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El Garrahan entra en fase "reciclaje", cierra salas y reubica pacientes: “Es muy grave y peligroso, pero no queda otra”

El Garrahan entra en fase

La falta de recursos humanos y materiales compromete prestaciones clave, afecta la atención de más de 28.000 pacientes anuales y pone en riesgo cirugías, trasplantes y la formación médica. El miércoles pasado, en asamblea, los trabajadores resolvieron implementar estrategias de emergencia.

“El Garrahan está atravesando el peor momento de su historia”, alerta Teresa Alfaro, enfermera y delegada de ATE, que ingresó al hospital pediátrico en 1988, un año después de su fundación. A 38 años de su creación, el centro de alta complejidad más importante de Argentina y América Latina, al que llegan pacientes críticos de 0 a 15 años de todo el país y de otros países con enfermedades graves o poco frecuentes, enfrenta un proceso de desfinanciamiento que compromete prestaciones esenciales y afecta la atención de más de 28.000 pacientes por año. El hospital realiza anualmente 610.000 consultas, 12.000 cirugías, 110 trasplantes, 2,4 millones de análisis de laboratorio y 180.000 estudios por imágenes.

El miércoles pasado, en asamblea, los trabajadores resolvieron implementar estrategias de emergencia para sostener la atención ante la falta de recursos y la renuncia de personal especializado. “Estamos haciendo lo que se denomina ‘reciclaje’, es decir, vaciar salas de internación y reubicarlas en otras. La sala de cuidados intermedios (pre y posquirúrgicos) se cerró y fue trasladada al área respiratoria porque no hay médicos residentes. Y los de planta no dan abasto porque la demanda es muy grande”, explica Alfaro.

Trabajadores residentes del Hospital Garrahan durante la marcha del 29 de mayo de 2025 frente al edificio del Ministerio de Salud y Desarrollo Social.

“Es una situación grave y peligrosa –advierte–, porque no se debería internar en la misma sala a un chico que tuvo septicemia, por ejemplo, que a uno que tiene una afección respiratoria. Pero no hay alternativa. Faltan recursos materiales y humanos. Si esto continúa, no sé qué va a pasar con tantos niños que dependen de este hospital”.

Fuentes internas señalan que la crisis ya impacta en las grandes cirugías, como los trasplantes cardíacos, que se han reducido, y se refleja también en largas demoras, postergación de turnos y retrasos en estudios.

Aunque el Garrahan genera ingresos propios a través del cobro a obras sociales, actividades docentes e investigación, el 80% de su financiamiento proviene del Estado Nacional y el 20% del Gobierno porteño. Actualmente funciona con el presupuesto de 2023, sin actualización.

“No queremos financiar ineficiencias. La plata está, los recursos están, queremos que lleguen a donde tienen que llegar”, argumentó esta semana la viceministra de Salud de la Nación, Cecilia Loccisano. “Hoy se quedan en el medio, perdidos en burocracias, en curros, en intermediaciones que estamos evitando. Ya tenemos algunas soluciones y estamos buscando más”, agregó en medio de una jornada de protesta de los trabajadores, que no derivó en ninguna propuesta oficial. 

En octubre pasado, tras reclamos reiterados por mejoras salariales, los trabajadores iniciaron una huelga de dos días. Hoy el conflicto se agravó: los médicos residentes —con sueldos de $797.000, jornadas semanales de 60 a 70 horas y seis guardias mensuales de 24 horas— anunciaron que seguirán con las medidas de fuerza ante el ninguneo del gobierno nacional. 

Trabajadores del Garrahan protestaron este jueves frente al edificio.

“Hace más de un año que no tenemos respuestas del Ministerio de Salud, que es nuestro empleador, mientras que nuestro sueldo está por debajo de la línea de pobreza”, denuncia Azul Santana, médica residente.

“Los pacientes están siendo atendidos por los médicos de planta, que asumieron también las funciones de los residentes, que somos unos 300 en total”, señala.

El deterioro salarial también alcanza a los profesionales con antigüedad. En el último año y medio renunciaron alrededor de 200 especialistas. Esta pérdida no solo afecta la atención médica, sino también la formación de residentes, en un hospital reconocido por su excelencia profesional.

“Reclamamos también por la pérdida de capital humano. El éxodo de profesionales con experiencia perjudica nuestra formación. Nosotros aprendemos viéndolos. Sin ellos, no tenemos práctica”, remarca Santana.

