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Nacida de los sótanos digitales del mileísmo y elevada al centro de la escena con estética imperial y ambición política, la agrupación que tiene como cara visible al Gordo Dan disputa en el territorio. San Miguel es su cuna. Santiago Caputo, su guía. Y el 2025, su primera cruzada.
“El arma más poderosa del siglo XXI es esta”, dijo Daniel Parisini, mejor conocido como “Gordo Dan”, señalando su celular, poco después de haber declarado —sin ruborizarse— que su agrupación era “el brazo armado de Javier Milei”. Corría el mes de noviembre de 2024 y la frase se esparció por los medios como una provocación desmedida, aunque dentro del ecosistema libertario no sorprendió a nadie. En Las Fuerzas del Cielo, los símbolos importan más que los cargos, y la épica, más que la institucionalidad.
Lo que empezó como un experimento digital con trolls anónimos, memes virales y transmisiones en vivo cargadas de furia anti-progre, mutó en una estructura incipiente con vocación territorial. No son un partido. No son un think tank. No son del todo una juventud militante. Son, en cambio, un híbrido libertario que mezcla influencers, funcionarios, estetas de la ultraderecha, diputados provinciales y operadores del conurbano. Y todos responden a una figura: Santiago Caputo, el todopoderoso asesor presidencial, diseñador del universo simbólico de Milei y estratega de su comunicación más directa.
La agrupación se lanzó públicamente en noviembre de 2024, en la Sociedad Italiana de San Miguel. Allí debutaron su color bordó —inspirado en la Guardia Pretoriana romana—, sus estandartes dorados y su código interno de lealtades. Desde entonces, funcionan como una columna disciplinada del aparato caputista. El referente más visible es el Gordo Dan: médico, empresario del streaming (es uno de los accionistas del canal Carajo) e influencer libertario con miles de seguidores. Su rol es el de vocero emocional del grupo, comisario de línea ideológica y animador de las tropas digitales. Lo secundan Agustín Romo, diputado provincial y presidente del bloque de La Libertad Avanza en la Legislatura bonaerense; y Nahuel Sotelo, exlegislador y actual secretario de Culto, figura clave en el discurso anti-Agenda 2030.
Otro actor fundamental es Lucas “Sagaz” Luna, director titular de Intercargo, referente libertario en Tres de Febrero y pieza central del engranaje digital, conocido por su estilo provocador y frases virales. Luna es también coautor —junto con Caputo— del texto Las Epístolas del Cielo, un manual doctrinario aún inédito que recopila máximas libertarias y consejos de acción política. El esquema se completa con Juan Pablo Carreira (alias JuanDoe), director nacional de Comunicación Digital y fundador del sitio La Derecha Diario, operador directo del entorno presidencial. En el espacio también figura Alejandro “Galleguito” Álvarez, subsecretario de Políticas Universitarias, conocido también como “El Profe”, con trayectoria en el peronismo y protagonismo reciente durante el conflicto presupuestario con las universidades.
La base territorial de Las Fuerzas del Cielo no es una incógnita: San Miguel es su centro operativo, su semillero de cuadros y su núcleo de poder. Allí nació políticamente Agustín Romo, cuyo padre, Carlos, es concejal local y alineado con el oficialismo municipal, y desde allí se articuló buena parte de la logística del primer acto oficial de la agrupación. También son oriundos de ese partido del noroeste del conurbano figuras como Juan José Esper, diputado bonaerense de La Libertad Avanza y hombre de confianza del exindentende Joaquín De la Torre —que mantiene un vínculo estrecho con Caputo, con quien se ha reunido en la Casa Rosada en varias ocasiones—, y Santiago Santurio, legislador nacional y exasesor de Milei en el Congreso.
Pero el anclaje no es solo político. San Miguel es un distrito con simbología conservadora: cercanía con Campo de Mayo, fuerte presencia de familias militares, tradición católica y una estatua del sacerdote español y fundador del Opus Dei, Escrivá de Balaguer, en su corredor aeróbico. Aunque los referentes de Las Fuerzas del Cielo no provienen directamente de ese mundo, entienden el valor simbólico de insertarse allí. En su narrativa, lo ven como el inicio de una cruzada cultural que tiene como destino —según sus propias palabras— “convertir a Argentina en el faro del mundo libre”.
Tampoco es casual que entre sus referencias simbólicas haya emergido, incluso, la figura de Benjamín Solari Parravicini, el artista y vidente argentino al que los libertarios más devotos citan como anticipador del “nuevo orden espiritual” que encarnaría el ascenso de Milei. En los pasillos de la Fundación Faro —el think tank libertario que colabora con Las Fuerzas del Cielo— se comenta, medio en broma y medio en serio, que la famosa cruz orlada que aparece en sus psicografías es el emblema verdadero del proyecto. La usan como imagen de fondo en algunos afiches internos y como marca de agua en documentos de formación doctrinaria. Para ellos, no es solo una rareza esotérica: es parte de una lectura mística del presente político.
Las Fuerzas del Cielo no tienen estructura formal ni personería jurídica. Tampoco locales partidarios propios. En sus actos no se discuten listas ni reglamentos. Pero eso no significa que no tengan estrategia. Funcionan como brazo cultural, estético y territorial de Caputo en la provincia de Buenos Aires. Su objetivo es consolidar un músculo leal al Presidente, con capacidad de penetrar en el electorado joven, disputar sentido común en redes y garantizar presencia física en distritos claves del conurbano.
