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Efecto Cristina presa: el PRO acuerdista apura la alianza con LLA, mientras Macri pide cerrar con “dignidad”

Efecto Cristina presa: el PRO acuerdista apura la alianza con LLA, mientras Macri pide cerrar con “dignidad”

El ritondismo confía en que la unidad del peronismo ayudará a acelerar las negociaciones con el Gobierno. El mensaje de Mauricio Macri en una reunión del Consejo Nacional del PRO y la libertad de acción para los partidos locales. La rebelión de Vidal y Lospennato.

“Vamos a volver”, repite Cristina Fernández de Kirchner, en un audio que sobrevuela una Plaza de Mayo colmada de manifestantes, y un referente bonaerense del PRO suspira, aliviado. “Esto es bueno para nosotros”, admite el dirigente que hace equilibrio entre propios y libertarios para fusionar al PRO con La Libertad Avanza en la Provincia de Buenos Aires. Las conversaciones diarias se sostienen, pero el Gobierno prefiere esperar a ver como se desarrolla la novela peronista, y en el acuerdismo amarillo están hambrientos de excusas que le permitan reforzar su peso en la mesa de negociaciones. Y la postal de unidad del panperonismo se presenta, así, como una oportunidad.

El razonamiento de los armadores bonaerenses del PRO es el siguiente: si la condena a CFK logra unificar al peronismo detrás de su liderazgo, el Gobierno va a estar obligado a hacer lo mismo con el PRO si desea ganar la Provincia. Sin guerra fraticida, el kirchnerismo, que es oficialismo en PBA, puede hacer una muy buena elección, incluso ganar. Los necesitan, insisten, porque Mauricio Macri, si se enoja y decide jugar solo, puede hacer daño. No mucho, pero lo suficiente para perder la elección.

“(María Eugenia) Talerico te arma una lista y te saca cuatro puntos. Y Espert pierde con Kicillof por dos. ¿Qué haces?”, provoca un dirigente amarillo con diálogo cotidiano con Casa Rosada, que apuesta a que Santiago Caputo y Karina Milei -los dos interlocutores de Cristian Ritondo y Diego Santilli- perciban en la unidad peronista una amenaza lo suficientemente grande que permita terminar de allanar las negociaciones. “El peronismo está acostumbrado a pelear, no se relajan. No hay Marcos Peña en el peronismo, estás acostumbrados a las peleas difíciles y van a poner todo”, advierte, veterano de muchas campañas bonaerenses.

Cristian Ritondo y Diego Santilli, armadores bonaerenses del PRO

La fantasía, saben, parte de una carencia: la falta de poder en una negociación con un interlocutor que ocupa el sillón presidencial, tiene vaivenes mesiánicos y está empoderado tras una serie de (estrechas) victorias electorales provinciales.“Hacemos lo que podemos, el PRO es un partido en descomposición”, confiesa un dirigente amarillo, en una flexibilidad que, por momentos, se asemeja a la resignación.

A los acuerdistas del PRO, sin embargo, les resulta más sencillo sentarse a negociar con Caputo que con el propio Macri. O con los macristas residuales que están en pie de guerra con LLA, y amenazan con rebelarse a la fusión si no cumple con el requisito mandatado por el partido. Es decir: acuerdo sin sometimiento.

Una promesa que el ritondismo no sabe si podrá cumplir.

La resignación de Macri y la rebelión de Lospennato

La misión de ustedes es salvar al PRO en sus provincias. Arreglen, pero con dignidad”, les dijo Macri a los consejeros del PRO en una cumbre nacional la semana pasada. El presidente del partido le daba, así, libertad de acción a los armadores de cada provincia para que cerraran los acuerdos que consideraran pertinentes para salvar al partido. Macri recordó que habían existido ya diversos esquemas de alianzas en lugares como Santa Fe, Salta y Ciudad de Buenos Aires, y abrió la puerta a que cada partido local trazara la mejor estrategia para sobrevivir.

El ritondismo interpretó este mensaje como una luz verde a avanzar con las negociaciones. “Mauricio, ante lo inevitable, se relaja y goza”, graficó un dirigente bonaerense, para quien las condiciones de “dignidad” todavía hay que discutirlas. Macri, por ejemplo, exige que el PRO y LLA vayan juntos en un frente electoral: no quiere una boleta pintada de violeta engrosada con nombres amarillos, como demanda Karina.

Mauricio Macri mandató a Cristian Ritondo para cerrar un acuerdo electoral en PBA con LLA

Los armadores bonaerenses, de momento, negocian una alternativa intermedia. Para la elección provincial de septiembre se irá a un frente, que llevará un nombre alegórico a LLA pero que dará cuenta de que forma parte de una alianza más amplia. En octubre, admiten, la boleta será violeta y no dirá otra cosa que LLA.

Para un sector del macrismo, sin embargo, estas condiciones encubren la sumisión del partido. En la reunión del Consejo Nacional del PRO, hubo varias voces, como la de María Eugenia Vidal o de Gisela Scaglia, vicegobernadora de Santa Fe, que exigieron que el PRO mantuviese sus valores y su historia, y no se “tiñera de violeta”. Plantearon reeditar la oferta de Juntos por el Cambio y reubicarse como una alternativa a Javier Milei pensando en 2027.

Ritondo, que escuchó en silencio, argumentó que era “tarde” para plantear una estrategia nacional, y explicó que él tenía que defender la “integridad” de los 13 intendentes bonaerenses que tiene el PRO. Ellos son, explican los armadores bonaerenses, la prioridad: la lapicera en aquellos distritos tiene que estar controlada por los intendentes y no se puede arriesgar a llenar los concejos deliberantes con otra cosa que no sea PRO puros. A cambio, argumentan, se podrá ceder espacio en otras listas.

Ritondo, sin embargo, está en una posición incómoda. Presiona para avanzar con un acuerdo con LLA y está confiado en que, pese a las tensiones con Karina, logrará cerrarlo. Cuenta, para ello, con el cariño del propio Milei, con quien tiene un vínculo personal. Pero no puede avanzar demasiado rápido sin asegurarse, antes, el respaldo de sus compañeros en el PRO. Un apuro en cerrar un acuerdo no “digno” podría acelerar una ruptura en el bloque de Diputados que preside, y se abriría, así, un nuevo frente de conflicto con LLA, que espera que Ritondo ayude a blindar a Milei en el Congreso.

Mauricio Macri junto a María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato

El principal temor, en este caso, es el efecto Silvia Lospennato. La diputada del PRO, que se llevó la marca de la derrota en la elección porteña, está furiosa con Milei, Martín Menem y LLA. Los acusa de haber impulsado una campaña sucia en su contra, y desconfía del acuerdo que Santilli y Ritondo quieren cerrar en PBA. Sospecha que el verdadero objetivo de LLA es destruir al PRO, y se rebela ante la idea de fusionarse con el oficialismo.

La rebeldía de Lospennato, en el último par de semanas, se convirtió en un dolor de cabeza para Ritondo. Su ausencia, junto a otras ocho diputadas del PRO, en la votación en la Cámara de Diputados por el aumento de las jubilaciones despertó las alarmas. Dos semanas después, la preocupación oficialista se extiende, porque tanto Lospennato como Vidal anticipan, puertas adentro, que no ayudarán a blindar el futuro veto de Milei a la ley.

Lospennato considera que ella ya cumplió con su candidatura porteña y que ya no le debe nada a nadie. Está molesta con LLA y, al igual que una decena de legisladoras, se rehúsa a continuar votando de manera automática en el Congreso. En el ritondismo confían en que Macri las terminará ordenando, pero los más mileístas del PRO temen que la rebelión termine generando una grieta en el escudo protector que el presidente logró construir en Diputados. “Tienen razón en tener miedo”, masculla una dirigenta del riñón de Lospennato, y promete guerra.

MC

Cazadas como animales en el Gran Chaco argentino: el grito colectivo de las mujeres de la ruta 81

Cazadas como animales en el Gran Chaco argentino: el grito colectivo de las mujeres de la ruta 81

A 400 kilómetros de Salta capital, un grupo de mujeres indígenas denuncia lo que desde hace siglos es un secreto a voces en el Gran Chaco argentino: los criollos abusan sexualmente de niñas y adolescentes wichí mientras el Estado no investiga y los culpables siguen impunes.

La tarde del 15 de febrero de 2022, cuando Moni firmaba la carta, sabía que no lo hacía solo por ella. “Acá no se salva nadie, ni la hija del cacique”, dice esta mujer wichí de 30 años, estatura pequeña y cabellera larga. Vive en la comunidad indígena Misión Kilómetro 2, emplazada frente a Pluma de Pato, un pueblo de apenas 200 habitantes del departamento salteño de Rivadavia.

Hace tres años, ella y un grupo de mujeres firmaron una carta pública en la que denunciaban los abusos sexuales que sufrieron cuando eran adolescentes. “Por suerte yo no lo vi más, pero mi mamá se vivía topando con ellos porque vivían ahí enfrente”, dice Moni, señalando la entrada de la comunidad, mientras pastorea sus siete cabras. En el horizonte, después de una lomada de arbustos, se ve la ruta 81. “Solo hay que cruzarla. Son diez minutos a pie”.

