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Javier Milei viene de sufrir varias derrotas legislativas, pero no se comunicó aún con los aliados. El rol del triunvirato de gobernadores violetas, Frigerio, Cornejo y Zdero. La aritmética del veto a jubilados. La nueva sesión opositora en Diputados.
El Gobierno casi ni levantó el teléfono para llamar a los aliados luego del tendal de tortazos legislativos que le infringió la oposición en el último mes. No hubo cumbre política en La Rural ni mensajes de segundas líneas con propuestas alternativas para los gobernadores. No hubo acercamientos hacia los aliados heridos. La atención de los operadores políticos de Casa Rosada estuvo focalizada en el cierre de listas de la Provincia de Buenos Aires y no hubo lugar para otra cosa: la semana bisagra de Javier Milei se convirtió en un limbo, un no lugar de dilaciones que fantasea con que la elección de octubre solucione todos sus males.
Javier Milei viene de sufrir varias derrotas consecutivas en el Congreso, y todavía tiene tres grandes desafíos legislativos por delante. Primero, evitar la sanción de los proyectos de los gobernadores –la distribución automática de los Aportes del Tesoro Nacional y la coparticipación del impuesto a los combustibles líquidos– que ya cuentan con media sanción en el Senado. Se le suma, además, la insistencia de la emergencia en Bahía Blanca, que Milei vetó: una iniciativa con poco costo fiscal pero gran costo político si la oposición, en la Cámara de Diputados, logra revertir el veto presidencial. Sería la primera vez.
La estrategia de Martín Menem, en este caso, es sencilla: dilatar el tratamiento, no convocar a las comisiones, forzar a la oposición a que convoque a una sesión para emplazarlas y, cuando llegue el momento, vetar la ley si es necesario. Para los Menem –Martín y su primo Lule, el operador político de Karina Milei–, el tiempo es amigo del Presidente. Es cuestión de aguantar.
Aguantar hasta que pase el frenesí del cierre de listas bonaerenses, que dejó varios heridos del PRO en el camino, como los hermanos Passaglia o Pablo Petrecca (Junín). Y aguantar hasta que las conversaciones con los gobernadores amigos terminen de llegar a buen puerto, es decir: hacia una alianza electoral. Este es el caso de Alfredo Cornejo (Mendoza), Rogelio Frigerio (Entre Ríos) y Leandro Zdero (Chaco): el triunvirato de gobernadores que más cerca está de pintarse de violeta en las elecciones de octubre.
Los tres mandatarios observan la imagen positiva de Milei en sus distritos y llegan a la misma conclusión: mejor ceder lugares en la lista nacional –en el caso de Entre Ríos, se eligen además senadores– y asegurarse la gobernabilidad de los distritos. Zdero ya cerró una alianza local con LLA y ahora planea hacer lo mismo en la nacional. Cornejo, que fue uno de los impulsores de las leyes para fondear las cuentas de las provincias, también se prepara para ceder y someterse a la lapicera de Karina.
Las conversaciones con este triunvirato, sin embargo, no son suficientes para que el Gobierno se asegure el control del Congreso. “Cornejo y Frigerio son lo mínimo con lo que tenemos que contar. El Gobierno necesita también a todo Juntos por el Cambio y los peronistas no kirchneristas”, señala un operador de Casa Rosada, que advierte que, en la última semana, casi no hubo acercamientos con el resto de los mandatarios provinciales. La fractura interna del Gobierno está expuesta, y cada vez son más las voces que alertan sobre cómo la mala praxis política de los Menem en los cierres electorales provinciales está afectando la gobernabilidad.
El temor, en estos casos, no es tanto a los proyectos de los gobernadores –que, para la mayoría de los mandatarios, funciona más como una herramienta de presión–, sino al futuro de los vetos presidenciales: el segundo desafío de Milei.