“El conflicto se resolvería si el Gobierno otorgara lo que corresponde, si reparte el dinero que los trabajadores merecen”, sostiene la sindicalista Alfaro.

El impacto no se limita a los pacientes y al personal médico. Los padres de niños con enfermedades críticas también padecen la crisis, con sobrecarga de angustia y dolor. Para muchas familias, el Garrahan es el último recurso: cuando fracasan los tratamientos convencionales y los diagnósticos no son alentadores, este hospital representa la última esperanza. 

El hospital realiza anualmente 610.000 consultas, 12.000 cirugías, 110 trasplantes, 2,4 millones de análisis de laboratorio y 180.000 estudios por imágenes.

Maira Anrrique, de Resistencia, Chaco, es madre de Donato, un niño de dos años y medio que fue tratado por leucemia. “Donato tenía seis meses cuando empezó con fiebre diaria, palidez y moretones. Lo llevábamos todos los días al pediatra, pero no encontraban qué tenía. Estuvo internado un mes sin diagnóstico. Recién cuando llegamos al Garrahan, en julio de 2023, nos dieron respuesta: al día siguiente nos confirmaron que tenía leucemia, y en estado grave”, cuenta.

“Lo internaron de inmediato y comenzó con la quimioterapia. Estuvimos seis meses internados. La atención fue impecable: nos daban las leches especiales, los medicamentos, las cremas. Yo estuve sola con él en una habitación individual todo ese tiempo, por sus bajas defensas. Todos los días pasaba la nutricionista. Los médicos estaban siempre, día y noche, los mismos profesionales. Solo tengo palabras de agradecimiento para todos ellos”, agrega.

Un caso similar vivió Melina Ríos, médica residente del hospital y tía de un niño que también fue tratado por leucemia. “Es muy angustiante. Estoy con mis compañeros y también sufro por las familias porque mi sobrino, de ocho años, se salvó gracias al Garrahan”, relata.

El hospital cuenta con un total de 587 camas, de las cuales 132 están destinadas a unidades de terapia intensiva. Dispone de 20 quirófanos, 200 consultorios y sectores específicos para Trasplantes, Neonatología, Unidad de Quemados y el Centro de Atención Integral del Paciente Hemato-Oncológico. También alberga el único servicio público de Radioterapia pediátrica, equipado con un acelerador lineal.

Actualmente, se realizan alrededor de 450 consultas por día. En el área de internación hay unos 250 pacientes pediátricos, mientras que en las terapias intensivas se encuentran internados 110 niños con enfermedades de alta complejidad, informaron profesionales del Garrahan en distintos medios durante esta semana.

“Es absurdo lo que hacen, el único objetivo que tienen es pisotear y humillar al trabajador. Todos pensaban que no se iban a meter con el Garrahan, y se metieron. Acá están internados nada más y nada menos que el futuro del país”, advierte la gremialista y enfermera Alfaro. 

“Estamos muy unidos hoy por hoy, pero la angustia es muy grande. Es muy triste y, si bien tenemos esperanza, también hay mucha preocupación”, lamenta la médica residente Santana. 

LN/DTC

Un país minado: Milei toca los cables sensibles de la sociedad y la calle responde

Un país minado: Milei toca los cables sensibles de la sociedad y la calle responde

Médicos, personas con discapacidad, científicos y jubilados son los sectores donde el ajuste genera mayor resistencia. La motosierra avanza, pero se encuentra con núcleos sociales dispuestos a no retroceder.

Los trabajadores del Garrahan denuncian que el Gobierno no hizo una oferta de mejora salarial: “Encima de pagarte muy poco, tratan de ensuciarte”

Cuando la mayoría de los observadores de la realidad argentina destacaban la impotencia o la falta de respuestas de “la política” al avance del plan de ajuste salvaje que lleva adelante Javier Milei, la verdadera respuesta comenzó a crecer desde la sociedad. Más específicamente, desde las trabajadoras y los trabajadores organizados que responden a las consecuencias de la motosierra en el ajuste estatal, al intento de pisar los salarios (no sólo en el Estado, sino también en el sector privado) y a los despidos que provoca la crisis económica. 

El Gobierno cerró una semana marcada por una conflictividad social creciente. Al cada vez más extendido reclamo de los trabajadores del Hospital Garrahan, se sumó el paro de prestadores de servicios de discapacidad y la impactante movilización de científicos del CONICET que rechazan el ajuste en el sector. El miércoles —como cada semana— tuvo lugar la 15° marcha de jubilados y jubiladas en lo que va de este 2025. El CELS registró que desde principios de año hubo un total de 129 detenidos y 406 heridos.