Despojados de sus tierras, los wichí —uno de los 14 pueblos originarios de Salta— sobreviven a la sombra del pueblo criollo. De un lado de la carretera, cercados por enrejillados con restos de maderas, están sus ranchos de techos de chapa sostenidos por horcones de palo santo y paredes construidas con retazos de plástico y ramas. Del otro, las casas de cemento y bloques de las familias criollas, población que se define como blanca y descendiente de europeos.

Comunidad wichí Misión Kilómetro 2

Moni lleva sus cabras hacia el rancho de su familia. Son las siete de la tarde y el sol tiñe de dorado el terreno poblado de chanchos, gallos, gallinas, perros y más cabras. Apenas la ven llegar, sus hermanas salen a su encuentro. A un costado, su madre está concentrada dándole de comer a cinco loros que tiene en un balde negro. Son muy pequeños y al no tener casi pelo parecen muñecos de hule. La escena hace reír a las mujeres de la familia, que miran con complicidad mientras traen sillas para armar una ronda en un rincón del patio. Durante más de una hora, sentada en el centro del círculo, Moni cuenta lo que ocurrió hace tres años en Pluma de Pato. Dice que ahora las mujeres que firmaron la carta no quieren hablar: “Se arrepienten de haberlo sacado a la luz. Tienen miedo”. En medio de la conversación, su sobrina más pequeña se sienta en su falda. Está llorando porque uno de los loros le picó la mano. Moni le seca las lágrimas del rostro, la aprieta contra su pecho y susurra: “Yo quiero advertir y orientar a las que vienen atrás”.

Nehuayiè-Na’tuyie thaká natsas-thutsay-manses

El 16 enero de 2022, Moni junto a otras mujeres de la comunidad Misión Kilómetro 2 cruzaron la ruta 81 y marcharon por las calles de Pluma de Pato. Iban en filas ensambladas unas con otras. En sus manos llevaban una amplia pancarta: “Justicia por Pamela”. Habían perdido el miedo.

Un día antes, el cuerpo de Pamela Flores, una niña de 12 años de la comunidad, había aparecido tirado entre pastizales al costado de la carretera. Hacía días que Moni no dormía. “Ella venía a casa, la cuidábamos. Ahora cuando veo a una niña en la carretera enseguida pienso en ella”.

40 años atrás, en épocas de lluvias y crecidas, la ruta 81 era intransitable. Pasar de la tierra al asfalto fue el sueño del progreso para salteños y formoseños. Pero no para los wichí. Desde su pavimentación, sus miles de kilómetros son tierra de nadie: de trabajadores zafrales que en época de siembra y cosecha aprovechan su cercanía con pasos fronterizos, de camioneros que se orillan a su costado buscando niñas y adolescentes indígenas.

Mapa de la ruta 81

Las mujeres de la comunidad wichí estaban cansadas de ver desaparecer a sus hijas. El día de la marcha se reunieron y convocaron a Octorina Zamora, referente de las luchas de las mujeres indígenas de esta zona. En 2015, Octorina acompañó a la familia de Juana, una niña wichí de 12 años cuyo cuerpo también apareció tirado, esta vez, en una cancha de fútbol en Santa Victoria Este, en el extremo noreste de la provincia de Salta.

Juana había salido a comprar pan con dos amigas cuando ocho hombres criollos las interceptaron y empezaron a perseguirlas. Sus amigas lograron escapar, pero a Juana la arrastraron hasta una cancha de fútbol. Allí la drogaron y violaron varias veces. Su abuso conmocionó a la provincia: la niña tenía un retraso madurativo y estaba embarazada de un abuso sexual anterior. Fue el primer caso de violación grupal a una niña wichí que llegó a juicio y en el que los agresores fueron procesados.

“Ellas estaban decididas. Querían tomar acciones, pero necesitaban esa fortaleza que Octorina de alguna manera les brindaba”, dice Tujuay Gea Zamora, hija de la lideresa indígena. Desde la muerte de su madre, en junio de 2022, Tujuay acompaña a las mujeres de la zona.

Octorina se puso al frente. Convocó a autoridades nacionales y provinciales para participar de la Primera Asamblea de Mujeres Indígenas de la ruta 81, organizada bajo la consigna “Nehuayiè-Na’tuyie thaká natsas-thutsay-manses” (acompañemos a nuestras infancias y adolescencias).

Misión Kilómetro 2.

El 11 de febrero de 2022, un mes después del femicidio de Pamela, un helicóptero despeinaba a un grupo de mujeres que esperaban desde temprano en el patio de la escuela de Pluma de Pato. Llegaban a la zona la ministra de Desarrollo Social, el ministro de Justicia y Seguridad, el de Asuntos Indígenas, la delegada de la Secretaría de Derechos Humanos, la defensora de Niños, Niñas y Adolescentes de la Nación, el jefe de Policía y el representante en Salta del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo.

Esa mañana, periodistas de medios nacionales —que rara vez llegan al Chaco salteño— se agolpaban con sus cámaras para cubrir el encuentro. Pero esta vez los noticieros no retrataron a las wichí de cabeza gacha y caminando descalzas por los caminos de tierra. “Nos habían hecho ver como animales, como seres inferiores, como gente que hay que estar constantemente asistiendo y que no somos dignos de respeto. Que lo mejor que nos puede pasar es ser parte de la servidumbre que incluye la servidumbre sexual”, dice Tujuay.

Hätäy, el demonio blanco

Durante la Asamblea, las mujeres denunciaron el abandono por parte de las instituciones públicas y plantearon la necesidad de crear un comité de emergencia para abordar las situaciones de violencia contra niños, niñas, adolescentes y mujeres indígenas.

Pero no solo fue un encuentro institucional. La Asamblea generó un espacio de confianza entre las mujeres que las arrancó de un silencio con raíces tan profundas como los abusos. Tres días después, Moni y una veintena de mujeres firmaban una carta dirigida al ministro de Seguridad y Justicia de Salta de ese momento, Abel Cornejo, en la que denunciaban juntas y por primera vez el crimen que desde hace siglos determina el futuro de las y los wichí .

Las mujeres que suscribimos esta nota hemos sido madres de niños que han nacido fruto de relaciones con hombres “criollos” como se los llama comúnmente por esta zona, hombres que no pertenecen a nuestra comunidad.

La mayoría son hijos de personas que caminan impunemente por las calles del pueblo. Son hijos de los primeros trabajadores de la ruta que vinieron de otras provincias, son hijos de los almaceneros, de los carniceros, de policías, de gendarmes, de maestros, enfermeros, y de todos los que en su momento quisieron “satisfacer” con nuestros cuerpos sus deseos sexuales.

Foto: Julieta Bogado.

Hace muchos años, cuando los wichí vivían en el monte, los brazos de los cauces de los ríos Bermejo y Pilcomayo eran su escudo de protección. Al abrigo de sus riberas, las mujeres recolectaban plantas y frutos silvestres. Tejían con la fibra de la hoja de chaguar —una planta típica de la región— mientras los hombres cazaban y pescaban. Pero desde la conquista del Gran Chaco, desde las luchas invasoras para fundar el Estado nación argentino, los criollos han avanzado sobre sus territorios y sobre los cuerpos de sus mujeres.

Los hombres de los que habla la carta viven en Pluma de Pato o alguna vez estuvieron allí. En el norte salteño, “salir a chinear” o “a gatear” —violar en grupo o individualmente a niñas y adolescentes indígenas— es una salvaje herencia que los criollos suceden a sus hijos desde la colonización. “Mi madre me decía: ‘Vos ves a más de dos changos criollos y corrés’”, recuerda Tujuay.

Los criollos —hätäy, “demonios blancos” en wichí— sienten que las niñas y las adolescentes, como todo lo que los rodea, les pertenecen. Las mujeres wichí cuentan cómo las esperan a la salida de la escuela, las persiguen por los senderos, las engañan para ganarse su confianza, les ofrecen alcohol. Les dicen “no corrás¨, ”no tengas miedo“, ”no seas arisca“. También las cazan como animales, se las llevan por la fuerza, en moto o en camioneta, a zonas remotas del pueblo o a parajes más agrestes.

Pero no son crímenes desconocidos. “En los pueblos todo el mundo lo sabe”, dice Tujuay. En rondas de amigos o entre familiares, los criollos comentan en broma: “La María está preñada. ¡Es tuyo! Yo te vi correteándola en el monte”.

El círculo de la impunidad se cierra con la complicidad de quienes deberían investigar. En plena pandemia, dos policías fueron denunciados en Pluma de Pato por abusar de una niña wichí dentro de un patrullero. El caso llegó a la opinión pública porque un hombre de la comunidad los filmó con su celular. Sin embargo, ninguno de los agentes fue procesado. Como castigo los removieron de sus cargos.

La denuncia colectiva de las mujeres de la ruta 81 no fue solo un reclamo de justicia para ellas (la mayoría fue abusada cuando tenía entre 13 y 14 años). También fue un pedido de reparación para los niños y niñas que nacieron producto de esos abusos sexuales.

“Nuestros niños sienten que no pertenecen a ningún lado, ya que se sienten wichí pero se ven como criollos, por eso son víctimas de burlas crueles por parte de otros niños. Mi hijo me pregunta ¿por qué somos distintos?”

Foto: Julieta Bogado.