Este viernes desembarcaron en Burzaco, bastión del intendente peronista Mariano Cascallares, donde volvieron a mostrar fuerza simbólica con bengalas bordó, pancartas romanas y arengas contra “la casta”. Fue su segundo acto formal, y una señal de que buscan territorializar su presencia más allá del ecosistema digital. En paralelo, ya planean incursionar en Quilmes, donde gobierna Mayra Mendoza.
Durante la campaña porteña, su presencia fue escenográfica pero eficaz: se mostraron con remeras uniformadas, humo bordó y cánticos en el cierre de Adorni en Parque Mitre. Milei aprobó el show. El propio Presidente ya había participado de una entrevista en el canal Carajo, de Parisini. Por ahora, no pisó un acto de la agrupación, pero nadie descarta que lo haga.
La virtual consolidación territorial de Las Fuerzas del Cielo (que incluso tiene planes de extenderse más allá de territorio bonaerense) implica, inevitablemente, una colisión con el armado formal de La Libertad Avanza, conducido por Sebastián Pareja bajo la supervisión de Karina Milei. Las tensiones entre ambos grupos ya no se disimulan y esta semana se trasladaron al plano virtual: los trolls que reportan al Salón Martín Fierro de la Casa Rosada, donde tiene su centro de operaciones Caputo, comenzaron a apuntar los cañones contra el dirigente Ramón “el Nene” Vera, figura clave del parejismo en la Primera Sección Electoral, al que acusan de manejos vidriosos.
El enfrentamiento es solapado, pero estructural. Pareja conserva la red de armadores y el control del partido, pero desde el entorno de Las Fuerzas del Cielo lo acusan de haber montado un aparato funcional a sus propios intereses, con lógicas de la vieja política. “Está armando para sí mismo, no para Milei”, dispara en diálogo con elDiarioAR uno de los actores de esa trinchera.
Los libertarios caputistas insisten en que cada paso que dan cuenta con el aval de Karina. “Siempre estuvo al tanto de todo”, aseguran. Hace semanas, Pareja debió suspender el Congreso de la Libertad Bonaerense, en el que tenía previsto convocar al propio Milei. Alegaron respeto por el luto tras la muerte del papa Francisco. Pero para algunos fue también una forma de evitar mostrar fisuras. Ahora, el evento fue reprogramado para junio, y entre los invitados confirmados estará Agustín Romo, en un intento de mostrar, al menos en las formas, una tregua entre las distintas tribus libertarias del distrito. Por ahora no hay mesa de unidad. Ni señales de que la tensión vaya a bajar.
PL/MG
Tras una investigación de elDiarioAR, un fiscal abrió una causa para determinar si omitió declarar su participación en una empresa de EE.UU. Ahora analizarán sus DDJJ. El encargado de la recaudación tributaria protagonizó este jueves el anuncio con el ministro de Economía sobre los dólares "bajo el colchón".
El juez federal Ariel Lijo analizará las declaraciones juradas de Juan Alberto Pazo, titular de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA, ex-AFIP), por presuntas irregularidades en la declaración de su patrimonio, informaron fuentes judiciales a elDiarioAR. El funcionario ayer protagonizó junto al ministro de Economía, Luis Caputo, el anuncio del nuevo blanqueo de dólares “bajo el colchón”
Pazo, quien es el encargado de controlar el patrimonio de los contribuyentes y quien anunció este jueves una serie de flexibilizaciones en el control del patrimonio, gastos y transacciones de las personas y entidades jurídicas, continúa sin aclarar las dudas sobre su propio patrimonio. En 2024, elDiarioAR informó que el funcionario llegó al gobierno de Javier Milei rodeado de potenciales conflictos de intereses y un punto, como mínimo, poco claro en la declaración de sus bienes.
Hay un punto central que Pazo debe aclarar: su declaración como dueño de una compañía en Florida, Estados Unidos, creada para adquirir un departamento en Miami que nunca figuró en las declaraciones juradas de Pazo como funcionario de Mauricio Macri, entre 2016 y 2019.
Además, en diciembre último surgieron nuevos datos sobre el patrimonio de Pazo, en el marco de la investigación sobre el patrimonio en el extranjero del diputado Cristian Ritondo y su esposa, Romina Diago. De acuerdo con la investigación publicada en este medio, uno de los inmuebles pertenecientes a la sociedad Goformore, en la que la esposa del jefe de la bancada PRO en Diputados aparece como administradora, fue adquirido en marzo de 2013 a la empresa de Pazo (Harbour House 1533 Corp.). El inmueble, comprado por US$580.000, está ubicado en el 10275 de Collins Ave, Miami Beach.
Pazo viene del sector privado. Fue CEO del grupo dueño de las marcas de indumentaria Rapsodia, Caro Coure y Baby Cottons, entre otras. También fundó en 2020 la empresa Invernea, un grupo de fondos de inversión en ganado vacuno y otras inversiones del agro.
Sin embargo, su ingreso al gobierno libertario no es su primera incursión como funcionario. Pazo fue director de Comunicación Institucional de la Unidad de Información Financiera (UIF), el organismo antilavado del Ejecutivo, entre 2016 y 2017. Luego, a principios de 2017 asumió como superintendente de Seguros de la Nación.
Tras las revelaciones periodísticas, el diputado Rodolfo Tailhade (Unión por la Patria) presentó una denuncia para que se investigue si Pazo omitió de manera deliberada información sobre la empresa y el departamento a su nombre en sus declaraciones juradas.
La omisión maliciosa en la declaración de bienes ante la Oficina Anticorrupción es un delito con penas de prisión de hasta dos años -excarcelable-, que requiere que la Justicia pruebe que el imputado obró con malicia al ocultar dicha información al Estado. Es lo que el juez Lijo deberá determinar.