En los días y semanas previas se produjeron paros y manifestaciones de docentes de la provincia de Buenos Aires y Catamarca, una huelga histórica en la UOM Tierra del Fuego, movilizaciones de empleados de Vialidad Nacional o trabajadores marítimos. También hubo protestas de trabajadores ceramistas de Neuquén; una manifestación en Bahía Blanca, frente al puerto de Ingeniero White a dos meses de la inundación y hasta los puesteros de La Salada marcharon al Puente La Noria en Buenos Aires.

También los choferes de la UTA (con eje en la combativa Línea 60) coparon las calles del centro porteño en rechazo al acuerdo firmado por la dirección sindical (luego del paro de hace algunas semanas) y trabajadores de la alimentación se movilizaron contra el tope salarial que quieren imponer multinacionales como Arcor y Mondelez, en sintonía con el techo a las paritarias que viene fijando el Gobierno.

No es una muestra exhaustiva, aunque sí ilustrativa de una resistencia social a esta fase del ajuste. Milei se juega en esta pulseada tanto o más de lo que se disputa en las elecciones porque uno de los interrogantes centrales que se plantean los “grandes inversores”, el grueso del empresariado y el Fondo Monetario Internacional no es si es capaz de ganar elecciones (aprovechando el clima de una coyuntura, como fue en 2023), sino si tendrá la capacidad de domar a la Argentina contenciosa para asentar su proyecto sobre una nueva relación de fuerzas. 

Algunos de los conflictos muestran el campo minado de un país que se resiste a sucumbir ante el reseteo general que propone el proyecto libertariano y —como fue la universidad en su momento— son cables sensibles en los que el Gobierno está metiendo los dedos de manera tosca. 

Trabajadores residentes del Hospital Garrahan durante la marcha del jueves.

Es el caso del emblemático Hospital Garrahan con el conflicto que iniciaron los residentes y que impactó sobre el resto de los profesionales y trabajadores del hospital.  Sus salarios rondan los $797.000 por más de 70 horas de trabajo semanales, o sea unos $2800 o $3000 la hora. Esto empuja a la necesidad de realizar muchas horas extras y al multiempleo, perjudicando la calidad de atención a los pacientes que, en este caso, son las niñeces. Cualquier persona de cualquier lugar del país conoce la calidad y el prestigio (no solo nacional, sino internacional) del hospital, ya sea de primera mano o por conocidos. También es sentible el caso de las personas con discapacidad y los profesionales que le brindan atención. Exigen que se trate en la Cámara de Diputados el proyecto de Ley de Emergencia en Discapacidad, algo que podría suceder el próximo 4 de junio. 

Si al patético espectáculo de los miércoles en el que son gaseados y golpeados los adultos mayores, se suma el vaciamiento del principal hospital que atiende a las niñeces y el ajuste sobre las personas con discapacidad, queda demasiado en evidencia el rostro brutal de un gobierno que había venido a ajustar a “la casta”.

La rebelión en Catamarca y la apatía electoral

Aunque alejada del país centralista, vale la pena destacar la rebelión educativa en Catamarca porque fue realmente significativa. El 16 de mayo, el gobernador Raúl Jalil (un peronista muy en sintonía con Milei) firmó el decreto 884 de “Régimen de Cobertura de Cargos de los Niveles de Educación Inicial, Primaria, Especial, Adultos y Secundaria”. La medida, sintéticamente, pretendía dar un paso más en el desguace educativo. Era un ataque a la fuente laboral, a la estabilidad y al estatuto, y también podía implicar cierres de cursos. 

La rebelión de docentes en Catamarca logró que el gobierno local dé marcha atrás en una reforma educativa.

El decreto provocó una reacción que se fue gestando desde abajo con el impulso de docentes autoconvocados. El sábado pasado más de 20 mil personas colmaron la plaza principal de la capital provincial. Fue tal la magnitud de la manifestación que, en el mismo momento en que se estaba desarrollando, el gobierno local anunció que daría marcha atrás con el decreto y conformaría una mesa con los gremios para redactar una nueva disposición. Fue una derrota con todas las letras de un peronista con peluca –Raúl Jalil– y un triunfo de la docencia que desmiente la tesis de que a Milei no hay quien lo frene.

Hasta ayer nomás, frente a los resultados de las seis elecciones adelantadas que tuvieron lugar en las provincias, los interrogantes que circulaban en la conversación pública eran en torno a qué expresaba el fuerte ausentismo y los magros resultados tanto del Gobierno nacional como de las oposiciones tradicionales. Desafección, desmoralización y desánimo, afirmaron algunos apresurados.