El etnocidio wichí: sobrevivir en el Chaco salteño

En el agreste Chaco salteño, los hijos de las mujeres wichí están condenados a la miseria. Sin alimentos que cazar o pescar, y con aguas contaminadas, mueren por hambre y deshidratación. En 2020, la muerte de seis niños en una sola semana por desnutrición obligó al Gobierno provincial a decretar la emergencia sociosanitaria en la zona. Cinco años después, nada cambió.

En tierras de costra seca y calor agobiante, las infancias mueren por cuadros de vómitos y diarreas que en las grandes ciudades se curan con medicamentos o con la llegada a tiempo de una ambulancia.

“Los caminos están horribles. El colectivo para ir al hospital pasa tres veces al día y los pasajes están caros. La gente no tiene dinero”, cuenta Lola, una joven wichí de 28 años, sentada en el patio de su casa. El piso huele a aserrín de palo santo. A unos metros, su hermano sostiene una tabla mientras su padre la corta en trozos con una sierra. Son de los pocos carpinteros que aún resisten en Misión Chaqueña, otras de las comunidades indígenas cercanas a la ruta 81.

Cada año, la ganadería extensiva y el cultivo de soja devoran los últimos árboles ancestrales del pueblo wichí. En los últimos treinta años, más de 150000 hectáreas de bosque fueron arrasadas.

En la mesa de la carpintería hay apilados en grupos tenedores, cuchillos, cucharas y atrapasueños de palo santo que la familia prepara para vender. Lola es la única que no se dedica a las artesanías: “Yo estudié para agente sanitario, pero el cacique no me avala, por eso por el momento soy facilitadora bilingüe”.

Unas horas más tarde, en la única sala sanitaria de Misión Chaqueña, donde una vez al mes —con suerte— atiende la obstetra, Lola traduce a ritmo pausado la indicación que la especialista le da a una mujer. Aunque la mayoría de las wichí habla español, la presencia de intérpretes ayuda a que no lo vivan de manera traumática. “Muchas no vienen porque tienen miedo. Si entendieran nuestra cultura, nuestras medicinas, eso no sucedería”.

Le pregunto a Lola si sabe lo que pasó en Pluma de Pato. Me dice que sí: “Yo estoy acompañando a dos niñas que fueron abusadas y tienen hijos de un mismo cortador de varillas”. Lola cuenta que en estos años ha escuchado a niñas y adolescentes abusadas decir que no querían esos embarazos. “Pero son las madres las que les dicen que hacer un aborto es un pecado. Las iglesias nos meten esas ideas”

Desde principios del siglo XX, la cosmovisión wichí ha sido atravesada por la moralidad cristiana impuesta por misioneros anglicanos y evangélicos que llegaron al territorio con sus prédicas. A tal punto que cuando se les pregunta a las mujeres wichí por sus cantos ancestrales, no los recuerdan.

Foto: Julieta Bogado.

Las creencias de estas iglesias no solo han contribuido a la pérdida de la ancestralidad, sino que también se han mezclado con otras ideas sobre supuestas costumbres culturales que mutilan el futuro de las infancias indígenas. Una de las más extendidas es que la iniciación sexual a temprana edad es una tradición wichí que hay que aceptar.

Como facilitadora bilingüe, Lola ha escuchado a obstetras y ginecólogas romantizar la maternidad de niñas indígenas. “Es su cultura y hay que respetarla”, dicen.

Sin embargo, lideresas indígenas como Octorina Zamora, estudiosas de la ancestralidad wichí, han insistido que ni la iniciación sexual ni los embarazos a temprana edad forman parte de una pauta cultural de su comunidad.

En distintas entrevistas, Octorina repetía que considerar que su pueblo acepta la violación o el abuso de menores es “una aberración”: “Yo lo que veo es que los niños criollos y blancos tienen un derecho, y los niños indígenas no. ¿Los derechos internacionales no les tocan a los indígenas?”

Infancias y adolescencias rotas

En idioma wichi, la palabra “violación” se traduce al español como “la rompieron”. El cuerpo estrecho de una niña no está preparado para gestar ni para parir. Corre riesgo de tener hipertensión arterial e infecciones sistémicas. De atravesar una depresión. Un parto prematuro. De traer al mundo un bebé bajo peso que tardará más tiempo en pararse, hablar o aprender.

En diciembre de 2024, el Ministerio de Salud de la Provincia de Salta junto a UNICEF presentaron la Hoja de Ruta de Atención Integral en Salud a Adolescentes Gestantes Menores de 15 años.

María Gabriela Dorigato, subsecretaria de Medicina Social, y Patricia Leal, responsable de Materno e Infancia, explican por teléfono desde su despacho en Salta capital que, ante la detección de un embarazo por abuso sexual, el protocolo establece la activación inmediata de un equipo interdisciplinario. “Se acompaña desde el primer momento a cada adolescente, se la asesora en cuanto a sus derechos y se le hace un acompañamiento tanto médico como psicológico”, dice Dorigato.

Sin embargo, distintos agentes sanitarios consultados —encargados de brindar atención médica dentro de las comunidades— aseguran estar desbordados y que la Hoja de Ruta es un cúmulo de buenas intenciones que no refleja lo que realmente pasa en los territorios. “Acá teníamos un agente sanitario wichí que había nacido en la comunidad, pero desde que murió, hace un año, no tenemos. Ahora viene uno de Carboncito, que no es fijo, sino que va rotando”, cuenta Lola.

En el área sanitaria de la ruta 81, los embarazos producto de abusos sexuales son considerados una problemática de salud pública. La zona registra el mayor porcentaje de nacidos vivos entre esta población en toda la provincia, aunque Dorigato y Leal señalan que no existen datos desagregados por pueblos originarios.

Foto: Julieta Bogado.

Mediante un pedido de acceso a la información pública tampoco hubo respuesta sobre la cantidad de agentes sanitarios, obstetras, ginecólogas, psicólogos y trabajadores sociales destinados para la integración de los equipos multidisciplinares.

La Hoja de Ruta fue presentada por las autoridades sanitarias como una guía intercultural. El documento establece que los profesionales deben informar en lengua materna el derecho de acceso a la interrupción voluntaria (IVE) y legal (ILE).

Según un monitoreo sociocultural y lingüístico de la organización Católicas por el Derecho a Decidir, un 95 % de las mujeres indígenas afirma que los equipos de salud sexual y reproductiva no hablan la lengua de su pueblo; un 78,8 % que no se le brindó información sobre los pasos para acceder a la interrupción del embarazo y un 84,1 % que no se le realizó el procedimiento dentro del plazo legal establecido.

En Salta, las dificultades en el acceso al aborto encuentran otra barrera en la influencia que ejercen los grupos antiderechos: iglesias, fundaciones, pero también políticos, jueces, fiscales, abogados, policías, médicos. Incluso ciudades. En 2020, Orán —una de las localidades neurálgicas del Chaco salteño— se declaró provida.

Janet Meoniz, licenciada en obstetricia, cuenta que en el hospital de la ciudad de Tartagal —otra de las localidades importantes del norte de Salta— la presión de los grupos antiderechos empeora los lunes de 9 a 13 horas, cuando funciona el consultorio IVE-ILE. “Es como una organización paralela que va rotando. Son evangelistas, católicos, hasta trabajadores del propio hospital. Siempre hay alguien diciendo que no hay médica y que las interrupciones no se hacen más”, relata Janet.

El Hospital de Tartagal es el único consultorio de IVE-ILE que atiende todo el año y garantiza todas las causales. Por estos meses, la médica residente Araceli Gorgal está sola en el consultorio. Su compañera está con licencia maternal y el puesto no se repone. Hasta el año pasado, en el despacho se realizaban 100 interrupciones de embarazo por mes. Pero desde que asumió el presidente Javier Milei solo tienen 10 cajas de misoprostol. “Ahora hay que elegir a quién”, dice Araceli.

La joven médica explica que, frente a la escasez, el criterio es atender primero a adolescentes, mujeres de comunidades indígenas y multíparas (con más de un parto). Le consulto cuán común es que reciban a niñas o adolescentes wichí embarazadas. Araceli, que trabaja hace cuatro años en el consultorio, piensa unos minutos y responde: “Como mucho habrán sido diez”. ¿Y por abusos sexuales?: “No he tenido, pero eso no quiere decir que no sucedan”.

Araceli es de Buenos Aires. En su historia personal ha militado en distintos espacios feministas. Participó en la conformación de la RUDA (Red Universitaria por el Derecho al Aborto). Sin embargo, cree que en estos años ha tenido que desarmar muchos preconceptos que traía como feminista porteña y blanca. “Desde que estoy acá solo tengo más preguntas y reflexiono constantemente sobre lo que hacemos y cómo lo hacemos”

Recuperar a las mujeres estrellas

A más de 140 kilómetros de Tartagal, lideresas wichí recorren La Cortada, otra de las comunidades emplazada al margen de la ruta 81, invitando a participar del taller que comenzará en una hora en un centro comunitario que les presta el salón.

Es mediodía y el espacio está aún vacío, aunque poco a poco las mujeres se irán acercando. El espíritu del encuentro es recuperar el protagonismo que las mujeres indígenas —las “mujeres estrellas”, según la cosmovisión wichí— tenían dentro de los territorios. Antes de la colonización, eran ellas las que transmitían los saberes ancestrales vitales para la supervivencia y el desarrollo del pueblo indígena.