En este caso, la estrategia de Menem también ha sido la de dilatar. Las tres leyes sancionadas –el incremento a los jubilados, la moratoria previsional y la emergencia en discapacidad– ingresaron a la Cámara de Diputados a mitad de semana y el riojano postergó todo lo posible el momento de firmarlas. El plazo de 10 días hábiles para vetar las leyes comenzó a correr recién el jueves, por lo que lo más probable es que Milei espere hasta el 30 de julio para avanzar con los nuevos vetos.
En el oficialismo se muestran confiados en que volverá a conseguir un tercio de la Cámara de Diputados –que es donde se debatirá primero, ya que es la de origen– para blindar los vetos presidenciales. Al menos en el caso que más le preocupa, que es la actualización del 7,2% de los haberes jubilatorios y el incremento del bono de los jubilados que cobran la mínima: en LLA analizan que, con el apoyo de gran parte del PRO, los libertarios y algunos radicales mileístas, Milei tendrá más de 80 “héroes” para defender el veto. Y que, con ese número y algunas ausencias claves de algunos gobernadores, será más que suficiente.
No todos en Casa Rosada están de acuerdo, sin embargo. “El Gobierno tiene margen para alcanzar el veto y creo que va a lograrlo, la mesa está servida. Pero tiene que hacer algunos gestos”, advierte un dirigente con terminales en el caputismo. Gestos que, de momento, no aparecen.
Los radicales “con peluca”, como Mariano Campero o Martín Arjol, no recibieron ningún llamado del Gobierno desde que los desplazaron de los armados provinciales. El PRO está partido y, si bien la mayoría del bloque responde a Milei, hay una decena de diputadas que Cristian Ritondo no logra ordenar. Una de ellas es María Eugenia Vidal, presidenta de la Fundación PENSAR, el think tank del macrismo que, hace un par de días, emitió un informe titulado “Dr. Jekyll y Mr. Hyde” en donde cuestiona la pérdida del poder adquisitivo de los jubilados.
El Presidente, sin embargo, hace oídos sordos a estas luces de alerta. Milei apuesta a resistir la volatilidad económica que pueda surgir como resultado de la incertidumbre política y esperar a que todo se encauce en octubre, cuando confía en que un triunfo electoral de LLA termine de ordenar el mapa político. “Jodan todo lo que quieran, los espero el 11 de diciembre”, repite, ante cada derrota legislativa.
Pero hay un problema. Y es que aunque LLA “arrase” en las elecciones nacionales, Milei seguirá necesitando de sus aliados para sostener el control del Congreso. La mayoría de las proyecciones muestran que, aún replicando, en el mejor escenario posible, los números del ballotage de 2023, el Gobierno tendrá un máximo de 100 a 116 bancas.
Así lo demuestra, por ejemplo, un trabajo que realizó el politólogo Pablo Salinas: en tres escenarios posibles, todos tomados en base a los resultados de Milei en 2023, LLA continúa viéndose obligada a negociar para aprobar leyes. Sí tendrá garantizado su tercio vetador, pero no tendrá el número asegurado para el impulso de la próxima oleada de reformas.
Milei tiene, a su vez, un tercer desafío: evitar que el peronismo, el pichettismo de Encuentro Federal y el radicalismo díscolo de Democracia Para Siempre le aseste una nueva derrota legislativa en un par de semanas.
La oposición viene trabajando para aprobar la emergencia pediátrica en el Hospital Garrahan y una actualización presupuestaria para las universidades. El objetivo original era tratarlo esta semana o la que viene en la Cámara de Diputados, pero el cierre de listas bonaerenses y el receso invernal terminaron impidiendo que los jefes de bloque opositores pudieran asegurarse el número para sesionar.
El objetivo, ahora, es impulsar una gran sesión para el 30 de julio. En la oposición se muestran confiados en que tendrán el número y fantasean con anotarse, así, un último triunfo opositor antes del cierre de listas nacionales en agosto. Es ahora o nunca, advierten.
MC/MG
Incógnitas múltiples en el último bastión del cristinismo. Los votantes de la tercera sección electoral tienen la palabra. Una alternativa para salir de la encerrona: el caso Monteverde. Años de letanía y ensimismamiento.