Seguramente, en una parte de la sociedad estos sean los sentimientos que dominan el estado de ánimo. Sin embargo, en otra franja social (no menos importante) como la que vemos protagonizando estos conflictos, la disposición es a luchar con métodos que no pueden reducirse al voto. Para entender esa complejidad de una sociedad como la argentina, con analizar la secuencia estrictamente política o parlamentaria no alcanza. Sin la dinámica del conflicto social, no se puede.

MC

La ultraderecha global lanza su red de medios en español: VisegradES ya opera en la Argentina al calor de Milei

La ultraderecha global lanza su red de medios en español: VisegradES ya opera en la Argentina al calor de Milei

Se trata de la nueva plataforma informativa impulsada por el portal mileísta La Derecha Diario, EDATV (de España) y Visegrád24 (Europa Central). La alianza busca disputar la agenda pública con narrativa conservadora.

Una plataforma “contra la hegemonía globalista y de izquierda”. Un nombre tomado de una alianza de países nacionalistas del Este europeo. Y tres medios sin periodistas de renombre y con un mismo credo ideológico. Así se presentó esta semana VisegradES, la nueva “alianza internacional” de medios conservadores lanzada por La Derecha Diario (Argentina), EDATV (España) y Visegrád24 (Europa Central). El anuncio se hizo de manera simultánea, con logos unificados y tono doctrinario.

El comunicado oficial define a VisegradES como una plataforma para “combatir la corrección política” y “generar sinergias informativas ante la desinformación globalista”. Entre los temas prioritarios de cobertura figuran la inmigración ilegal, la Agenda 2030, la ideología de género y el “terrorismo yihadista”. Todo el repertorio de la nueva derecha internacional, que en Argentina encarna Javier Milei, pero concentrado ahora en un canal hispanohablante. El mensaje es claro: no se trata de informar, sino de disputar sentido.

La elección del nombre no es casual. VisegradES retoma el imaginario del Grupo de Visegrado —la coalición anti-Unión Europea formada por Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia— y lo adapta al mercado informativo hispano. Las siglas “ES” en rojo sobre fondo azul remiten al desembarco en el mundo hispanoparlante de una narrativa conservadora ya probada en Europa del Este. Pero detrás de ese desembarco hay actores concretos. Y uno de ellos es argentino.

La Derecha Diario, fundado por Fernando Cerimedo y actualmente codirigido por el español Javier Negre, aparece como el nodo latinoamericano del proyecto. Con fuerte presencia en redes, una estrategia de distribución directa por Telegram y WhatsApp, y alineamiento explícito con el gobierno de Milei, el sitio funciona como brazo comunicacional del oficialismo libertario. En agosto de 2024, Negre adquirió el 50% de la empresa que lo gestiona —Madero Group Media SRL— y desde entonces potenció el perfil político del medio con actos, recorridas por provincias y participaciones constantes en conferencias de prensa oficiales.

El periodista español Javier Negre junto a Javier Milei, en el Salón Blanco de la Casa Rosada.

Agitación mediática

El caso de Visegrád24, el tercer socio de la alianza, ilustra con claridad el tipo de actor que participa en esta red. Aunque cuenta con sitio web y fuerte presencia en redes sociales, su funcionamiento dista de los estándares periodísticos convencionales: no produce contenido original, reempaqueta noticias de terceros y las editorializa con un fuerte sesgo nacionalista y conservador.

Fundado en Polonia, Visegrád24 no revela públicamente su financiamiento ni su equipo editorial. Según una investigación de Visegrad Insight, publicada en 2023, se trata de una operación de desinformación con raíces en el aparato comunicacional polaco, inspirada en el modelo húngaro del primer ministro Viktor Orbán, anfitrión, este jueves, de una nueva edición de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), que tuvo a Nahuel Sotelo, el secretario de Culto argentino, como participante.

El experimento húngaro —basado en redes de medios estatales utilizados para difundir narrativas ultraliberales con recursos públicos— fracasó en su intento de internacionalización. En cambio, Polonia logró replicarlo con mayor sutileza, a través de canales como Visegrád24, que simulan ser agencias de noticias pero operan como plataformas de propaganda disfrazada. Desde su creación, esta cuenta anónima creció rápidamente en popularidad, especialmente durante la guerra en Ucrania, cuando logró capitalizar el clivaje geopolítico con mensajes que mezclan apoyo occidental selectivo con líneas nacionalistas duras. Su lema implícito —“Make Europe Great Again”— refleja esa mezcla de populismo identitario y estética de red global.