Encuentro de mujeres wichí.

Nancy López, una de las pocas caciques wichí de la zona, charla con las mujeres sobre los saberes de la vida en el monte que se han ido perdiendo. “Nosotras también tenemos hierbas medicinales para el aborto. Y yuyos para que la mujer no pueda tener hijos”. La diferencia, según la lideresa indígena, es que para compartir ese conocimiento es necesario transmitirlo en su lengua. “No venimos y decimos vamos hablar sobre qué es el aborto, la ILE, y que hay un derecho a decidir. Si lo decimos con esas palabras vamos a fracasar”, explica Nancy.

En el encuentro también participa Laurentina Nicacio, una joven lideresa de 30 años referente de la comunidad el Quebrachal, ubicada en la localidad de Ballivián. Laurentina habla sobre su experiencia con la fundación JUALA (Juntas Unidas Ante la Adversidad), con la que formaron un equipo de fútbol en el que las adolescentes de la comunidad se reúnen, juegan y charlan.

“Muchas de las jugadoras comenzaron a contar los abusos dudando si eran sueños. Incluso algunas tenían ideas suicidas. Por eso valoramos mucho lo que son los sentipensares [la unión de la razón y el sentimiento]. La intención con el deporte es levantar la autoestima.”

Desde hace años, Laurentina recorre los territorios acompañando a niñas y mujeres a denunciar los abusos sexuales. La han amenazado y golpeado. “Una vez me pararon y me llevaron en una camioneta, y me dijeron: ‘Te callás o te desaparecemos‘”. Pero no dejó de hablar. “Creo que hoy es más efectiva la denuncia pública y el acompañamiento de las personas antes que la Justicia”.

Desde entonces, Laurentina no espera. Aprendió que los caminos de salida se abren desde la comunidad. Hoy preside la comisión de fomento de la escuela primaria de Ballivián. “Nos han hecho creer que no hay otra visión de futuro. Como si no tuviéramos otro proyecto de vida. Por eso la única forma de que esto sea real es que los chicos y las chicas estudien”.

Laurentina Nicacio en el encuentro de mujeres indígenas.

Blindar el futuro a cambio de justicia

Hace tres años, la denuncia colectiva de las mujeres de la ruta 81 implosionó en Pluma de Pato. “Fue algo histórico e innovador que llegáramos a la comunidad”, cuentan Evangelina Sandoval (psicóloga) y Paola Vargas (trabajadora social), integrantes del equipo de la defensoría pública de Tartagal. Después de la Asamblea, en mesas improvisadas en la escuela del pueblo, ellas asesoraron durante meses a las mujeres wichí sobre las distintas vías judiciales que se abrían para sus casos.

Es imposible saber qué hubiera pasado con sus causas si no hubiera existido la denuncia pública. Lo que sí es seguro es que, hasta hoy, las pocas mujeres indígenas que se animan a denunciar se chocan con el muro levantado por el sistema criollo de Justicia, esperando en las gélidas salas de los destacamentos policiales que algún agente se digne a atenderlas.

En respuesta a pedidos de acceso a información pública, el Poder Judicial y el Ministerio Público de Salta informaron que no cuentan con cifras sobre la cantidad de niñas y adolescentes wichí abusadas sexualmente. Lo que se sabe es que la mayoría de los casos no llegan a denunciarse o quedan archivados sin avance judicial. Incluso cuando hay embarazos producto de una violación, las causas no se judicializan. “Desde el caso Juana ningún otro se elevó a juicio”, confirma Martín Yañez, antropólogo y perito del Ministerio Público.

Acostumbrados a la impunidad, la denuncia colectiva de Pluma de Pato expuso a los criollos, muchos de ellos reconocidos hombres del pueblo que, desesperados, buscaron ocultar a cualquier precio la deshonra.

Según recuerdan Sandoval y Vargas, en las audiencias las mujeres contaron que antes de la llegada del equipo de la Defensoría los criollos comenzaron a “tergiversar la información y a meterles miedo”.

Durante los días en los que acompañadas de Octorina tuvieron que hurgar en la memoria lo que por años habían querido olvidar, las mujeres wichí recibieron amenazas y extorsiones. “Los hombres te decían: ‘Denunciame, que no va a quedar otra que matarte’”, cuenta una de las mujeres que firmó la carta. “También nos ofrecían cajas de leche, paquetes de azúcar, arroz, dinero”.

Bajo presión, y con el miedo en el cuerpo, la mayoría de las firmantes de la denuncia pública prefirieron no acusar a sus abusadores, desterrando para siempre la única posibilidad de justicia que habían tenido. Solo cuatro mujeres denunciaron penalmente el abuso sexual, mientras 15 exigieron la filiación paterna, asumiendo un consentimiento que no existió para blindar el futuro de sus hijos e hijas.

Foto: Julieta Bogado.

“Es como un apagón, se te cae todo abajo”. dice Claudia, una de las cuatro mujeres que se animó a denunciar a su abusador. También de las pocas que sigue buscando justicia. “Como no hay respuestas muchas dicen no sigo más, no confío en nadie más”.

Pasaron tres años. Ya no están los focos de la prensa ni las autoridades nacionales y provinciales que prometieron cuidar las infancias y adolescencias. Las mujeres se sienten solas. Las amenazas de los criollos siguen. También el desprecio de algunas mujeres y hombres de la comunidad que no les perdonan haber hablado. “Nos dicen alcahuetas. Se burlan de nosotras porque dicen que no logramos nada”.

En este tiempo, de los 15 reclamos por filiación, ocho hombres reconocieron ser progenitores. Sin embargo, solo dos firmaron un acuerdo por alimentación: un maestro y el capataz de una finca. El último reconoció la filiación de varios hijos con mujeres distintas. Fuentes judiciales informaron que el hombre exigía a las mujeres tener relaciones sexuales para ingresar a trabajar en el campo.

En los casos de las cuatro mujeres que se animaron a denunciar penalmente a sus abusadores, hasta hoy ningún hombre ha sido procesado. En marzo de este año, luego de múltiples consultas a la fiscal Lorena Martínez, la representante del Ministerio Público respondió con un breve resumen de las actuaciones.

Según el documento, los casos aún no se han elevado a juicio. Previo al pedido de información, las últimas actuaciones datan de junio-agosto de 2023. Los casos recién se reactivaron en marzo de este año con pedidos de muestras de ADN a dos de los acusados, audiencias de imputación y la búsqueda de un prófugo.

El 16 de abril de 2025, Martínez se trasladó a Misión Kilómetro 2 para reunirse con las cuatro denunciantes. La última vez había sido en 2022. En estos años, las mujeres han presentado distintos escritos pidiendo conocer el estado del proceso judicial. Solicitan que se les notifique con tiempo las audiencias para organizar los traslados y preparar las defensas y que, como se había acordado, las citaciones no sean entregadas por los agentes policiales de Pluma de Pato, ya que muchos de ellos han sido acusados de violentar y revictimizar a las mujeres.

“Yo aún tengo esperanza. Todas tenemos derecho”, dice Claudia, luego del encuentro con la fiscal.

Lo que vivieron las mujeres de la ruta 81 no es una historia en pasado. Las niñas y adolescentes wichí siguen desapareciendo o apareciendo tiradas a la orilla de la carretera, en el monte y por los senderos.

Y mientras la justicia no llega, la fuerza, para Claudia, surge del encuentro con otras mujeres. De construir comunidad. De mirar al futuro juntas. “Quizás pensar en otras vidas es lo que te queda”

Este reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation.

Los nombres de algunas mujeres mencionadas y parte de sus historias de vida han sido modificados para preservar su identidad. Los criollos que cometen abusos sexuales siguen amenazando a toda persona que presente o acompañe una denuncia.

MU

Especies que desaparecen

Especies que desaparecen

Ahora que la inteligencia artificial pone en escena el desconcierto de la irrealidad y nos hace preguntar cuántas de las personas que vemos en pantalla existen realmente, ver a un grupo de concursantes construyendo valor solo porque los conflictos que atraviesan les duelen “de verdad” tiene algo de performático y de involuntariamente contracultural.

Son las diez de la noche del miércoles y estoy mirando la prefinal de Gran Hermano. A una semana de que termine el programa, Santiago del Moro va a anunciar cuál de los cinco participantes que aguantaron el encierro se queda afuera de la casa y renuncia, por voto popular, a los varios millones de pesos que ya olfateaba como posibilidad real. Fuera de la pantalla el mundo se cae, literalmente, a pedazos, pero ahora solo puedo prestar atención al resultado inminente de la votación.

No se molesten en criticarme: ya lo hacen en mi familia y lo hace mi propio hemisferio psicobolche, que cada tanto se pregunta resignadamente cómo es que llegué hasta acá. Tengo una respuesta o, al menos, una hipótesis. Entregué un libro a principios de año (se llama Crac y salió un adelanto en elDiarioAR el sábado pasado) y quedé boyando sin saber qué hacer con mi cabeza. No estaba para asumir riesgos intelectuales —me sentía agotada— pero tampoco podía quedarme en silencio porque ese vacío podía dar lugar a algunas de las muchas inseguridades que me entran cuando un libro me suelta la mano.