Luego de la denuncia de Tailhade, el fiscal federal Ramiro González abrió una causa para investigar a Pazo y el juez Lijo solicitó acceso a las declaraciones juradas públicas y reservadas del funcionario en la Oficina Anticorrupción. Los documentos llegaron recién en estos días, sostuvo una fuente judicial con conocimiento del caso, tras la consulta de este medio.
En 2024, elDiarioAR accedió a un documento publicado en el registro público de propiedades de Miami, gracias a la colaboración del equipo ID de la organización internacional OCCRP (Organized Crime and Corruption Reporting Project), que asiste a periodistas de todo el mundo en la búsqueda de documentación.
Harbour House 1533 Corp. es una sociedad radicada en Florida. Un documento fechado el 24 de agosto de 2018 relata una resolución del board de directores y accionistas de la compañía. “Juan Pazo” figura en dicha acta, no sólo como director de la compañía, sino también como accionista, es decir, como dueño de una parte de la sociedad.
En el documento, “Juan Pazo” figura sin número de pasaporte ni nombre completo, al igual que “Josefina Helguera”, quien también figura como directora y accionista de la compañía. Josefina Helguera es el nombre de la esposa de Juan Alberto Pazo.
El escrito está sellado por un notario de Florida, quien certificó la identidad de “Juan Pazo” a través de la presentación de su “pasaporte argentino”, dice el acta, pero no incluyó el número de identidad en el documento público.
Si en 2018 Pazo era accionista de la sociedad y funcionario público, ¿por qué no figuran estas acciones entre sus bienes declarados ante la Oficina Anticorrupción? elDiarioAR consultó a Pazo en reiteradas oportunidades a través de una persona de su entorno, quien respondió que el departamento en Miami y la sociedad son de su esposa, Helguera. Sin embargo, Pazo no explicó por qué figura en el registro público de Miami como accionista de la compañía y por qué no declaró esas acciones en 2018.
La sociedad Harbour House 1533 Corp. era, en 2018, titular de un departamento en el condominio ubicado en Collins Avenue 10275. En Florida, una práctica usual y legal es que las propiedades inmuebles estén a nombre de sociedades y no de las personas que las adquirieron. Es una forma utilizada por la mayoría de los argentinos por cuestiones legales e impositivas.
Harbour House 1533 Corp. adquirió el departamento en 2013. Antes tenía otra propiedad en el mismo condominio. La propiedad adquirida en 2013 tiene dos dormitorios, dos baños y un living en la zona de Bal Harbour, frente al mar. Si bien tenía una hipoteca por US$400.000, cuando se vendió, tres años más tarde, en 2021, el valor de mercado y el de tasación era de casi un millón de dólares (US$996.100).
Ese año, la sociedad vendió el departamento y adquirió otra propiedad. Esta vez, compró una unidad en el condominio Beach Club Apts Condo, ubicado en la misma avenida, Collins, pero al 9940. El nuevo departamento fue tasado en US$376.530, de acuerdo a los registros públicos de Miami.
Al menos hasta mayo de 2023, Helguera y Juan Pazo figuraban como directores de la compañía dueña del departamento.
ED/MC
Mujeres reaccionaron esta semana en redes frente a un cuestionamiento que suele caer sobre ellas como un reproche: la baja de la tasa de natalidad. Muchas quieren maternar, pero acompañadas, y no encuentran con quién. Crecen el desencanto heterosexual y las preguntas: ¿y ellos, qué quieren? Nueva entrega de “Mala fama, ritmo y sustancia”, el sexo en la era postfeminista.
Rocío tiene claro que quiere ser mamá. Por eso, hace dos años, cuando cumplió 34 y ya no podía evadir el tic tac del reloj biológico sonando de fondo, congeló sus óvulos. Mateo, su pareja, le había dicho varias veces que “no estaba preparado” para ser padre. Ella esperó 5 años que llegara el momento epifánico de la preparación, que un día se despetaran en el dos ambientes en el que convivían en Belgrano y le dijera: “¡Estoy listo!”. El fin de semana pasado se separaron.
Cada vez que el derrumbe de la tasa de la natalidad entra en la conversación pública como un dardo lanzado, en general, por quienes se oponen a que la autonomía sexual de las mujeres, las responsabilidades del fenómeno apuntan a ellas y a las políticas de derechos sexuales y (no) reproductivos que permitieron planear y elegir cuándo, cómo y con quién ser madres. En X muchas mujeres jóvenes sin hijos se hicieron eco de la interpelación y contaron historias como las de Rocío.
Ahora que ellas pueden decidir que sí, parece que no encuentran cómplices para la misión de una maternidad deseada. Parece que no alcanza con enunciar “mi cuerpo, mi decisión”, en la era de “tus dólares, tu decisión”. “Este año salí con tres chabones, dos me ghostearon y a otro lo dejé de ver porque no había escuchado hablar nunca ni de Bad Bunny ni de Karl Marx, ¿con quién chota quieren que seamos madres?, ironizó @merdgie en X. La usuaria @flortundis escribió algo en la misma línea: ”Con quienes vamos a tener hijos si los tipos tienen 40, entradas y siguen diciendo que no quieren nada serio o ghostean por no tener la madurez emocional de decirte no va más. Sean serios“.
Además de la transición demográfica que muestra ese derrumbe como una realidad global sostenida hace 70 años, si habitamos una época de desencuentro heterosexual y recesión sexual, ¿no suena lógico que existan dificultades para la reproducción y no sean únicamente biológicas?