Milei con el húngaro Orbán, que lo visitó cuando asumió en diciembre de 2023.

La plataforma fue señalada por expertos en seguridad democrática como una amenaza a la soberanía informativa europea. No porque tenga alcance masivo, sino porque opera en la zona gris entre el activismo digital y la manipulación informativa, sin rendición de cuentas ni trazabilidad institucional. En este sentido, su participación en VisegradES refuerza la idea de que la nueva alianza no busca construir medios, sino estructuras discursivas transnacionales capaces de penetrar el debate público con una narrativa unificada, sin necesidad de pasar por filtros periodísticos o chequeos de datos.

Mientras EDATV en España orbita cerca de Vox y Visegrád24 difunde narrativas iliberales bajo una fachada de objetividad, en la Argentina, La Derecha Diario actúa como repetidor local del mileísmo, sin pruritos a la hora de elogiar a actores provinciales que hasta ayer eran blanco del discurso anticasta, como sucedió en Misiones o Tucumán. La coherencia no importa si la finalidad es una: expandir la “batalla cultural”.

Para Javier Negre, que promueve el proyecto de VisegradES como una “revolución mediática” en América Latina, esto representa un paso más en su integración al ecosistema libertario. Para Cerimedo, es la coronación de un medio que nació como experimento digital y hoy se sienta en la mesa de los grandes operadores de la nueva derecha. Para Milei, es un canal más de difusión de su relato. A fin de cuentas, en tiempos de polarización y algoritmos, la verdad ya no importa tanto como el marco desde el cual se narra.

PL/MC

“Era un ladrón”: cómo la violencia vecinal se expande avalada por el miedo, la prensa y el discurso de orden

“Era un ladrón”: cómo la violencia vecinal se expande avalada por el miedo, la prensa y el discurso de orden

Especialistas analizan el fenómeno de una nueva violencia vecinal por delitos reales o imaginarios. El caso de Jeremías Sosa en Luján. El rol de los medios de comunicación y el contexto político.

Jeremías Sosa sufría ataques de pánico. En la noche del 22 de febrero, cuando visitaba a su hermana en Olivera, partido de Luján, se asustó por el ruido de una moto y empezó a correr. Un vecino dio el alerta y la voz corrió de boca en boca: era un ladrón. Perseguido y acorralado, entre seis y diez personas lo golpearon hasta provocarle la muerte mientras otras azuzaban a los agresores. Tenía 31 años, era padre de dos hijos y trabajaba como albañil.

El asesinato de Jeremías Sosa representa un caso extremo pero no aislado de un nuevo tipo de violencia: el que ejercen vecinos contra personas a las que acusan por delitos reales o imaginarios. “Las tentativas de linchamientos, las detenciones vecinales, las quemas intencionadas de viviendas con la expulsión de habitantes de un barrio, forman parte de repertorios securitarios a disposición de la vecinocracia”, reflexiona Esteban Rodríguez Alzueta, docente e investigador de la Universidad Nacional de Quilmes.

Vecinocracia “es el gobierno de los vecinos vigilantes”, según Rodríguez Alzueta, autor de un libro que enuncia la categoría desde el título: Vecinocracia. Olfato social y linchamientos (2019). Las acciones directas contra presuntos delincuentes “son maneras que tienen los vecinos de reponer umbrales de seguridad y certidumbre en el barrio y de gestionar una sanción moral que compense la falta de justicia y la desconfianza hacia la policía”, agrega el también director del Laboratorio de Estudios Criminales.

Según distintas versiones, los vecinos acusaron a Jeremías Sosa por los robos en general en la localidad de Olivera o por haber intentado un robo o por un robo del que nadie aportó detalles. Cuatro de los agresores están detenidos y otras cuatro personas tienen pedido de captura y permanecen prófugas. La fiscal María Laura Cordiviola investiga el hecho como homicidio agravado por alevosía, delito que contempla la pena de prisión perpetua.

Jeremías Sosa tenía 31 años, fue asesinado por vecinos de Luján que lo confundieron con un ladrón.