Necesitaba ruido blanco. Algo que tapara mi runrún mental. Y prendí la tele. O no sé cómo habrá sido porque no tengo televisión de aire, pero vi un envío y algo me pasó. Me enganché. Caí. Después de años sin saber quién era Alfa y quién Furia —y de estar orgullosa por eso— ignoré las lecturas sociológicas y críticas que dicen que Gran Hermano promueve estereotipos, normaliza el voyeurismo, precariza a sus participantes —trabajadores que generan contenido 24/7 y que son expuestos a un brutal estrés psicológico con fines comerciales— y alimenta la banalidad de una trama social donde ser visto importa tanto como respirar. Caminé por encima de cada uno de esos análisis y entré al programa como una burra.

Y ahora que estoy hasta el cuello, mordiéndome el dedo para no mandar Tato al 9009 —o Luz al 9009, tengo dos favoritos— tengo algo para decir: los que aún critican Gran Hermano no se dan la chance de bajar la armadura intelectual y disfrutarlo como lo que hoy es. Un producto vintage. Un formato que pegó la vuelta.

Ahora que la inteligencia artificial pone en escena el desconcierto de la irrealidad y nos hace preguntar cuántas de las personas que vemos en pantalla existen realmente, ver a un grupo de concursantes construyendo valor solo porque los conflictos que atraviesan les duelen “de verdad” tiene algo de performático y de involuntariamente contracultural. Y hace que me magnetice ese laboratorio emocional al que cada uno fue por propia voluntad y donde los relatos que logran construir sobre sí mismos entran en disputa con un objetivo concreto: adueñarse de un territorio, que es la casa.

Sé que hay un diseño de producción que modula las crisis que se dan en el encierro. Que hay temas tabuados como la religión, los nombres de famosos o la invocación de tragedias sociales de un modo ligero. Sé que la edición construye la narrativa del juego —quién se alía, quién se enamora, quién se enoja— y que hay un casting pensado para dar show. Pero junto a eso hay también un dispositivo silencioso: el tiempo. Las semanas pasan y suavizan los contornos del estereotipo que cada participante se inventó para cruzar el umbral que lo mete en el juego, y lo que queda es eso que todos, hoy, somos cuando encaramos la virtualidad —que es varias veces al día—: personas que actúan en función de un Otro hipertrofiado. De un ojo fantasmal que nos mira desde ese apéndice evolutivo que nos salió a los humanos: la pantalla. Con su interactividad a cuestas.

Ver el pasaje que va del estereotipo a la persona se me hace reconfortante en un momento —IA mediante— en el que todo parece ir en un sentido inverso.

Durante seis meses, mientras afuera la vida seguía a su manera —murió el Papa, estalló otra guerra, metieron presa a Cristina—, cada uno de los cinco concursantes que ahora esperan el anuncio de Del Moro hizo un movimiento extravagante. Sometidos a una luz permanente como la de los criaderos de pollos —pero con espacio, higiene y beneficios diversos, como el de poder irse cuando quieran— fueron soltando la identidad cuidadosamente armada, los traumas procesados en formato mainstream, los discursos estudiados y la modulación emocional bien aceitada, y se volvieron personas. Como si la realidad se vengara del storytelling, las empoderadas terminaron desquiciadas en un baño, llorando por un tarado; los que se vendían como seductores empedernidos terminaron horriblemente bulleados “por lindos” —no estoy siendo irónica— y los que se presentaban como un canto a la vida terminaron en estallidos dignos de la llegada de un exorcista.

Eso es lo que ofrece Gran Hermano. No es Proust. No es Cassavetes. Es una pieza de entretenimiento donde todavía aparece algo residualmente humano. Algo que da ganas de mirar, si no porque es bueno, al menos porque es “nuestro”: porque somos todos de la misma especie.

JL/DTC

“Hace seis meses que no me hago la carga viral”: la falta de reactivos pone en riesgo a las personas que viven con VIH

“Hace seis meses que no me hago la carga viral”: la falta de reactivos pone en riesgo a las personas que viven con VIH

Desde Tucumán, el repaso de una situación que no es exclusiva de la provincia: el retiro del Estado nacional restó recursos necesarios para el seguimiento de la carga viral. Se prioriza el uso para nuevos diagnósticos y emergencias. Reclaman falta de campañas y acceso a preservativos.

“No sé cómo está mi salud” es una frase que se repite en los testimonios de personas adultas y jóvenes que viven con Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) en Tucumán. No saben si la medicación sigue funcionando, si sus defensas se mantienen altas o si el virus continúa indetectable. El temor a perder el control sobre su tratamiento es constante. Desde 2024, la falta de reactivos para estudios clave como la carga viral y el conteo de CD4 dejó en pausa los controles médicos regulares. El recorte en las políticas públicas destinadas al VIH generó un problema a nivel nacional, pero su impacto varía según los recursos de cada jurisdicción. Algunas provincias lograron reasignar rápidamente partidas presupuestarias; otras, como Tucumán, se vieron obligadas a priorizar algunos casos, mientras buscan ampliar su presupuesto. La estimación de la Unidad Coordinadora y Ejecutora Provincial VIH/SIDA e ITS (UCE) es que se requieren alrededor de 100 millones de pesos mensuales para garantizar reactivos suficientes para las más de 2.500 personas en tratamiento y los nuevos diagnósticos.

“¿Qué es una emergencia?”

Celeste, de 37 años, fue diagnosticada en mayo de 2020 durante su primer embarazo. “Lo más difícil fue el primer año, el vivir una pandemia dentro de otra pandemia mucho más grande que es la del VIH,” relata en su fanzine “Seropositivas”. Hoy forma parte de la Comunidad Internacional de Mujeres Viviendo con VIH (ICW), un espacio de contención y fuente de información sobre sus derechos. En ICW se vió empoderada para ser una referente visible y activa desde su cuenta de instagram @con.amor.niñita

“Le tienen que dar 5 kilos de leche de fórmula a mi hijo. Le dan dos. Es como si no existiera la ley”, demanda Celeste

En un pequeño departamento de la capital tucumana, ella abraza a su bebé de apenas unos meses junto a su pareja. Desde ese espacio íntimo trabaja, cría y crea, rodeada de sus fanzines, muchos de ellos dedicados a visibilizar el VIH y sus realidades. “Me tocaba hacerme la carga viral en marzo y me dijeron que espere hasta fin de año. El acceso a los controles está limitado” manifiesta Celeste.“Mi infectologa fue clara: salvo que quiera pagar un estudio privado de carga viral, en el hospital solo me lo harán si es una emergencia. ¿Qué es una emergencia para el Estado? ¿Esperar a estar grave?”, denuncia con preocupación por los intensos dolores óseos que comenzó a sentir tras el cambio de medicación.

“Las mujeres solemos recibir nuestro diagnóstico en el control del primer trimestre del embarazo. Es muy bajo el nivel de diagnósticos en testeos rápidos en mujeres. Antes al menos había folletería, preservativos. Ahora no hay nada”. A lo largo de su testimonio se desgrana una radiografía dolorosa: controles que se extienden a un año o más, materiales de prevención inexistentes, burocracia para obtener preservativos, y una política de salud sexual “reducida a embarazos y partos”, dice Celeste. 

“Me trataron mal por darle leche de fórmula a mi hijo. Tuve que blanquear mi diagnóstico ante médicos de la Maternidad (hospital reconocido por ser el de mayor complejidad en el área tocoginecológica y neonatal del noroeste de Argentina), cuando eso no es necesario. No hay formación, no hay empatía” reflexiona sobre esta violencia que es común con otras mujeres. “El tema de la lactancia en mujeres con VIH es un tabú, es algo de lo que no se habla y ahora menos, porque ‘no hay plata’ para capacitar y no hay ganas tampoco” reniega Celeste mientras se pregunta por aquellas que no pueden contestarle a médicos. Y agrega una verdad que duele: “cuando hay crisis, las mujeres somos las más golpeadas. Somos quienes hacemos las tareas de cuidado, quienes llegamos tarde a buscar medicación, quienes a veces dejamos de tomarla para seguir cuidando a otros”.

“Vivo con VIH, no soy un diagnóstico”. “Visibilizar mi realidad me ayuda a amigarme conmigo misma” escribe Celeste en uno de sus fanzines

Entre mate, termo, mamadera, contando cada cucharadita de leche en polvo, Celeste recuerda que a mediados de 2024, desde ICW solicitaron información pública de la provincia. “El 18 de julio del año pasado pedimos conocer sobre la cantidad de insumos disponibles y cómo se planificaba afrontar el resto del año. Queríamos datos oficiales sobre la situación específica en Tucumán. Sin embargo, nunca obtuvimos respuesta ni se publicó información alguna. Esto evidencia un fuerte hermetismo por parte de las autoridades”, remarca Celeste.

Como una referente visible de personas que viven con VIH, recuerda que años atrás era mucho más sencillo acceder a preservativos gratuitos. Celeste cuenta que sólo bastaba con solicitarlos en UCE para poder repartirlos: “Yo lo hacía en recitales, ferias y eventos culturales, donde tenía mejor recepción de mujeres que de varones”. Según informó la Unidad Ejecutora a la organización Ciclo Positivo, el 15 de abril ya se habían iniciado dos expedientes para que la Provincia realice nuevas compras. Diciembre fue la última campaña de prevención y cuando hubo mayor disponibilidad de profilácticos.