Esta vez, esta semana, fue el propio presidente, Javier Milei, un hombre soltero y adulto que a los 54 años no ha tenido hijos, quien habló en tono catastrófico sobre la baja de la tasa de natalidad. Para él, es un problema que reduce el mercado y frena la división social del trabajo, y consideró que este descenso se debía al “globalismo” de la “Agenda 2030”, a la que considera promotora del aborto. En Argentina, según las cifras del Ministerio de Salud de la Nación, la natalidad empieza su desplome a partir de 2014. El aborto es legal recién en 2020. Es cierto: la cantidad de nacimientos cayó 35% en la última década. El 90% de esa caída se produjo antes de la interrupción voluntaria del embarazo. Los datos desmienten, otra vez, al mandatario libertario. Sin embargo, algo del contexto y la época es necesario poner en conversación para entender el fenómeno.
Los motivos del descenso de la fecundidad son diversos y personales. El factor económico y las cuestiones materiales (en marzo, en este país, se necesitó $410.524 para criar a un bebé menor de 1 año y $515.984 para niños, niñas y adolescentes de 6 a 12 años. Mientras que el salario mínimo es de $308.000) plantean una maternidad/paternidad realista y efectiva. Pero también el simple hecho que hoy la no reproducción es una opción que quizás era impensada para las generaciones anteriores.
Hace poco a la actriz Fernanda Mitelli le preguntaron en una entrevista en Revista Caras: “¿Por qué estás tan convencida de no tener?”. Es un interrogante que suele aparecer en las entrevistas a las artistas, escritoras y mujeres con voz pública pero que muy pocas veces se les hace a los varones. “Porque no encuentro un para qué, si estoy espléndida así, si estoy bien. Me encanta mi vida así cómo está”, contestó ella con simpleza genuina.
En octubre de 2024 la revista Social Psychological and Personality Science publicó un estudio en donde entrevistaron a casi 6.000 personas adultas para que evaluaran qué tan satisfechas se sentían con su vida en general, y en particular con su vida sexoafectiva. La investigación mostró que las más felices, saludables y satisfechas sexualmente eran las mujeres solteras y sin hijos, y que los más felices de entre los hombres eran los casados. El estudio también mostró que los más insatisfechos eran los hombres jóvenes y solteros.
La periodista y escritora colombiana Catalina Ruiz-Navarro cita esta investigación en su libro Deseada. Maternidad feminista, publicado el año pasado. Ella dice: “El costo que tienen que asumir las madres es altísimo. Son costos físicos, de salud mental, a su vida profesional. Y me parece natural que las mujeres no estén dispuestas a asumirlos. Me llama mucho la atención que cada vez que se tiene esta discusión la culpa siempre es del feminismo, de los derechos sexuales y reproductivos. El mensaje es: ¡mujeres tienen que tener hijos para salvar la economía o la raza humana! Nadie les está diciendo a los varones que necesitan ser buenos padres, padres presentes para salvar a la economía o a la raza humana”.
Sobre las maternidades y no maternidades hay una extensa bibliografía y filmografía. Conocemos los motivos y el derrotero de las madres y las derivas de quienes no quieren serlo por la industria cultural. ¿Y ellos? Es paradojal que el propio Presidente, que no se reprodujo hasta el momento, sea quien reclame que el resto lo hagamos. El varón que representa Milei tiene mucho de la masculinidad epocal.
El Instituto de Masculinidades y Cambio Social es una de los pocos espacios que viene estudiando estas subjetividades contemporáneas emergentes en la que confluyen el capitalismo financiero y la digitalidad. Nicolás Pontacuarto, uno de los integrantes del Instituto, dice: “Si bien hay una retórica en el discurso libertario de ‘repoblar el mundo’ y regresar a una masculinidad socialmente más tradicional, el modelo de varón que proponen es uno que tiene más afecto por el dinero que por las personas. Algunos vendecursos muestran en redes a ‘sus novias’ pero más como ‘mirá lo que logré con el estilo de vida que llevo’ que valorando la afectividad o planificando ‘futuros’ con esa persona. Es decir, Rolex, Lamborghini, novia. Es parte de su fetichismo por los objetos y cosificación, no valoración en un sentido humano. Al menos cómo lo muestran en redes”.
“Para los vendecursos y los criptobros, expresiones más acabadas de la subjetividad masculina de la época mileista, el otro es una pérdida de tiempo –sigue Pontacuarto–. Es decir, su relación con el otro siempre está mediada por un interés económico: pueden ser sus alumnos o bien obstáculos para el cumplimiento de esos intereses. Aparece esta idea de denostar el ocio porque es un tiempo improductivo. Si hay familia o amigos que no ‘suman al cumplimiento de los objetivos’ es tarea del mentor, el vendecurso, orientar a su alumno para que deje atrás a esas personas que no le suman”.
La socióloga Sol Prieto lanzó la pregunta en X, “como un ejercicio de ideación, no para contrastar hipótesis sistemáticamente”: “Para la gente que no tiene hijos al momento de leer esto ¿Cuántos años tenés? ¿por qué no tenés hijos ahora?”. Al cierre de la nota el tuit tenía 8.000 respuestas, lo cual ya representa, según la investigadora “un corpus”. Ella todavía no había procesado toda la información, pero consultada para este artículo sobre las diferencias en las respuestas según el género, dijo: “Hay varones que dicen 'No tengo novia', 'No tengo con quién', 'No tengo mucho sexo' como argumento. Ellas van más por el lado del no deseo, la inestabilidad de ingresos y sobre todo de vivienda y, algo que sí me sorprendió, es el tema de la salud mental: 'Tengo TDAH” 'Tengo depresión', 'Tengo trastorno bipolar', 'Estoy medicada' e incluso 'Todavía no encuentro la medicación para estar bien'“.