Un devenir delincuente

“Hay cambios en las prácticas de vigilancia vecinal”, observa Manuel Tufró. El punto de referencia son los años 90, cuando la figura del vecino comenzó a erigirse en una autoridad sobre políticas de seguridad. “En ese momento y en los primeros 2000, los grupos de clase media tenían contacto con algún tipo de estatalidad para reclamar, interpelar o colaborar con la policía. En los últimos años, a medida que las lógicas de violencia y de degradación del tejido comunitario fueron avanzando, empezaron a aparecer prácticas muy distintas en los barrios populares, desde pasacalles que advierten sobre represalias contra delincuentes hasta acciones difundidas en redes sociales con carácter ejemplificador y disciplinante. En el fondo, es un devenir delincuente de los propios grupos”, agrega Tufró, director del área de Justicia y seguridad del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y autor de La patria chica. Genealogía política de la figura del vecino (2018).

En la mañana del 28 de febrero, un empleado de seguridad privada de 62 años iba en moto a su trabajo en General Rodríguez. De pronto observó que otro motociclista se ponía a la par, los vehículos se rozaron y ambos cayeron al asfalto. El vigilante extrajo un arma de fuego y ejecutó al desconocido porque tuvo miedo de que fuera un ladrón. La víctima, de 31 años, se llamaba Raúl Ricardo Kapelinski, carecía de antecedentes delictivos, estaba desarmado y trabajaba como jardinero.

“El temor por el delito era más de la clase media hacia la clase baja –sigue Tufró-. Ahora hay una preocupación extendida en barrios de sectores populares que están a la intemperie en cuestiones de seguridad. El cambio es el pasaje a la acción directa, porque los grupos de clase media del ciclo anterior apuntaron a generar reclamos a las autoridades, a la policía o a los medios de comunicación”.

Las agresiones vecinales se perpetran en grupo y definen además un nuevo motivo para el periodismo, el linchamiento que generalmente no se concreta por la intervención policial o de personas menos violentas. El título se repite: “Vecinos de Berisso casi linchan a un joven delincuente”, “Vecinos casi linchan a un delincuente en Luis Guillón”, “Casi linchan a un motochorro en Ramos Mejía”. Otros casos terminan en asesinatos, como el de Sosa, o el de David Moreira, de 18 años, apaleado por una decena de vecinos de barrio Azcuénaga, en Rosario, que además organizaron marchas de protesta cuando la Justicia intentó una investigación.

La figura del vecino, expone Tufró, es tan significativa por lo que define como por lo que excluye: trabajadoras sexuales, travestis, migrantes y hasta “los manteros de Once” según la prédica actual de la organización Buenos Vecinos: “Sigue siendo una forma de marcar diferencias desde un lugar moral, no solo con delincuentes sino con otras figuras que en el imaginario se asocian al delito pero que en realidad tienen que ver con usos del espacio público que van en contra de cierta mirada de clase media. Por otro lado, también sirve para diferenciarse de los políticos como una forma de organización supuestamente apolítica y por eso más legítima”, afirma el investigador.

Rodríguez Alzueta describe una especie de pedagogía de los medios de comunicación: “El vecino es aquella persona replegada en la esfera privada, abocado a su familia, es decir, alguien sin empatía, que tiene muchas dificultades para pensar sus problemas con las dificultades que tiene el otro. Ese vecino antipático solo está dispuesto a salir de su zona de confort para acceder al espacio público cuando es víctima de algún hecho. Aprendió viendo la TV que esa es la única forma de que su voz tenga quórum o legitimidad”.

Un linchamiento de varios años atrás, transmitido por la pantalla de TN.

La retroalimentación del fenómeno por parte de los medios de comunicación es una constante desde el doble crimen perpetrado el 16 de junio de 1990 por el ingeniero Horacio Santos contra los ladrones del estéreo de su auto. “La responsabilidad de los medios está en cómo crean la cotidianeidad en la que se insertan estos episodios, en cómo construyen de manera sostenida la idea del peligro y el miedo al delito. También existe una diferencia en ese sentido: si hace 25 años había una amplificación, una exageración de situaciones, ahora muchos casos dialogan con la experiencia real de los sectores populares. También hay medios que se colocan en el lugar de los linchadores, hablan desde ese punto de vista”, destaca el director de Seguridad y Justicia del CELS.

Tufró señala que la categoría del vecino fue central en la argumentación macrista en la era de la grieta y la confrontación con el kirchnerismo pero cayó en desuso con el discurso libertario. Rodríguez Alzueta observa otra articulación con la coyuntura política: “Milei no solo supo interpretar el descontento que la política fue acumulando en las últimas décadas, sino que le puso un megáfono al resentimiento y el odio que surcaban gran parte de la sociedad. La Libertad Avanza fue una puesta en valor de las pasiones bajas y también una interpelación. Sobre todo para los vecinos o grupos y grupetes de personas que se sienten llamados o empoderados alrededor de determinados temas como la seguridad”.