La Provincia de Buenos Aires se transformó hace tiempo en la casa por excelencia del kirchnerismo. En ninguno de los otros 23 distritos electorales, la vertiente peronista fundada por Néstor y Cristina Kirchner tiene hoy un peso tan decisivo como en la provincia en la que viven 37% de los habitantes de Argentina.
En el resto del país, la figura de Cristina sigue teniendo raigambre en segmentos populares y clases medias de tradición progresista —más o menos críticos—, pero dejó de ser una carta de triunfo años atrás. Por el contrario, en ciertas provincias —Córdoba, Mendoza, Capital Federal—, la asociación de las expresiones locales con el mundo Kirchner es una carta de derrota. En Santiago del Estero y Formosa, el kirchnerismo sigue obteniendo triunfos por amplio margen, aunque de la mano de liderazgos locales muy asentados, que manejan sus propias lógica a y hoy responden a la expresidenta, y mañana podrían no hacerlo.
Nadie es tan consciente de esa relativa debilidad como la propia Cristina, que desde 2015 se vio obligada a elegir tres candidatos presidenciales de su espacio que matizaran el signo kirchnerista, a costa de la contradicción intrínseca de la campaña, el borroneo programático y, en la última y traumática experiencia, la disfuncionalidad en el ejercicio del Gobierno. El eje Cámpora-Patria encontró una forma de asimilar el proceso: Cristina fue demasiado generosa al sacrificarse en pos de la unidad y la victoria, pero no fue correspondida por delegados incapaces, mezquinos o traidores.
Hasta hace un tiempo, los politólogos estimaban que el resultado electoral en la provincia de Buenos Aires era en sí mismo un buen predictor para todo el país. No sólo por la incidencia evidente de un distrito en el que viven más de tres de cada diez votantes, sino por la composición social, económica, laboral y demográfica, que hacía que el sufragio en Buenos Aires fuera proyectable a la Nación. En lo que va del siglo XXI, se abrió una brecha y esa interpretación dejó de valer. Varias elecciones recientes terminaron con el peronismo bonaerense unos cuantos puntos por encima del promedio nacional.
Si se afina la mirada, el peso determinante del cristinismo se circunscribe a la medialuna de unos cuarenta kilómetros que rodea a la Ciudad de Buenos Aires: el conurbano. En las principales ciudades del interior bonaerense, como Mar del Plata, La Plata, Bahía Blanca y San Nicolás, el comportamiento electoral se parece al de provincias vecinas con mayor presencia antiperonista y/o antikirchnerista.
No obstante, la delimitación de una expresión política en el conurbano sigue siendo de enorme significado. En 39 partidos del Gran Buenos Aires vive cerca de 25% de los 47 millones de argentinos. Entre las secciones primera (norte y oeste; Vicente López, San Martín, Moreno, Morón, Campana) y tercera (oeste y sur; Quilmes, Lomas de Zamora, La Matanza, Avellaneda, Lanús, Lobos), suman un padrón de 9,4 millones de electores, que se dividen en partes iguales.
Corresponde agudizar el foco para comprender dónde radica el corazón del voto cristinista/kirchnerista.
La primera sección combina municipios urbanos con menor índice de necesidades básicas insatisfechas y mayor presupuesto por habitante del país (Vicente López, San Isidro, Morón, Tigre), otros heterogéneos en su composición socioeconómica (San Martín, Tres de Febrero), terceros más humildes (José C. Paz, Merlo, Moreno), unos cuantos con importantes áreas rurales (Suipacha, Las Heras, Campana, Navarro) y los que contienen cascos urbanos relevantes y, en las afueras, concentran la mayor cantidad de barrios privados, separados de otros abiertos y humildes, paredón de por medio (Pilar, Escobar, Tigre).