“La medicación está a 70 dólares. No cuento con esa plata para comprarla todos los meses” cuenta Exequiel

El cuerpo como campo de batalla 

Exequiel tiene 25 años y vive en Yerba Buena, uno de los municipios que integran el Gran San Miguel de Tucumán. Hace tres meses que no accede a su medicación en la provincia. El sistema de salud lo dejó en un limbo tras un cambio laboral: renunció a un empleo extenuante en una panificadora, donde trabajaba entre 10 y 12 horas diarias por apenas 290 mil pesos mensuales, y consiguió ingresar a un comercio gastronómico donde su salario apenas supera los 500 mil pesos, pero no cuenta cobertura médica. La obra social que tenía dejó de cubrir su tratamiento, y el sistema público le niega atención porque aún figura como afiliado al régimen anterior.

Exequiel vive cerca del centro de salud Ramón Carrillo, pero allí no hay infectólogos. Debe viajar al Hospital Padilla para atenderse y al Hospital del Carmen, a 50 cuadras, para sus controles de carga viral. “Hace más de seis meses que no me hago la carga viral. Fui a pedir turno y me dijeron que no había reactivos. ¿Cómo voy a saber cómo estoy? ¿Si soy indetectable? ¿Si la medicación me sigue haciendo efecto?”, pregunta. La angustia, dice, lo consume. “Siento miedo. Miedo de estar empeorando sin saberlo” lo dice sentado en la galería de su casa a la que se mudó junto a su hermana hace más de un año cuando llegó desde Santiago del Estero. 

“Antes, con una constancia bastaba para acceder a la medicación si te quedabas sin obra social. Hay más barreras y se dejó de controlar” asegura uno de los profesionales que renunció al Ministerio de Salud

En los primeros meses del año, Exequiel tuvo que enfrentar un laberinto burocrático: llenar formularios en la Superintendencia de Salud (el organismo que regula las obras sociales), acudir a la Defensoría del Pueblo, y lidiar con trámites imposibles para acceder a su propia historia clínica. Pasó días enteros esperando en pasillos hospitalarios, sin soluciones. “Me vi obligado a volver a Santiago del Estero. En un solo día allá me resolvieron lo que en Tucumán no pudieron en dos meses. ¿Por qué tanta burocracia? ¿Por qué tanta desidia?”, reclama. Aunque reconoce que la situación en su provincia natal tampoco es ideal, lo dice con conocimiento de causa ya que allí participaba activamente de la Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos (RAJAP).

Desinformación, estigma y silencio: los otros virus

Otra entrevistada a quién llamaremos Silvia, para respetar su derecho a la confidencialidad, cuenta que migró a Tucumán desde Jujuy tras recibir su diagnóstico en el año 2021. La noticia la recibió internada por meningitis. “No sabía nada. No conocía la diferencia entre VIH y sida. Nunca me hablaron del tema. Me cayó como una bomba. No creo que haya otra cosa que me haya dolido o me haya tomado tanto como eso.” En su pueblo, hablar del tema era imposible. “Decían comentarios que alguien tenía 'el bicho'. Se decía en voz baja. Con miedo.”

En su una vida laboral debe ocultar su estado es cuestión de supervivencia. “Trabajo con muchos hombres. Si se enteran, no sé qué pasaría. Son todos muy ignorantes. Nadie sabe que se puede vivir con VIH, que hay tratamiento. Muchos siguen pensando que es una sentencia de muerte.”

Silvia decidió hablar para este artículo ante los prejuicios que aún persisten. “Se sigue asociando el VIH solo a la homosexualidad, la prostitución o las drogas. Pueden pensar ‘¿Y ésta en qué anduvo?’”, señala. Esta mirada invisibiliza el riesgo de transmisión en las relaciones heterosexuales, en pareja y sin protección. “Hay mujeres que terminan con VIH por el mismo marido” 

“Todo eso pasa porque no hay información. Y lo que no se dice, se llena de prejuicios” asegura Silvia. Incluso cuando figuras públicas visibilizan su diagnóstico, el enfoque mediático suele estar teñido de morbo. “Cuando recién salió lo de El Villano’ (cantante de cumbia), hubo un montón de gente hablando de VIH. Eso estuvo bueno. Pero también se mostró como que todo era sexo y drogas, y eso refuerza estereotipos”. Hablar del virus y de la vida con el virus con información clara, libre de estigmas y con perspectiva de derechos es “una deuda persistente” de acuerdo a Silvia.

Su mayor temor hoy es la incertidumbre económica. “Con este gobierno tengo miedo. Si me quedo sin laburo, no sé si voy a poder seguir accediendo a la medicación. Y sin eso, es una condena”. Ella es jefa de hogar, como 8 de cada 10 argentinas que sostienen un hogar monoparental. Cuida sola a su hijo de 12 años, un perro y un pequeño gato. 

Tras su diagnóstico, esta joven trabajadora se enfrentó a obras sociales que le ponen obstáculos cada mes que debe solicitar su tratamiento. “Comenzaron diciéndome que no me darían la medicación para cubrir tres meses, que tendría que pedirla cada mes”. Silvia relata que su prestador de servicios de salud para evitar cubrir mis tratamientos, me deriva a prestadores intermedios sin capacidad real de atención, como 'Visitar', que solo da turnos con meses de demora. Mientras tanto, debo pagar de mi bolsillo por una simple receta“. 

A pesar del silencio oficial, las redes comunitarias de personas con VIH siguen activas y alertas. Acompañan en diagnósticos, trámites, comparten información y difunden conceptos clave como “supresión viral” o “indetectable = intransmisible”. En abril, organizaciones como Ciclo Positivo, ICW Argentina, Andhes, la Biblioteca Ayelén y colectivos de diversidad sexual y salud de Jujuy, Salta, Santiago del Estero y Tucumán se reunieron para expresar su profunda preocupación por el desmantelamiento de políticas públicas en el NOA. Denunciaron la falta de insumos básicos para prevenir y tratar el VIH, otras ITS, hepatitis y tuberculosis; la interrupción del acompañamiento a personas trans; la ausencia de hormonas; y la desaparición de campañas preventivas. En un pronunciamiento conjunto, advirtieron: “Nuestra salud, nuestros derechos y nuestras vidas no son negociables”, y llamaron a sostener la unidad frente al abandono del Estado.

El ajuste también enferma

Tucumán tiene una trayectoria histórica de trabajo articulado e interdisciplinario en la atención y gestión del VIH y otras ITS. Esto la diferenció durante años de otras provincias del NOA, donde en muchos casos la estructura sanitaria es mínima, e incluso puede haber un solo profesional como referente del programa. Sin embargo, esa capacidad también se está resintiendo frente al ajuste nacional impulsado por la nueva gestión, que ha recortado recursos clave y desarticulado políticas públicas en salud.

“Hasta el año pasado teníamos equipos destinados para procesar muestras provenientes de Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y nosotros, es decir, cuatro provincias”, explica la doctora Claudia Lucena, jefa de la Unidad VIH, ITS y Hepatitis Virales de Tucumán. “Actualmente, cada provincia se está haciendo cargo de su población con VIH, tanto en control como en diagnóstico. Algunas ya han adquirido los equipos, otras envían sus muestras a laboratorios privados”, detalla.

En ese nuevo esquema, Tucumán dejó de recibir muestras externas. “Sí podían seguir enviándonos, pero necesitábamos que cada provincia cubriera el costo del reactivo. No podíamos cubrir nosotros a otra provincia sus reactivos”, aclara Lucena.

Una gran alerta de la situación actual a nivel nacional ocurrió en marzo de este año, cuando renunciaron profesionales de la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles (DiCEI) como consecuencia del desmantelamiento de las coordinaciones de tuberculosis, lepra, hepatitis virales y todas las enfermedades prevalentes graves, a través del Decreto 1138/2024. “Las decisiones actuales priorizan el ajuste a corto plazo en detrimento de las políticas de prevención y control”, comunicaron estos funcionarios técnicos que dimitieron para hacer una advertencia urgente y como un acto de ética médica.

Para esta nota consultamos a profesionales de infectología que formaban parte del Ministerio de Salud de Nación, quienes aseguran que las compras de los reactivos para todo el país estuvieron condicionadas a un presupuesto ajustado. “Esa cifra no surgió de un análisis técnico ni de una estrategia programática. Fue al revés: se definió cuánta plata había disponible y, a partir de ahí, se calculó cuántas cargas virales se podían cubrir. No fue una planificación sanitaria, fue una cuenta a la inversa.” advierte una fuente off the record con conocimiento del presupuesto sanitario para la compra de estos insumos.

En una investigación sobre el desmantelamiento de las políticas públicas para VIH en Argentina, realizada por la revista sueca Ottar, se recoge el testimonio de una médica de una provincia vecina a Tucumán “No hay un papel que diga que no se hacen esos estudios. Si le preguntás a las autoridades, te van a decir que seguimos los protocolos que marca la ley. Pero muchos de mis pacientes con VIH no se hacen esos controles desde hace dos años. Trato de convencerlos de juntar plata para testearse de forma privada, pero para la mayoría es inalcanzable. No es correcto trabajar así, pero prefiero que tengan medicación. Con eso, todavía no tenemos problemas” agrega esta profesional de la salud.