En el nombre del bien

En Rosario, el intendente Pablo Javkin sostiene sus discursos sobre los problemas de seguridad en la distinción entre buenos y malos vecinos. Sin mayores precisiones y como si los actores vivieran en universos separados, Javkin reproduce así los discursos de mano dura habituales en el gobernador Maximiliano Pullaro.

Buenos Vecinos es el nombre del grupo de “vecinas y vecinos organizados, trabajando por el bien común desde 2012” que en abril denunció a una migrante peruana que vendía medias en la calle. Su cuenta de Instagram es una vocería de prensa de la Policía de la Ciudad y del gobierno de Jorge Macri, aunque también presume de hacer investigaciones y gestionar políticas por su cuenta, como el “plan antinarcos en la ciudad” para el que recolectan firmas en la calle.

“Ya en los 90 había grupos de clase media que intervenían para ejercer un control del espacio público y generaban vínculos con la policía en un sentido de colaboración. En realidad, amplificar la mirada y el discurso de la policía hacia el resto de la sociedad. Son funcionales a sus intereses. Buenos Vecinos sigue esa línea pero en un contexto en el que el discurso de La Libertad Avanza ofrece una nueva plataforma para desplegar racismo y discriminación explícitos; además encuentran eco en prácticas del gobierno de Jorge Macri en relación con el espacio público”, dice Tufró.

Hasta principios de los 2000, recuerda el director del CELS, “había un discurso sobre la necesidad de controlar a la policía y de la participación ciudadana como una forma de ejercer ese control; eso ha desaparecido”, apunta. Y concluye: “También el peronismo adoptó una política de Estado donde la policía es el principal y único instrumento de la seguridad”.

Rodríguez Alzueta confirma “la concepción policialista de la seguridad” como una especie de dogma instalado e insta a la creatividad política: “Siempre les digo a los funcionarios que faltan palabras para pensar los temas. Si convocás a los vecinos alrededor de la palabra seguridad, los invitás a pedir más policías, más camaritas de vigilancia, más patrulleros. Y además dejás a gente afuera, porque es muy difícil que los jóvenes se sientan convocados. En cambio, cuando los interpelás alrededor de la 'tranquilidad' estás procurando que los vecinos lean un problema al lado del otro, los conflictos urbanos al lado de la pobreza, la desigualdad social, la falta de infraestructura urbana. Pero los políticos son muy perezosos y les sale más barato, electoralmente hablando, tapar agujeros y patear los problemas para delante”.

Buenos Vecinos presume de haber logrado “importantes avances” en la Comuna 3 y en la Ciudad respecto a dos problemáticas clave: “la venta ilegal y el narcomenudeo”. Y sostiene un programa: “Todavía queda mucho por hacer, y no vamos a parar hasta que toda la Ciudad esté ordenada para todos”.

Rodríguez Alzueta no cree que alcancen esa utopía represiva: “Por el contrario, pueden recrear las condiciones para que los vecinos se sientan más inseguros, toda vez que estas estrategias securitarias contribuyen a fragilizar las relaciones entre los vecinos y a reproducir las distancias entre las distintas generaciones, y porque la policía ahora se hará presente de manera más violenta”.

Según Manuel Tufró, “estos grupos ejercen cierto poder, a veces simbólico, a veces con consecuencias directas sobre los cuerpos y las libertades de otros, pero al mismo tiempo son sectores subordinados, utilizados por la policía para sus propios fines; su poder surge de la clase social que representan y de cómo eligen sus blancos, siempre en sectores populares”. Como Jeremías Sosa, la noche en que cayó en manos de una horda de vecinos honrados. 

MC

Poeta chileno

Poeta chileno

Un viaje a Chile reaviva el encuentro con la obra de Claudio Bertoni. Su poesía, entre la desidia y la ternura, nombra lo innombrable con palabras simples.

Llegué a Bertoni a través de Guerriero. Llegué a Guerriero a través de Forn. Y a Forn llegué por una expareja que leía muchísimo, como el fumador que enciende un nuevo cigarrillo con la brasa del que se le acaba de consumir. La afinidad literaria es un ciclo infinito, una especie de Sal de ahí, Chivita, Chivita. 