En la segunda vuelta de 2023, en la que Milei se alzó con 56% de los votos nacionales, Massa obtuvo 58% en la sección del conurbano oeste-sur,
Ese conglomerado de la primera sección se ha venido comportando electoralmente en forma bastante pareja entre el peronismo y el antiperonismo. En el pasado balotaje, Javier Milei triunfó en catorce partidos de la sección (con un pico de 64% en San Isidro), y Sergio Massa, en diez, con leve ventaja para el segundo en el total, similar al de la provincia en su conjunto.
En cambio, la tercera sección —no exenta de diversidad sociodemográfica— demostró un liderazgo inexpugnable del peronismo liderado por Cristina. En la segunda vuelta de 2023, en la que Milei se alzó con 56% de los votos nacionales, Massa (Unión por la Patria) obtuvo 58% en la sección del conurbano oeste-sur, y triunfó en todos los partidos de trabajadores y populares, con un pico de 63% en Florencio Varela, mientras el ultra sólo ganó en los cinco más asimilables a las características del interior rural de la provincia (Lobos, Cañuelas, Brandsen, Magdalena y Punta Indio).
De modo que el resultado de la elección para diputados y senadores provinciales y concejales municipales de la tercera sección electoral, convocada para el 7 de septiembre próximo, en siete semanas, puede llegar a determinar el destino político inmediato del proyecto de los Hermanos Milei.
Cualquier resultado parecido a un empate en la tercera sección, y ni hablar de una victoria de la alianza La Libertad Avanza-PRO, el camino de la ultraderecha a la elección nacional de medio término del 26 de octubre podría asemejarse a un paseo. En la vereda de enfrente, un resultado agrio para Fuerza Patria o la suma de sus partes —se negociaba febrilmente la remanida “unidad”, al cierre de esta edición— en La Matanza y Lomas de Zamora, y la consecuente derrota provincial significaría una repliegue sobre sí del eje Instituto Patria-Cámpora todavía mayor, y el fin del proyecto presidencial de Axel Kicillof. Los intendentes entrarían en desbandada y el peronismo en su conjunto se atomizaría, con emergentes ávidos de dejarse seducir por Milei.
Aunque los Kirchner centrarían la responsabilidad de un eventual mal resultado en la decisión de Kicillof de desdoblar los comicios, la aceleración del fin del liderazgo de la expresidenta parecería inevitable. Si Cristina ni siquiera garantiza una victoria en su último bastión, fuere porque perdió apoyo popular o autoridad, la lealtad y su impostura habrán perdido incentivos. Desde dónde y bajo qué forma podría llegar el desafío es una de las mayores incógnitas de la política.
Claro que la hipótesis contraria está sobre la mesa. Una victoria muy contundente del peronismo en la tercera sección proyectable a toda la provincia demostraría que la resistencia a Milei es fuerte. Aunque habrá una disputa por la paternidad de un eventual triunfo peronista, otro elemento saliente sería que Kicillof quedará en condiciones de discutir mano a mano en la primera liga de la política.
La lectura inmediata de un mal resultado para Milei en el sistema de poder, tanto político como financiero, agitaría las aguas en los días y semanas posteriores, y modificaría la perspectiva de un triunfo de LLA el 26 de octubre. Se precipitaría una crisis en el Mundo Milei, sus gritos, sus groserías, el canchereo de los funcionarios que suben y bajan tasas como si timbearan, la compulsión a tomar deuda, los streamings fascistas y las pantallas enardecidas de Clarín, América y La Nación.
Así las cosas, en la noche electoral, habrá que mirar qué hicieron los habitantes de la villa Virrey del Pino, en La Matanza, o las familias de siderúrgicos de Avellaneda, o aquéllos que se levantan a las seis, combinan colectivo, tren y subte para llegar a su trabajo precario en el centro de la Capital desde Florencio Varela o Rafael Castillo, y traen algo en el tupper o comen un pancho de parados. El “qué hicieron” incluye la duda de a quién votaron, y si votaron.