Cada provincia intenta hacerse cargo de su población con VIH, en un escenario de descentralización forzada

“No se puede frenar una epidemia sin diagnóstico, insumos ni seguimiento. Cada demora implica más infecciones por VIH, infecciones oportunistas y mayores riesgos”, advierte un especialista que renunció al Ministerio de Salud. “Estamos en un contexto alarmante: casi 20 % más de casos, más sífilis y sin distribución de preservativos. Es una bomba sanitaria” alerta este profesional de infectología de la Ciudad de Buenos Aires. En Tucumán, más de la mitad de los diagnósticos se dan en etapas avanzadas, superior al promedio argentino. La provincia registra 36 % de enfermedad avanzada y una tasa de mortalidad de 1,9 más baja que la media nacional. 

De acuerdo a los testimonios, en Tucumán los testeos ya comenzaron a realizarse una vez al año o más a pacientes que viven con VIH que no presentan situaciones de emergencia. Mientras la guía práctica para la atención integral de personas adultas con VIH, marca que que la carga viral sea monitoreada cada 6 meses. Los insumos con los que se cuenta se utilizan preferentemente para la atención de nuevos diagnósticos, protocolos de abusos, personas con otras infecciones, etc.

“La principal vía de transmisión del VIH continúan siendo las relaciones sexuales sin protección” según el Boletín N.º 41 (diciembre 2024)

Sin embargo, la responsable de la Unidad Coordinadora y Ejecutora Provincial VIH/SIDA e ITS (UCE), Claudia Lucena, asegura que no hay faltantes. “Lo que ocurrió con los reactivos fue un problema licitatorio que se arrastra desde antes del cambio de gobierno. Las licitaciones internacionales demoran hasta dos años, y con la suba de precios (de un 500%), los montos quedaron desactualizados. La última no salió, y como Provincia no teníamos previsto cubrir esa totalidad. Aun así, comenzamos a comprar con recursos propios, pero el costo es alto: unos 60.000 pesos por cada determinación (carga viral o diagnóstico). Por eso estamos escalando las compras mes a mes para asegurar los controles. Los prioritarios son a embarazadas, pacientes internados o niños expuestos. No hay problemas para los pacientes que lo necesiten”. Según informa Lucena, el compromiso del Ministerio de Salud de la Provincia es mantener el abastecimiento. “Tenemos que ser autosuficientes en contextos de crisis”, reflexiona la responsable de la UCE VIH/SIDA e ITS Tucumán.

Una epidemia que ya no tiene tapa 

Gracias a los avances médicos, el VIH dejó de ser una sentencia de muerte, pero sigue siendo una epidemia que exige control y prevención. En Argentina, sin Educación Sexual integral (ESI), campañas de prevención, ni recursos suficientes, la tasa es de 14,1 casos cada 100.000 habitantes. El 69 % son varones cis, el 30 % mujeres cis y el 1 % personas trans, según el Boletín N.º 41 (diciembre 2024)

Aunque la Ley 27.675, sancionada en 2022, garantiza el acceso integral a la salud, los testimonios recogidos en esta nota muestran una realidad muy distinta. Tucumán adhirió a esta ley y en 2023 impulsó, en cumplimiento de la normativa, la creación del Observatorio sobre Estigma y Discriminación por VIH, Hepatitis Virales, ITS y Tuberculosis, en la órbita del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). Este espacio, que involucraba a diversos actores sociales e institucionales, se vio interrumpido con el cierre del INADI bajo la nueva gestión nacional. 

Adrián Albano, exdelegado del INADI en Tucumán, lo explica con crudeza: “Este gobierno tiene una visión de la salud como un problema individual, no colectivo. Casi una meritocracia sanitaria. Si tenés VIH, sida o un hijo enfermo, es tu culpa. Lo dicen sin filtros”. Y agrega: “Antes se luchaba, se ganaban derechos. Hoy hay silencio, una cierta parálisis, como un pitido ensordecedor”.

CDLR / MA

Series y películas para mirar por streaming en junio: Nora Dalmasso, ‘Twin Peaks’ y lo nuevo de Malena Pichot

Series y películas para mirar por streaming en junio: Nora Dalmasso, ‘Twin Peaks’ y lo nuevo de Malena Pichot

Las principales plataformas se renuevan a lo largo del mes. Los lanzamientos más destacados y las fechas de estreno.

A lo largo de todo junio, las principales plataformas de streaming planean renovarse con lanzamientos y el regreso de series emblemáticas, como sucedió con Twin Peaks, de David Lynch, que aterrizó por estos días en el menú de Mubi.

A continuación, un repaso por los estrenos más destacados de Netflix, HBO Max, Amazon Prime Video, Disney+ y Flow, entre otras.

1. Twin Peaks. “Mubi celebra los 35 años de Twin Peaks con el estreno completo de la serie original de David Lynch y Mark Frost, junto con Twin Peaks: A Limited Event Series, dirigida enteramente por Lynch. Un hito de la televisión moderna, entre el crimen, lo onírico y lo sobrenatural, que redefinió la narrativa en la pantalla chica. Un regreso imperdible al pueblo más enigmático del audiovisual”, informó la plataforma en un comunicado y señaló que ambas producciones estarán disponibles desde el 13 de junio.

Además, anticiparon que desde el 18 de junio sumarán a su menú Twin Peaks: The Missing Pieces. “Es un largometraje armado por David Lynch a partir de escenas inéditas de Twin Peaks: Fire Walk With Me, que revela nuevas capas sobre los días finales de Laura Palmer y personajes icónicos como Dale Cooper o Phillip Jeffries, interpretado por David Bowie. Como parte del especial que acompaña el estreno completo de Twin Peaks y Twin Peaks: A Limited Event Series en Mubi, esta obra amplía y transforma la experiencia de uno de los universos más influyentes del cine y la televisión”, detallaron desde Mubi.

La serie Twin Peaks está disponible desde el 13 de junio en Mubi.

2. Las mil muertes de Nora Dalmasso. “Netflix anuncia el estreno de Las mil muertes de Nora Dalmasso, la nueva serie documental filmada en Argentina, que estará disponible para todo el mundo a partir del 19 de junio. La producción, a lo largo de sus tres episodios, narra el caso desde una perspectiva íntima y reveladora, a partir de los testimonios de su familia, en la voz de sus hijos Facundo y Valentina Macarrón y de su viudo Marcelo Macarrón como nunca antes lo hicieron, pero también desde la visión de sus amigos, periodistas especializados y figuras del ámbito judicial y policial”, informó la plataforma en un comunicado.

“En noviembre de 2006, Nora Dalmasso no solo fue víctima de un crimen brutal al ser asesinada en su casa, sino también del juicio despiadado de la opinión pública, que la condenó sin pruebas. Esta serie reconstruye el crimen, que aún sigue sin resolverse. Con acceso exclusivo a su círculo íntimo, material de archivo inédito y testimonios de amigos, abogados, periodistas e investigadores, la serie documental propone una mirada profunda y humana sobre la historia. Una nueva forma de entender el caso Dalmasso, más allá del escándalo, en busca de nuevas perspectivas sobre un femicidio que conmocionó al país”, agregaron desde Netflix.

Jamie Crawford, director de la serie documental, señaló: “El asesinato de Nora Dalmasso es uno de los crímenes más infames de Argentina, un femicidio transformado en una telenovela y alimentado por la intriga sexual, corrupción y conspiración. Por casualidad, tengo una conexión personal por haber vivido en Río Cuarto, Córdoba, y casi 20 años después de su muerte quise buscar la humanidad detrás de los titulares, mostrar quién era realmente Nora Dalmasso y cómo sobrevivieron sus allegados a este calvario de décadas”.

La docuserie Las mil muertes de Nora Dalmasso está disponible en Netflix desde el 19 de junio.

3. Viudas negras. P*tas y chorras. El canal TNT y la plataforma Flow anunciaron el lanzamiento de Viudas negras. P*tas y chorras, una serie con el sello personal de la comediante argentina Malena Pichot, que es la creadora, guionista y protagonista de esta producción, junto con la actriz Pilar Gamboa.

Viudas negras. P*tas y chorras estrenará su primer capítulo el 27 de junio en TNT, mientras que estará disponible completa al día siguiente en Flow. Esta nueva serie, producida y desarrollada por Pampa Films, es una comedia con guiños de thriller que cuenta la historia de dos amigas que se reencuentran para intentar ser las viudas negras que fueron en su juventud”, informaron los productores en un comunicado.

Acompañando a Pichot y Gamboa, el elenco está conformado “por Fernanda Callejón, Monna Antonópulos, Marina Bellati, Minerva Casero, Agustina Tremari, Paula Grinszpan, Alan Sabbagh, Julián Lucero, Jerónimo Bosia, Georgina Barbarossa, Pachu Peña , Emilia Mazer, Benjamín Rojas, Julián Kartun y Esteban Prol, entre otros”, informaron desde Flow.

Según adelantaron los realizadores, la serie “cuenta la historia de Maru (Pilar Gamboa), una mujer que aparenta llevar una vida perfecta en un barrio cerrado junto a su familia, hasta que su pasado vuelve a buscarla. La aparición de Mica (Malena Pichot), una amiga de juventud, revela un secreto compartido: años atrás, ambas fueron viudas negras que drogaban a hombres para robarles. Mientras Maru y Mica encuentran la manera de volver a un oficio que habían olvidado, se encontrarán saldando deudas del pasado que las ayudarán a entender quiénes fueron, pero sobre todo quiénes son”.