Lo primero que leí del poeta chileno fue Desiderata, ese poema que la cronista Leila Guerriero esparció por todos lados: Piensas que despertar te va a aliviar, y no te alivia. Piensas que dormir te va a aliviar, y no te alivia. Piensas que el desayuno te va a aliviar, y no te alivia. Quedé infinitamente sorprendida por la simpleza con la que ese hombre del otro lado de la Cordillera, ponía en palabras sencillas una sensación secreta.

Algo que quizás yo venía experimentando demasiado seguido, como una especie de coreografía del desasosiego, y no me había atrevido ni siquiera a describir. Una especie de camaradería con la desidia, una forma de decir: Ey, esto es algo con lo que todos convivimos, así como los desayunos, los almuerzos familiares, los trabajos en blanco, el tráfico de las ciudades, las lavanderías. 

Encontré en Bertoni la simpleza de lo insoportable, el uso de los sustantivos comunes para quitarle y no quitarle peso a las cosas. Aunque yo creía que no, por como vi que hilaba el pensamiento, Claudio Bertoni está vivo. Desde que regresó a Chile en el año 1976, vive en la ciudad costera Concón y desde ahí escribe, saca fotografías y lleva adelante su obra como artista visual.  Antes de esos años  viajó por el mundo, publicó su primer poemario en Gran Bretaña en 1973, El cansador intrabajable: Esta es la hora de Once, que cuando entro en el comedor, cae la noche como un vestido, y la niebla se asoma en la ventana, como cien niñitos. 

Llegué al poema Adiós porque viajé a Chile el año pasado, gracias a la invitación de la Universidad Diego Portales, para llevar a cabo una clase magistral sobre un tema sobre el que eligiera exponer. Elegí hablar de la creación de personajes, de cómo la tienda de ficciones que vemos, leemos y espiamos permanentemente, nos vuelve creativos sin que lo sepamos del todo. Había viajado a Chile solamente una vez, cinco años atrás, para presentar mi primer libro de cuentos. Fueron pocos días pero me volví a Argentina con una sensación definida, que Santiago de Chile estaba repleta de skaters y de poetas, de todas las franjas etarias posibles, se movían sobre patinetas y hablaban como si su discurso se los hubiera escrito alguien antes. Como si el orden que tuvieran las palabras fuera algo que todos deberían respetar.

Al regresar volvi a sentir lo mismo. Quizás con menos patinetas esta vez. Ya dentro de la Universidad tuve la posibilidad de acceder a la librería-biblioteca, donde estaban todos reunidos los libros del sello que llevan, Ediciones Universidad Diego Portales. Libros de gran tamaño, colección de crónicas de narradores latinoamericanos en tapas blandas y de colores, colección de poesía chilena en libros más grandes aún, en tapas blanco y negro, con fotografía de sus autores casi siempre mirando a cámara. Un Rodrigo Lira de anteojos de marco grueso, Nicanor Parra mirando a lo lejos, apoyado en la baranda de un balcón, Enrique Linh recostado y agobiado en un sillón, en un living con luz de mediodía.

¿Qué hacía yo, parada delante de todo ese patrimonio? Extranjera y admirada, iba detrás de todos esos rostros pensando cuál debía  llevarme, entre el dinero que traía, el espacio en la valija, y la influyente información de que muchos de esos títulos no se conseguirían en Argentina. Entonces ahí lo vi, sentado delante de una biblioteca evidentemente desordenada.

Con el peinado de alguien que guarda muchos secretos, lentes de marco finito, casi inexistente, un gesto en la mano como de llevar un cigarrillo encendido aunque no, aunque no lleva nada. De brazos cruzados, prestando atención a alguien detrás de cámara, que le habla de algo que conoce. Claudio Bertoni, otra vez, después de haberlo conocido en su Desiderata, reconociendo que no hay escape, que todo es un sinfín de desidia con alguna que otra anécdota amable entremedio. Bertoni con el idioma en apariencia sencillo, chabacano, y un poquito suicida. Bertoni con el poema largo que tituló Adiós, publicado en el 2012, bajo una estructura de cuadernos con notas, fechas y horarios. Una especie de conteo de los días, de las horas, después de que una mujer lo abandonó, que podría ser también -por qué no-  la agonía de una enfermedad mortal.

Eres un defecto, Callar hasta morir, No te quiero ver, es cierto, ¿qué vería?, Juegas con mi animal. (...) Me cuesta todo, pelar un tomate. 11.45, Rivotril. (...) Paja como a las 3. Estás demasiado viva. Aspirina. Eres una chispa de la que huyo y persigo. Escogí una vida que se termina. Salud egoísta.

MC