Se precipitaría una crisis en el Mundo Milei, sus gritos, sus groserías, el canchereo de los funcionarios que suben y bajan, la compulsión a tomar deuda, los streamings fascistas y las pantallas enardecidas de Clarín, América y La Nación
Un tercer escenario provincial también es obviamente factible: resultado parejo o incluso victoria de LLA por un margen escaso, que prolongue la situación actual de preeminencia de la ultraderecha, sin que se despeje del todo lo que el mundo financiero entiende como “el riesgo populista”.
Para mayor incertidumbre, los barrios más humildes del conurbano son los más difíciles de medir en los sondeos y los que han dado mayores sorpresas con sus vuelcos electorales y su abstención en los últimos años.
El Gobierno, consultores y medios transmiten y promueven una supuesta épica que “padece, pero apoya” un ajuste que perfora la vida de los hogares y los barrios, porque se prioriza la “estabilidad” y se premia un proyecto “que termine con todo lo anterior”. Es probable, o lo contrario.
Juan Monteverde, quien acaba de ganar la elección municipal en Rosario con una alianza entre su partido, Ciudad Futura (izquierda), y el peronismo, no observa tal resignación, ni una corriente mayoritaria de apoyo a Milei, ni un proceso de derechización social. “Hay desafección de una parte de la población, que es más que una crisis de representación. Significa que muchos no ven una conexión entre lo que pasa ahí arriba, en la dirigencia, y su vida cotidiana”.
Ante ello, el concejal rosarino tiene claras dos opciones a evitar: derechizar la propuesta para supuestamente sintonizar con la corriente relatada en los medios, o “empantanarse en la misma forma y discurso, refugiarse en identidades, a la espera de que la gente recapacite y sienta en carne propia las consecuencias de lo que votó”, lo que define como “una postura horrible”.
Hay desafección, que es más que una crisis de representación. Significa que muchos no ven una conexión entre lo que pasa ahí arriba, en la dirigencia, y su vida cotidiana
Monteverde, una de las voces más novedosas de la política, vislumbra que una “alternativa, que significa más que oposición, será lo que permitirá sintonizar con una mayoría social, que viene de abajo hacia arriba y de la periferia al centro, para superar esta vergüenza que sentimos como país de tener a este Presidente”. Para el dirigente, la alternativa supone sostener proyectos concretos que permitan construir un horizonte, y demostrar de qué modo la política se vincula a mejor transporte, seguridad y acceso a los alimentos.
Un dato saliente es que el eje Cámpora-Patria logró imponer en el debate interno del peronismo, —al punto de que sus medios y streamings no atinan siquiera a repreguntar la idea contraria—que Cristina no tuvo responsabilidad alguna en el fracaso del Gobierno del Frente de Todos. Que, por el contrario, la expresidenta alertó sobre la “necesidad de alinear crecimiento con precios, tarifas y salarios”, pero no fue escuchada.
Era 2021, la pandemia no terminaba, y el eje Cámpora-Patria ya había decretado que Alberto Fernández era un “pelele” y “un traidor”, y Martín Guzmán, “un infiltrado del poder financiero internacional”; frases de sus voces más hirientes, no contradichas, más bien confirmadas en las cartas de la jefa del espacio. Ese año, el PBI de Argentina creció 10%, una recuperación plena e inesperada por todos los pronosticadores económicos y el FMI desde la caída del 2020, año hundido por el peso de la deuda de Macri y el coronavirus.
Desde aquella ofensiva de mediados del Gobierno de Fernández, el cristinismo no se movió un ápice. Más bien, se felicita por su rechazo al acuerdo de pagos de la deuda con el FMI que había tomado Macri. Ese acto de arrojo protagonizado por Máximo Kirchner y avalado por su madre fue en el medio del río, tras dos años de negociaciones en las que ni se había esbozado el desconocimiento de esa deuda, apenas consumada una derrota electoral y en el comienzo de una guerra en el centro de Europa que desbarató la economía mundial. Siguió un pacto con Massa, una sequía y un final a toda orquesta, con devaluación y dilapidación de subsidios, caldo de cultivo ideal para que la promesa de dolarización de Milei hiciera estragos.