Las formas de amar y vincularnos que conocían las mujeres y los varones que nos antecedieron cambiaron, pero no tanto. Están todavía moviéndose y acomodándose como placas tectónicas.
Este año se cumple una década de Ni Una Menos y un lustro del reconocimiento estatal como ciudadanas del derecho a decir que no a un embarazo que no se desea. En la última década, en Argentina, hemos estado teniendo una conversación –por momentos hablando todas y todos al mismo tiempo– sobre los riesgos de género, con una linterna apuntando especialmente a las parejas heterosexuales y los hogares. Las cadenas de violencias que despliega el machismo que pueden ser letales y las desigualdades cotidianas en los cuidados y la crianza que quitan tiempo de ocio y calidad de vida. Hubo oleadas de denuncias masivas por acoso y abuso sexual. Demasiados agresores, abusadores y violadores fueron destapados de la sábana de impunidad que los cubría. ¿Cómo entregarse a lo incierto con la conciencia del riesgo constante? ¿De qué manera amar bajo sospecha? ¿Cómo tramitar el desencanto y seguir apostando a los vínculos heterosexuales?
Hace poco leyendo una columna Catalina Ruiz Navarro en la revista que ella fundó, Volcánicas, descubrí el término “heteropesimismo”. Lo nombró así por primera vez Asa Seresin en un ensayo que publicó, en 2019, en la revista The New Inquiry. El “heteropesimismo” se define como “una desafiliación performativa de la heterosexualidad, usualmente expresada como arrepentimiento, vergüenza o desesperanza frente a la experiencia heterosexual”. Y agrega “que estas desafiliaciones sean performativas no significa que no sean sinceras, más bien es que rara vez van acompañadas de un abandono real de la heterosexualidad”.
La conversación digital da cuenta que son muchas las que todavía no abandonan la heterosexualidad porque el deseo no es un vestido que una se pueda poner y sacar. Las que insisten se preguntan: “¿con quién quieren que tengamos hijos?”. Los varones, ¿qué preguntas se están haciendo? La maternidad deseada parece una misión complicada entre la insistencia y el heteropesimismo.
MFA/DTC
Lo que sucedió cinco años atrás con TransparentBusiness, difundido como el primer unicornio argentino liderado por una mujer, funciona como un antecedente de lo que ocurre ahora con Unicoin, la empresa en la que se transformó y que la SEC investiga.
Octubre de 2020. La pandemia de Covid-19 apenas comenzaba a amainar cuando Silvina Moschini, una argentina radicada en Estados Unidos, anunciaba con bombos y platillos que, gracias al empujón de los cambios de hábitos generados por el confinamiento en todo el mundo, su empresa de gestión de trabajo remoto TransparentBusiness se había convertido en un “unicornio”. Es decir, había alcanzado una valuación privada de US$1.000 millones y se había colocado en la misma liga de –por entonces– Mercado Libre, Globant, Despegar, OLX y Auth0–. Y lo presentaba así, como un “unicornio rosa” porque era liderado por una mujer.
Después del entusiasmo inicial, la noticia comenzó a generar discusiones en el propio mundo emprendedor por la manera en que la empresa había levantado su inversión y las dudas respecto de si el valor que anunciaba era real o no. “Son estafadores haciendo public solicitation a inversores desprevenidos en Facebook. Deberían ir en cana”, publicó en su cuenta de Twitter el emprendedor tecnológico Santiago Siri, el primero en llamar públicamente la atención sobre la empresa.
Las mismas personas que estaban detrás de ese supuesto “unicornio rosa” quedaron ahora bajo investigación de la Securities and Exchange Commission (SEC, el organismo regulador de los mercados financieros en Estados Unidos) por otro emprendimiento, que en realidad es el mismo pero tiene otro nombre y está centrado no ya en una plataforma de gestión del trabajo remoto sino en el negocio crypto: Unicoin. “Cambió de nombre porque cambió el mercado”, apuntó Moschini en diálogo con elDiarioAR.
Ahora, tal como publicó inicialmente Hugo Alconada Mon en La Nación, tanto Moschini como el actual CEO y presidente del directorio de Unicoin, Alex Konanykhin, y el ejecutivo a cargo del área de Inversiones, Alex Domínguez, están acusados de engañar a los inversionistas con afirmaciones y promesas sobre supuestas inversiones y activos que “eran ilusorios”. Concretamente, por cometer fraude contra ellos por más de US$100 millones.
Algo que resuena con las sospechas que circularon cinco años atrás y que, del mismo modo que ahora, Moschini atribuyó a motivaciones políticas o enconos personales e intentó detener con denuncias. Siri, por caso, fue demandado por difamación en Estados Unidos, algo que no prosperó judicialmente –fue sobreseído por la Corte de Nevada seis meses después– pero que fue efectivo para amedrentar a medios argentinos sobre los riesgos de difundir el caso.
El camino de los emprendedores para desarrollar una compañía y crecer tiene una serie de pasos bastante estandarizados. Luego de recabar fondos entre familiares y amigos para instalar las bases de su negocios, los emprendedores buscan inversores dispuestos a desembolsar dinero a cambio de participación en la empresa. Son los llamados inversores ángeles, que suelen ser personas físicas con cierto recorrido en el mundo de los negocios.
