos en Zikim, al norte de la Franja de Gaza, este domingo.

“No necesitamos adivinar lo que está haciendo Israel y lo que está haciendo el Ejército israelí, porque desde el primer día de este ataque, los líderes israelíes, los más altos dirigentes, los líderes políticos, incluidos el primer ministro, el ministro de Defensa y el presidente de Israel, dijeron exactamente eso”, dice Novak. “Hablaron de animales humanos. Hablaron del hecho de que no hay civiles en Gaza o de que hay toda una nación responsable del 7 de octubre”.

“Si los dirigentes de Israel, tanto los militares como los políticos, conocen las consecuencias de esta política y siguen adelante con ella, está muy claro que es intencionado”, asegura.

La destrucción de la infraestructura sanitaria, dos años sin atención médica y el asesinato de trabajadores sanitarios también significan que el número de víctimas del genocidio seguirá aumentando incluso después de que cualquier alto el fuego detenga los combates, explica Shalev.

“Por ejemplo, hace meses que no hay máquinas de resonancia magnética en Gaza, así que ¿qué pasa con todas las enfermedades y dolencias que no se diagnosticaron durante todo ese tiempo? Hay casos de malnutrición y enfermedades crónicas que no se trataron, y vamos a ver los efectos de eso durante los próximos meses y años”.

Si bien los medicamentos pueden traerse en cuestión de días, no hay una forma fácil de reemplazar a los trabajadores sanitarios que fueron asesinados, incluidos los especialistas que tardaron décadas en formarse, agrega el activista. “Al observar las condiciones de vida, se abre una escala temporal aterradora si queremos creer en un futuro en el que la población de Gaza pueda de alguna manera vivir sus vidas con seguridad y buena salud. Es muy difícil verlo”.

El número de muertos en Gaza a causa de la guerra se acerca a los 60.000, lo que supone más del 2,5% de la población anterior a la guerra. Algunos de los que defienden la guerra de Israel argumentan que es una cifra demasiado baja para que la campaña se considere un genocidio. Novak responde a estas voces e indica que esto se basa en un malentendido fundamental del delito de genocidio, que la convención define como atacar a un grupo “en su totalidad o en parte”. “No significa que haya que matar a todas y cada una de las personas”.

El genocidio contra los palestinos como grupo solo fue posible porque Israel los deshumanizó durante décadas y les negó sus derechos, añade Novak. Los políticos de extrema derecha aprovecharon el trauma colectivo para acelerar una agenda que llevaban años persiguiendo. “[El 7 de octubre] fue un momento impactante y un punto de inflexión para los israelíes, porque les infundió un sentimiento sincero y real de amenaza existencial. Ese fue el momento que empujó a todo un sistema y su funcionamiento en Gaza desde una política de control y opresión hacia una de destrucción y exterminio”.

Preocupación por Cisjordania

Ahora que Israel lanzó una campaña genocida en Gaza, existe un riesgo urgente de que se extienda para atacar a otros palestinos, advierte el informe de B'Tselem.

“El régimen israelí tiene ahora una nueva herramienta que no había utilizado antes: el genocidio. Y el hecho de que esta herramienta o esta política utilizada en Gaza aún no se haya desplegado en otras zonas no es algo con lo que podamos contar durante mucho tiempo”, dice Novak.

Cisjordania es motivo de especial preocupación, con 1.000 palestinos muertos y más de 40 000 desplazados de comunidades como Yenín y Tulkarem, en una campaña de ataques cada vez más intensos y limpieza étnica desde el 7 de octubre de 2023.

“Lo que vemos es básicamente el mismo régimen con la misma lógica, el mismo ejército, normalmente los mismos comandantes e incluso los mismos soldados que acaban de luchar en Gaza. Ahora están en Cisjordania, donde la violencia va en aumento”, afirma Novak. “Lo que nos preocupa y sobre lo que queremos advertir es el hecho de que cualquier pequeño detonante podría hacer que el genocidio se extendiera desde Gaza a Cisjordania”.