Kicillof esbozó hace más de un año la necesidad de entonar “nuevas melodías”. Acto seguido, guardó la guitarra, acaso porque el eje Cámpora-Patria dedicó toda su energía a hacer tronar el escarmiento
Por si la letanía del cristinismo ortodoxo no fuera de por sí insuficiente para interpelar a una familia que padece quince años de una economía a los tumbos o en recesión, el peronismo bonaerense ofreció un capítulo agotador de una pelea entre los Kirchner y Kicillof, con múltiples condimentos de continuidad de aquélla con Alberto Fernández. El forcejeo impresentable por la presentación de listas que se extendió hasta la madrugada de este domingo marco un eslabón más de una dinámica tóxica.
El gobernador bonaerense esbozó hace más de un año la necesidad de entonar “nuevas melodías”. Acto seguido, guardó la partitura, acaso porque el eje Cámpora-Patria dedicó toda su energía a hacer tronar el escarmiento. Más que componer melodías, Kicillof entendió que debía que centrarse en forjar un escudo y una red de protección ante el ataque de Milei, e intentar un armado electoral que le permitiera sobrevivir a los Kirchner. El cálculo incluye la condición de que las elecciones que él mismo adelantó, y para las que anuló las primarias obligatorias, no lo saquen de pista.
Ya lo expresó Mayra Mendoza, la principal espada pública de Cristina y Máximo. La intendenta de Quilmes se siente mucho más “convocada por Guillermo Moreno para volver a enamorar” que por Kicillof, quien la decepciona.
SL
slacunza@eldiarioar.com
Arrancan siete semanas de campaña para una elección provincial que podría reformatear el tablero político. Los nombres de quienes darán la batalla bonaerense.
Quedó definido el mapa de los principales candidatos que competirán en las ocho secciones electorales de la provincia de Buenos Aires por un lugar en la Legislatura en los comicios del 7 de septiembre. Se renovarán 46 diputados y 23 senadores, la mitad de cada cámara.
Hubo intensas negociaciones hasta último momento para delinear las boletas de los dos principales frentes políticos, La Libertad Avanza-PRO y Fuerza Patria.
El peronismo tuvo que pedir una prórroga para presentar los nombres, que la Junta Electoral le concedió hasta el lunes. En las secciones electorales clave, el gobernador Axel Kicillof logró imponer a dos dirigentes de su círculo más cercano: el ministro de Infraestructura, Gabriel Katopodis, encabezará la boleta de senadores en la Primera Sección, mientras que la vicegobernadora Verónica Magario liderará la de diputados en la Tercera. Ambos nombres desplazaron a los intendentes Federico Achával (Pilar) y Mariano Cascallares (Almirante Brown), que también aspiraban a esos lugares.
En cuanto al frente Alianza La Libertad Avanza, el titular del PRO en la provincia, Cristian Ritondo, el legislador Diego Santilli y Guillermo Montenegro, intendente de General Pueyrredón, lograron colar varios nombres propios en la distribución de las listas que selló la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
Para la elección, el territorio bonaerense se divide en 8 secciones electorales. En 4 se elegirán senadores y en las otras 4, diputados. Estos son los principales candidatos, sección por sección, de las boletas de La Libertad Avanza-PRO, Fuerza Patria, Somos Buenos Aires y los frentes de Izquierda:
(Elige 8 senadores)
(Elige 11 diputados)
(Elige 18 diputados)
(Elige 7 senadores)
(Elige 5 senadores)
(Elige 11 diputados)
(Elige 3 senadores)
(Elige 6 diputados)
Con información de NA
El presidente planteó la elección provincial del 7 de septiembre como choque entre "Kirchnerismo o libertad" "statu quo vs. cambio" "pobreza vs. progreso".