Luego se realiza una primera ronda de inversión, la serie A, donde participan fondos de inversión de riesgo profesionales (venture capital), institucionalizados, que hacen un análisis minucioso sobre el plan de negocios de la empresa, proyectan una evolución, y ofrecen pagar determinado monto de dinero por determinada cantidad de acciones de la empresa, lo que arroja la valuación de la misma. Por ejemplo, si están dispuestos a pagar US$100.000 por el 10% de la compañía, eso quiere decir que el 100% de la empresa vale US$1 millón.
La compañía puede repetir las rondas de capital –la serie B, la serie C, la serie D–, en la que se da el mismo proceso, hasta que –entre otras posibilidades– hace una oferta pública inicial (IPO, por sus siglas en inglés) y sale a la bolsa.
“La valuación de las compañías es un cálculo teórico; nadie paga el monto total de dinero, pero es así como se valúan”, explica Silvia Torres Carbonell, directora del Centro de Entrepreneurship del IAE Business School. “Un unicornio es una compañía que en una ronda de inversión validó mediante fondos de inversión profesionales su valor de US$1.000 millones”, sintetiza. Cuanto mayor reputación tengan los fondos que invierten –por haber participado de la capitalización de otras startups exitosas, por ejemplo– más sólida es esa valuación.
En el caso de TransparentBusiness, fundada en Estados Unidos por Moschini y Konanykhin, el proceso se dio de otro modo. Según explicó en su momento Moschini, decidió utilizar un instrumento “desconocido por la mayoría de los emprendedores” que le permitió “hackear” el sistema y capitalizarse sin recurrir a los fondos de inversión profesionales ni transitar el camino mencionado anteriormente. Según su explicación, decidió hacerlo así por dos motivos: porque los fondos “raramente invierten en mujeres emprendedoras” y porque tiene un interés en “democratizar el acceso a oportunidades de inversión para más gente alrededor del mundo”.
En efecto, la particularidad de TransparentBusiness era que –fuera de Estados Unidos– sus inversores eran “personas comunes” que podían concretar la compra de acciones simplemente ingresando a un link. Una de las formas en que esta invitación llegaba a los potenciales inversores era a través de anuncios publicitarios en redes sociales como Facebook donde TransparentBusiness se presentaba como una “unicorn opportunity” y sugería un posible retorno del 22.500%.
El instrumento legal de financiamiento que utilizaba la empresa es la Regulation D 506c de la Securities and Exchange Commission (SEC), que entró en vigencia en 2013 con el objetivo de facilitar el levantamiento de fondos para startups. Esta regulación eliminó la prohibición para publicitar abiertamente la venta de acciones en internet, medios y otras vías (general solicitation) antes de salir a la bolsa. Sin embargo, señala que los compradores deben ser inversores acreditados (accredited), lo que quiere decir que tengan una experiencia en inversiones respaldada por un determinado nivel de ingreso y patrimonio. Pero esa condición aplica solo en Estados Unidos. Según Moschini, la Regulation S les permitía que en el resto del mundo cualquiera pueda comprar acciones, sin necesidad de tener conocimiento del tema.
Mediante este sistema de oferta abierta la empresa ofrecía sus acciones a US$1. En octubre de 2020 tenía 1000 millones de acciones autorizadas y de esos dos números deducía la valuación que le daba el supuesto estatus de unicornio. “La valoración se estima multiplicando el precio de las acciones por el número de acciones de la corporación. En nuestro caso tenemos autorizadas la emisión de mil millones de acciones de la compañía y el mercado está comprandolo a US$1 por acción, por lo que pone a la compañía en una valuación post-money de facto de mil millones de dólares”, argumentaba entonces Moschini.
Pero si quienes compran esas acciones son inversores inexpertos, que no realizan un análisis del plan de negocios como el que hacen los fondos en la instancia de las rondas antes de hacer su oferta, el punto problemático era quién validaba el valor de esas acciones y, por lo tanto, el valor proyectado de la compañía.
En la página 13 del documento al que se accedía cuando cualquier persona avanzaba en el proceso para invertir en la empresa, dentro del apartado de “factores de riesgo”, decía: “El precio de oferta por acción fue determinado arbitrariamente por nuestro management”. Y detalla que “no fue el resultado de ninguna negociación entre la empresa y ninguna firma de banca de inversión y no guarda relación alguna con los activos, el valor en libros, los resultados de las operaciones, patrimonio neto u otros criterios de evaluación aplicables a la empresa” y que “no debe considerarse una indicación” de su valor real o el precio futuro de sus acciones.
“Desconozco si la compañía vale lo que dice o no, tal vez sí lo vale. Pero si ese número no está respaldado por su producto, su equipo y su potencial, va a tener problemas, porque significa que le vendió acciones caras a personas que no saben de esto, a 'gente común' que no conoce de inversiones en venture capitals y que tal vez se dejaron seducir por un retorno que está muy lejos del retorno al que aspira un inversor en estadío temprano”, opinó en ese momento Manuel Tanoira, socio a cargo del área de Venture Capital del estudio jurídico Tanoira Cassagne.
Para Fernando Terre, experto en valuaciones de First Capital Group, promocionar un retorno del 22.500% más que atraer a un inversor experto, lo “retrae”. Primero, porque poner un rendimiento astronómico como este, muy lejano incluso de lo que exigen los fondos de capital de riesgo, debería generar una sospecha muy fuerte. Segundo, porque las empresas nunca publican cuánta rentabilidad esperan, simplemente porque no pueden garantizarlo.