Esta producción estrenará capítulos semanalmente por la señal TNT a partir del 27 de junio, y estará disponible completa en Flow al día siguiente, anunciaron desde la plataforma.

La serie Viudas negras. P*tas y chorras llegará a TNT a partir del 27 de junio y desde el 28 se podrá ver en Flow.

4. El oso. Disney+ anunció el regreso de esta serie a partir del 25 de junio.

“La cuarta temporada de El oso encuentra a Carmen Carmy Berzatto (Jeremy Allen White), Sydney Adamu (Ayo Edebiri) y Richard Richie Jerimovich (Ebon Moss-Bachrach) avanzando con determinación, no solo para sobrevivir, sino para llevar a El oso al siguiente nivel. Con nuevos desafíos a cada paso, el equipo debe adaptarse, reajustarse y superar los obstáculos que se le presentan. En esta temporada, la búsqueda de la excelencia no significa solo mejorar, sino decidir qué vale la pena conservar”, adelantó la plataforma sobre los nuevos episodios de esta producción.

La nueva temporada de El oso estará disponible en Disney+ a partir del 25 de junio.

5. El juego del calamar. “Llegó la hora del juego final. El juego del calamar: Temporada 3. Disponible el 27 de junio. Solo en Netflix”. Con esas palabras la plataforma anunció el regreso de esta popular serie que llegará a las pantallas al final del mes.

“Desde la temporada 1 hasta la 3, Gi-hun ha estado luchando sin rendirse. ¿Logrará ganar el sanguinario juego del calamar? ¿O el líder seguirá estando siempre un paso adelante?”, se pregunta la plataforma en su material promocional.

Sobre la tercera temporada, Netflix anticipó en su perfil de YouTube: “Una rebelión fallida, la muerte de un amigo y una traición en secreto. Luego del sangriento final de la temporada 2, que dejó a todos en vilo, la tercera y última temporada de la serie más popular de Netflix retoma la historia de Gi‑hun —el jugador 456— en su peor momento. Pero el juego del calamar no se detiene, por lo que Gi‑hun se verá obligado a tomar decisiones importantes ante juegos aún más mortales que ponen a prueba su determinación y la de los demás sobrevivientes. Y en cada ronda, estas decisiones conducen a consecuencias cada vez más serias. Mientras tanto, In‑ho retoma su función de líder para dar la bienvenida a los misteriosos VIP, y su hermano Jun‑ho sigue buscando la isla, sin sospechar siquiera que hay un traidor en su equipo. ¿Tomará Gi‑hun las decisiones correctas o el líder terminará doblegándolo?”.

El juego del calamar: Temporada 3 estará disponible en Netflix el 27 de junio.

6. Better Man: La historia de Robbie Williams. “A través de un chimpancé animado como símbolo, se retrata la montaña rusa que ha sido la vida de Robbie Williams: desde su infancia, el ascenso a la fama y su caída, hasta su impresionante regreso al espectáculo”, señala la sinopsis oficial de esta encantadora película, que luego de su paso por los cines este año llegó este mes a Amazon Prime Video.

La película Better Man: La historia de Robbie Williams está disponible en Amazon Prime Video desde el 6 de junio.

7. La edad dorada. “La serie original de HBO La edad dorada regresa el domingo 22 de junio con más drama y disputas en el corazón de la alta sociedad”, informó la plataforma en un comunicado.

“Con vestuarios deslumbrantes, cenas tensas y batallas libradas tras bambalinas, la segunda temporada de la serie retrató el constante choque entre tradición y modernidad. De cara al futuro, la nueva temporada promete aún más: nuevas ambiciones, romances, alianzas inesperadas… y el precio de soñar en grande”, detallaron desde Max.

La serie, creada por Julian Fellowes, estrenará el primer episodio de su tercera temporada el 22 de junio a las 22, seguido de un nuevo capítulo cada domingo, según anunció la plataforma.

La tercera temporada de La edad dorada estará disponible en Max a partir del 22 de junio.

8. Mazel Tov. “Darío Roitman (Adrián Suar), quien vive hace muchos años en Estados Unidos, alejado de su padre, sus tres hermanos y su hijo, decide regresar a Argentina para asistir a la boda de su hermana Daniela (Natalie Pérez) y al Bat Mitzvá de su sobrina. Este viaje representa para él la oportunidad de reconstruir los lazos familiares, reencontrarse con su pasado y sanar viejas heridas. Sin embargo, pocas horas antes de abordar el avión, se entera del fallecimiento de su padre”, informa la sinopsis oficial de esta película, que se incorporó este mes al menú de Disney+.

“El duelo y las tradiciones familiares ponen a prueba la frágil relación entre los cuatro hermanos Roitman (Suar, Fernán Mirás, Pérez y Benjamín Rojas) sumergiéndolos en una montaña rusa de emociones donde el amor, el resentimiento y la nostalgia se entrelazan. Pero Darío está decidido a celebrar los momentos felices sin olvidar el dolor, y a fortalecer sus lazos de hermandad, que el tiempo y la distancia han desgastado. Mazel Tov, dirigida por Suar, es una historia conmovedora y universal que recuerda que, en las familias, siempre hay espacio para el caos, las risas y la reconciliación. Completan el elenco Alberto Ajaka, Lorena Vega, Guillermo Arengo, Esteban Bigliardi, Lula Mangone, Pablo Fábregas, Aaron Palomino, Adriana Aizenberg y la actuación especial de Rodolfo Ranni”, agregó en un comunicado la plataforma.

La película Mazel Tov está disponible en Disney+ desde el 6 de junio.

9. My Favourite Cake. “Este mes llega My Favourite Cake, una tragicomedia iraní luminosa y desafiante de Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, estrenada en el Festival Internacional de Cine de Berlín 2024. La historia de una viuda que redescubre el amor y la intimidad en un país donde esos gestos pueden costar caro. Con una mezcla de ternura, ironía y valentía silenciosa, la película ofrece un retrato tan político como íntimo, una oda a las mujeres que resisten incluso cuando todo les dice que no deberían”, informó la plataforma Mubi. El largometraje estará disponible a partir del 27 de junio.

La película My Favourite Cake estará disponible en Mubi desde el 27 de junio.

10. Cuenta regresiva. “Un oficial de la policía de Los Ángeles se integra a una unidad secreta encargada de resolver un asesinato inusual, pero pronto revela una oscura conspiración que llevará al equipo a actuar unido para evitar una catástrofe que amenaza a millones”, señala la sinopsis oficial de esta nueva serie original de Amazon Prime Video que será lanzada a partir del 25 de junio.

La serie Cuenta regresiva llega a Amazon Prime Video a partir del 25 de junio.

11. Adolfo Cambiaso, en el nombre del polo. “Esta producción se sumerge en el universo del legendario jugador del equipo La Dolfina nacido en la localidad bonaerense de Cañuelas, Buenos Aires, Argentina, revelando cómo su pasión por los caballos y su obsesión por trascender lo convirtieron en el mejor jugador de la historia y le brindaron acceso a lo más alto del jet set y el glamour del ‘deporte de los reyes’”, adelantó Disney+ en un comunicado.

“La serie, a su vez, recuerda el accidente que sufrió su mejor caballo en 2006 y muestra cómo Cambiaso decide indagar en la posibilidad de clonarlo, abriendo así un debate que trascendió el mundo del polo. El relato también explora el presente de Cambiaso y su legado en manos de su hijo Poroto, heredero del talento de su padre, quien a sus 16 años fue el jugador más joven en debutar en la Triple Corona y ya se destaca en la cancha como parte de La Dolfina”, agregó la plataforma que ofrece este lanzamiento desde el 11 de junio en su menú.

La serie documental Adolfo Cambiaso, en el nombre del polo está disponible en Disney+ desde el 11 de junio.

12. Una película de Minecraft. Max presenta a partir del 20 de junio el estreno exclusivo de este largometraje en su ciclo Del Cine a Max. “Producida por Warner Bros. Pictures y Legendary Pictures, la película marca el esperado debut global de la adaptación live-action del fenómeno mundial de los videojuegos, invitando al público a una travesía de creatividad y superación en un universo pixelado. El 21 de junio, la producción también se estrena en la programación lineal de HBO”, detallaron desde la plataforma.

“En la historia, cuatro personas comunes –Garrett El Basurero Garrison (Jason Momoa), Henry (Sebastian Hansen), Natalie (Emma Myers) y Dawn (Danielle Brooks)– son transportadas al misterioso Overworld, un mundo hecho de bloques donde la imaginación es la clave para sobrevivir. Junto al experto constructor Steve (Jack Black), enfrentan amenazas como Piglins y Zombis, mientras descubren el valor de aquello que los hace únicos en una aventura llena de magia, humor y emoción. Con dirección de Jared Hess, Una película de Minecraft reúne un elenco destacado y un guión que respeta la esencia del videojuego más vendido de todos los tiempos”, señalaron desde Max.

Una película de Minecraft estará disponible en Max desde el 20 de junio.

AL