El presidente Javier Milei se expresó en redes sociales sobre la elección bonaerense tras el cierre de listas. Pasado el mediodía, reposteó un mensaje de su partido con un discurso suyo en el que afirmaba que el 7 de septiembre “no se trata simplemente de un partido político contra otro, es un choque de modelos y dirección”. Y describe a la contienda como “el modelo de la casta contra el modelo de la libertad”, “es el partido del Estado contra el partido de quienes trabajan y prosperan por su propio esfuerzo”.
“Civilización o barbarie, libertad o servidumbre, todo esto y mucho más está en juego” afirmaba el mandatario en el video editado.
Además, en su cuenta de X escribió: “Cuando pasan cosas como las de anoche me pregunto que pensarán los imbéciles que acusan de violentar a la República porque los modales no son de su agrado. No dimensionan el monstruo que enfrentamos . De hecho, el monstruo vive porque cuando lo ven se orinan en las patas. VLLC!”
Antes, había reposteado una publicación del armador libertario en territorio bonaerense, Sebastián Pareja, en la que hacía referencia al corte de luz que habilitó la postergación del cierre oficial de presentaciones para el lunes, y que vinculó a “las mismas y lamentables viejas maniobras de siempre”.
El cierre en el frente de La Libertad Avanza ocurrió temprano al caer la tarde del sábado: Karina Milei se mostró sonriente en La Plata con los amarillos Cristian Ritondo y Diego Santilli. También se los vió contento a Lule Menem y Sebastián Pareja. La imagen dejó expuesto al ausente: Santiago Caputo, que nunca apareció en las conversaciones, como tampoco sus dirigentes en las listas.
MP
El gobernador y el hijo de Cristina Kirchner estuvieron distanciados gran parte del sábado y no hubo foto conjunta. La hermana del Presidente cedió ante Ritondo y Santilli, dejando de lado al asesor todoterreno. Los nombres confirmados.
Faltaban apenas minutos para la medianoche de este sábado cuando un funcionario de Axel Kicillof fue lapidario: “Hace una hora que no hay diálogo”, dijo desde La Plata, epicentro del cierre de listas electorales para las próximas elecciones de la provincia de Buenos Aires. El mensaje revelaba la tensión que existió toda la jornada entre el gobernador y Máximo Kirchner para definir los candidatos de Fuerza Patria, principalmente los de la Primera y Tercera Sección -el norte y sur del conurbano-, además de los ediles en los municipios. Sergio Massa estuvo en la capital provincial, pero fue un misterio la ubicación del hijo de Cristina Kirchner -con arresto domiciliario en San José 1111, Capital Federal-.
El kilómetro 0 de la campaña por la Legislatura bonaerense y los concejos deliberantes en los 135 municipios fue a priori más dramático en el oficialismo provincial que en sus retadores. Revela que el pamperonismo ya comenzó a disputar la conducción del espacio de cara al 2027.
El cierre en el frente de La Libertad Avanza ocurrió temprano al caer la tarde: Karina Milei se mostró sonriente en La Plata con los amarillos Cristian Ritondo y Diego Santilli. También se los vió contento a Lule Menem y Sebastián Pareja. La imagen dejó expuesto al ausente: Santiago Caputo nunca apareció en las conversaciones, como tampoco sus dirigentes en las listas. Los libertarios inscribieron a algunos intendentes en funciones, lo que daría la sensación de que son testimoniales, y sorprendieron con un expolicía para disputar el bastión peronista del sur conurbano.
Más ordenado se mostró también al final Somos Buenos Aires, la tercera vía armada entre los disidentes del radicalismo, el peronismo y el macrismo. ¿Nace un nuevo Juntos por el Cambio?
En los hechos, la elección del próximo 7 de septiembre son ocho elecciones en simultáneo, porque cada sección vota cargos distintos. La Primera (norte del conurbano), Cuarta (oeste provincial), Quinta (que abarca la costa atlántica) y Séptima (el centro de PBA) renuevan sus senadores en la Legislatura. La Segunda (norte provincial), Tercera (sur del conurbano), Sexta (sur provincial) y Octava (La Plata) eligen a sus diputados. A su vez, cada partido renueva a la mitad de sus concejales y consejeros escolares.