En 2022 Transparent Business se transformó en Unicoin, la empresa ahora investigada por la SEC. “Convertimos a los inversores de TransparentBusiness a la nueva compañía –solo cambió el nombre y le emitimos también dividendos— con los tokens para que tengas más oportunidades de exit”, explicó Moschini en diálogo con elDiarioAR desde Miami. “Cambió de nombre porque cambió el mercado”, apuntó.
En concreto, Unicoin vende certificados que otorgan a los inversores el derecho a acceder a tokens (criptomonedas) de la empresa, una vez que realice el lanzamiento en un exchange o mercado, un proceso llamado ICO o initial coin offering. La empresa de Moschini promete que ese token estará respaldado por activos reales, pero la SEC señala en su demanda que los certificados vendidos no estaban registrados en la Comisión de Valores y que su valor estaba por debajo de lo que señalaban.
“Alegamos que Unicoin y sus ejecutivos explotaron a miles de inversores con promesas ficticias de que sus tokens, una vez emitidos, estarían respaldados por activos reales, incluyendo una cartera internacional de valiosas propiedades inmobiliarias”, declaró Mark Cave, Director Asociado de la División de Cumplimiento de la SEC. “Sin embargo, los activos inmobiliarios valían una fracción de lo que la compañía afirmaba y la mayoría de las ventas de certificados de derechos de la compañía eran ilusorias”.
Para Moschini, la investigación es “100% política”, impulsada por funcionarios del SEC que buscarían obstaculizar el desarrollo del negocio cripto en el país. Asegura que la SEC “tergiversó la información” sobre el valor de sus propiedades y que la reacción del organismo estadounidense deviene de que lo “desafiaron” con una propuesta de negocios audaz. “Quiero llegar al fondo de esto, que creo que puede ser el SECgate”, siguió la empresaria, que en un mensaje enviado por redes sociales a sus inversores se mantuvo firme en su postura: “A nuestros accionistas, seguidores y creyentes en la verdadera innovación: nuestra lucha continúa. La verdad prevalecerá”.
DTC
Mientras el mundo en algunos aspectos se iba desintegrando, Pepe Mujica fue surcando las épocas en diálogo permanente con la inmensa red que lo sostenía en la tierra. Y puso en circulación una forma distinta de ejercer el poder y entender la existencia.
Hay algo especialmente fascinante de los árboles y es que están conectados entre sí por una red de micorrizas. Un sistema subterráneo, conocido también como Wood Wide Web, donde las raíces y los hongos intercambian nutrientes y señales de lo más diversas a tal punto que, si un árbol muere, la vegetación que lo rodea recibe el impacto de haber perdido algo propio.
Eso también puede atribuirse a las personas. No pienso tanto en los lazos más evidentes —como llorar a un familiar o un amigo— sino en la trama imperceptible que hace que una figura a la que nunca llegamos a tocar muera y se lleve consigo parte de un tejido colectivo y vital, un material que parece habernos sacado del pecho.
Cuando el 13 de mayo pasado, a punto de cumplir noventa años, murió Pepe Mujica, se llevó con él cosas que no eran solo suyas.
Lo conocí de modo diferido, sin haber estado físicamente a su lado, cuando hace casi quince años, con Pepe recién llegado a la presidencia de Uruguay, viajé para hacer un perfil para la revista Orsai. Llegaba con viento en contra. Si bien yo había intentado acordar una entrevista desde Buenos Aires, su jefe de prensa era esquivo. La razón de esa distancia era que Pepe había hablado de más en un libro, Pepe Coloquios, donde había dicho que Argentina no era “un país de cuarta, ni una república bananera”, pero tenía “reacciones de histérico, de loco, de paranoico”, que en Argentina “tenés que ir a hablar con los delincuentes peronistas, que son los reyes” y que “los radicales son tipos muy buenos, pero son unos nabos”, entre otras expresiones que sacudieron la diplomacia rioplatense y llevaron al gobierno a recalcular de inmediato. Pepe tuvo que relativizar públicamente la mayor parte de sus dichos, salió a pedir disculpas y acató las súplicas de su jefe de prensa, que le pidió que no volviera a abrir la boca por al menos tres meses.
En ese contexto viajé, confiando en que una vez allá podría hablar con él de todas formas. Pero la entrevista no llegó y tuve que apelar a un plan B que, a mi modo de ver, terminó siendo mejor que el A. Porque a falta del personaje principal, terminé conversando con muchas de las figuras más importantes de su entorno y pude entender que Pepe, como los árboles, se mantenía erguido gracias a un sistema solidario que lo alimentaba.
Julio Marenales, quien ya murió pero en ese momento era uno de los líderes históricos del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros del que venía Pepe, habló de ese entramado que lo había llevado a la presidencia. “El Pepe tenía una ventaja —dijo—. A nosotros en el Frente Amplio no nos querían mucho. Decían que éramos unos palurdos. Pero él tenía tres apoyos: el de nuestras espaldas, porque en el Movimiento lo hemos sostenido como hemos podido. El de su propia historia, porque Pepe viene de trabajar la tierra y nunca sintió la bota del patrón arriba, siempre trabajó más o menos por cuenta propia. Y el de los de abajo. Fueron ellos los que lo llevaron a la presidencia. Por eso el Pepe tiene un gran compromiso con la gente humilde. Y tenemos que ayudarlo a que lo cumpla. Porque no lo está cumpliendo”. Marenales era el guardián de la pureza ideológica de los tupamaros: un tipo con llegada al oído de Pepe, que le decía, cada tanto, lo que un buen amigo dice: “No olvides”.
Eleuterio Fernández Huidobro, escritor y senador en aquel entonces —luego sería Ministro de Defensa: murió ejerciendo ese cargo— contó con detalle, como ya lo había hecho en uno de sus libros, la fuga del penal de Punta Carretas —cuya idea inicial habría sido, dijo Huidobro, de Pepe— y habló de los doce años que, tiempo después, pasaron encerrados en cubículos de un metro cuadrado. Durante ese lapso interminable, contó, Pepe se hizo amigo de nueve ranas y comprobó que las hormigas, si se las oye de cerca, se comunican a gritos.
Mauricio Rosencof, entonces secretario de Cultura de Montevideo y otro de los nueve rehenes que pasaron doce años en una ultratumba, habló del sistema de diálogo que armaron en el encierro mediante golpes en la pared. Lo contó por teléfono: se le había desconfigurado el marcapasos y tenía que ir urgente al médico. Hoy vive.
Lucía Topolansky, su compañera, hoy su viuda, entonces senadora nacional, habló de su relación con Pepe, pero sobre todo revisó el pasado con un criterio que él compartía. “Cuando sos una gurisa pensás las cosas con otra cabeza —dijo—. De repente, a la edad que tengo ahora le hubiera puesto más reflexión al asunto. Pero pertenezco a la generación sobre la que impactó la revolución cubana y las cosas hay que verlas en ese contexto. Estábamos convencidos de que podíamos hacer la revolución. Convencidos. Y cuando tú estás motivado, obviamente el riesgo se ve de otra manera”.
José López Mercao, quien estuvo por ser jefe de Prensa de la presidencia, recordó un episodio de 1970, cuando llegó herido al Hospital Militar y, mientras lo atendían, supo que ahí estaba Pepe, el cuadro político del que solo conocía el nombre. “Un médico con el uniforme militar puesto me dijo ‘Qué huevos que tiene Mujica, se afirmaba en la camilla y decía no me dejen morir, yo soy un combatiente. Le dimos trece litros de sangre, que huevos tiene —contó—. Por eso digo que el Pepe llegó a presidente, primero, porque sobrevivió. Segundo, porque el movimiento armado salió muy honrado frente a la población: siempre estuvo esa idea de que los tupamaros éramos buena gente. Y por último, porque Pepe siempre fue un tipo muy humano, muy enamorado, muy zorro y muy austero”.
Eduardo Bonomi, su ministro del Interior, contó que Pepe, como todos los funcionarios del MPP —el movimiento con el que los tupamaros se integraron al sistema político— tenía tope salarial. Lo máximo que podía ganar eran 1900 dólares, apenas el 35 por ciento del sueldo, y entregaba el excedente a dos fondos solidarios que se usaban para dar ayuda a gente que no necesariamente tenía que formar parte del Movimiento.
—Es muy fácil dar lo que te sobra. La cuestión es dar lo que no te sobra —dijo Bonomi, y pregunté:
—¿Pero nunca te da ganas de comprarte un plasma?
Bonomi —quien también ha muerto— quedó desconcertado.
—Eh… Yo vivo en una cooperativa de viviendas. A esta altura terminamos de pagar la cuota, entonces solo pagamos los gastos comunes. Tenemos un auto del 94… A ver: la austeridad de Pepe es única, pero que Pepe haya llegado no es casual.
—¿No hay ninguna pose por parte de Mujica?
—No, es así. Es así. Él es así. Qué pose. La vida del Pepe es muy sencilla y pasa por la tierra. Cuando uno sale de licencia y se va al monte o a la playa, Pepe se va a trabajar la tierra. Y los domingos, mientras todos descansamos, él madruga para trabajar la tierra. Si no hace eso, no descansa. La tierra es el lugar donde Pepe ordena sus ideas. Cada cual es como es.
Pepe daba conferencias de prensa sin los dientes puestos. Se movía en un auto viejo. No tenía celular ni tarjeta de crédito. Prohibía a los empleados de gobierno usar Facebook o Twitter o cualquier cosa parecida. Tenía por mascota a una perra de tres patas. Si quería pensar, se subía al tractor. Tras los doce años de cautiverio en los que llegó a tener charlas con insectos, construyó una mirada panteista del mundo: una conexión profunda con todo lo que está vivo.
Así fueron pasando los años. Mientras el mundo en algunos aspectos se iba desintegrando —hablo principalmente de política—, él fue surcando las épocas en diálogo permanente con la inmensa red que lo sostenía en la tierra. Y puso en circulación una forma distinta de ejercer el poder y entender la existencia.
No me refiero a su juventud en la guerrilla armada, sobre la que él mismo tuvo una mirada tierna y autocrítica, sino al modo en que logró ecualizar ese pasado con su presente partidario y a cómo le dio a la vida política una humanidad que ya no existe demasiado.
Lo de la falta de verdad está trayendo consecuencias. Cinco días después de su muerte, en Buenos Aires hubo una elección legislativa que mostró que la mitad de la gente no está dispuesta a invertir un minuto de su tiempo en ir a votar. La razón: consideran las elecciones una pantomima parecida a la de ir al supermercado y ver que los diez mil productos supuestamente distintos que se ofrecen están hechos con los mismos componentes y se fabrican en la misma empresa. Desde un lugar pacífico o apático —o las dos cosas— condenaron a su manera un sistema político que no parece tener raíz, ni verdad, ni entramado que lo enlace a la vida. Y en el que solo hay personas con la profundidad de un holograma que emiten palabras de espaldas a lo único que, por ahora, subsiste: nosotros y nuestros muertos.
JL/DTC