Fuerza Patria logró la unidad forzada cerca de las 2 de la madrugada pero Kicillof y Máximo no pudieron mostrarse juntos. Tampoco quisieron hacerlo durante las jornadas previas, donde llegó a haber peleas a gritos. Hasta bien entrada la noche hubo misterio por los nombres y se pidió una prórroga a la Justicia Electoral cuando hubo un repentino corte de luz en la Legislatura: finalmente las autoridades habilitaron hasta este lunes a las 14 la posibilidad de confirmar los postulantes.
Finalmente, como anticipó elDiarioAR, Gabriel Katopodis, ministro de Kicillof, quedó como cabeza de la Primera; y Verónica Magario, vicegobernadora, en la Tercera. Sus figuras marcó que la pulseada fue para Kicillof, aunque el resto de las secciones fueron para La Cámpora, interpretó un operador.Habrá que esperar, sin embargo, la depuración total de las listas y sobre todo de los municipios para determinar qué tribu ganó o perdió más (en las intendencias gobernadas por un peronista era compleja la cesión de lugares al resto de los socios internos). Al comienzo de la semana la proporción negociada por los tres socios era que el Movimiento Derecho al Futuro y La Cámpora se repartían casi la misma cantidad de lugares, y poco menos para el Frente Renovador.
“Hay acuerdo final”, comentó un operador pasada la medianoche. “Es un quilombo de la san puta”, dijo un funcionario de Kicillof. A las 7.48 del domingo llegó un mensaje del vocero de uno de las principales espadas: “Ya está, hay unidad”. Las cabeza de listas en las secciones del peronismo son finalmente:
Mientras el pamperonismo discutía, Karina pactó con Ritondo que la cabeza de la lista en la Tercera sea para Maximiliano Bondarenko, un expolicía de la Bonaerense y actual concejal de Florencio Varela. Salió del entorno de Pareja pero tiene pasado cerca de María Eugenia Vidal, es decir con Ritondo.El asesor Caputo pugnó por el secretario de Culto, Nahuel Sotelo. Las Fuerzas del Cielo no consiguió casilleros.
En la Primera irá el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, íntimo de Milei, lo que desafía la narrativa anti-casta del Gobierno: ¿será un candidato testimonial? También jugará como cabeza de la Quinta el intendente de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro, uno de los amarillos que más negoció con los violetas.
Detrás de las candidaturas de LLA Ritondo y Santilli quedaron con un sabor agridulce. Consiguieron un tercio de los lugares “entrables”, cuando la proporción en la negociación previa era 25-75, pero no pudieron evitar la ruptura territorial amarilla. Por ejemplo, en Vicente López, terruño de Jorge Macri vía Soledad Martínez, Karina cedió a que de los nueve concejales el PRO no solo encabezara, sino que metió cinco más. En reverso: cuatro intendentes macristas del interior rompieron y jugarán por su lado: Javier Martínez de Pergamino; Diego Reyes de Puan; María José Gentile de María José Gentile y Pablo Petrecca de Junín.
En general las listas de LLA se llenaron con nombres de Karina-Pareja más exmacristas y experonistas. Las cabezas para las secciones de La Libertad Avanza quedaron:
Somos Buenos Aires buscará ser la tercera vía a partir de la alianza de los disidentes peronistas, radicales y macristas. Bajo ese paraguas convivirán figuras referenciadas en el cordobés Juan Schiaretti, la vertiente de la UCR de Facundo Manes y Martín Lousteau, la Coalición Cívica de Elisa Carrió, y nombres con peso territorial propio como el intendente de Tigre, Julio Zamora, y los amarillos hermanos Passaglia que conducen San Nicolás.
Zamora y Manuel Passaglia son las principales novedades de la fuerza que tiene como armador tras bambalinas a Emilio Monzó, aliado de Miguel Pichetto en Diputados. La intención del armado es contener a los desencantados con el mileísmos y los agotados del kirchnerismo. Los primeros candidatos del espacio serán:
MC