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Javier Alonso, ministro de Seguridad, habló del desplazamiento de 24 efectivos bonaerenses por “confabulación” y por “intento de golpe institucional”. La relación con el postulante libertario en la Tercera Sección Electoral.
Veinticuatro policías bonaerenses vinculados al excomisario Maximiliano Bondarenko, candidato de La Libertad Avanza en la Tercera Sección electoral, fueron desplazados por “confabulación” e intento de dar “un golpe institucional” al comando de esa repartición, confirmó hoy el ministro de Seguridad provincial, Javier Alonso.
El funcionario explicó que llegó a la Dirección de Asuntos Internos “una denuncia anónima muy completa, con muchísimos detalles” que daba cuenta de “la confabulación de un grupo de 24 policías, algunos de ellos oficiales destacados de la institución, y en ese grupo también se incluía al candidato (Bondarenko) como policía retirado”.
“Utilizaban las oficinas y los elementos del Estado para brindar apoyo a este candidato, pero fundamentalmente para diseñar una serie de medidas urgentes, que los incluían a ellos como nuevos responsables de la institución en lo que sería un golpe al comando institucional”, relató el ministro en declaraciones radiales.
Resaltó que la maniobra apuntaba a “instalarse ellos y una camada de policías en el comando institucional, pasando a retiro obligatorio a una serie de altos mandos policiales que están en funciones” y relacionó esto con “un Presidente que el algún momento habló de intervenir la provincia”.
Señaló que, tras recibir la denuncia, el auditor general de la Policía bonaerense “dispuso revisar las dos dependencias más importantes involucradas” y como resultado “se certificó que todo lo que decía la denuncia anónima era cierto, y se encontró muchísima documentación y proyectos que no tienen nada que ver con la labor policial”.
Alonso aseguró que la investigación y el desplazamiento de los 24 policías “no tiene nada que ver” con el hecho de que Bondarenko “sea candidato” por LLA, y recalcó que en el pasado “ya fue concejal, se presentó en una elección, pidió autorización y luego licencia, porque está claro que por la Ley Orgánica los integrantes de la Policía no pueden organizarse políticamente”.
“Se ordenó la desafectación del personal involucrado, que está en disponibilidad y sometido a investigación, y se realizó la denuncia judicial que corresponde”, subrayó el ministro, al tiempo que adelantó que “la denuncia también incluye cuestiones más graves que deberán corroborarse”, aunque no dio detalles del tipo de delitos que abarcaría.
Alonso enfatizó que “de ninguna manera podemos permitir que un grupo de policías se confabule contra el comando institucional”, y puntualizó que los involucrados “se reunían periódicamente con el candidato” al que identificó como “la terminal política” a la que respondían los uniformados desafectados.
“Ahora iremos viendo como sigue la investigación -añadió en declaraciones a Radio 10-, porque son muchas personas, algunos son oficiales muy destacados, que ya fueron notificados de la desafectación y ahora seguirá el proceso administrativo y el judicial”.
Con información de agencia NA
MC
El gobierno provincial cesanteó a oficiales "por una investigación interna". Según denunció la ministra Bullrich, se los quiere vincular con la postulación del expolicía que ahora es candidato de La Libertad Avanza.
La candidatura libertaria del excomisario de la Policía Bonaerense Maximiliano Bondarenko abrió una nueva polémica. A poco de conocerse su postulación por La Libertad Avanza, Axel Kicillof suspendió preventivamente a un grupo de policías “por una investigación interna”, según confirmaron fuentes provinciales a elDiarioAR.
El episodio generó la reacción de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que acusó a Kicillof de vincular a los efectivos en función con la flamante postulación de Bondarenko en la Tercera Sección Electoral.
“El inútil de Kicillof cesantea a 24 policías solo porque cree que apoyan a Maximiliano Bondarenko. ¿La causa? Ninguna. Pura persecución política”, señaló la funcionaria de Javier Milei en redes sociales, luego de que el diario Clarín revelara una medida de Kicillof.
Según trascendió, el gobierno bonaerense cesanteó a 24 oficiales superiores de la Policía “sospechados de formar parte de una acción conspirativa” y de trabajar desde oficinas del Ministerio de Seguridad para el postulante del frente La Libertad Avanza (LLA) para las legislativas del 7 de septiembre en la zona sur del conurbano. Aparentemente llegaron denuncias anónimas a la cartera que conduce Javier Alonso.
El hecho puntual fue que este miércoles la Auditoría General de Asuntos Internos (AGAI) del ministerio habría cesanteado a los oficiales porque “realizaban tareas políticas” para el candidato a primer diputado provincial por LLA, un expolicía mayor retirado, actual concejal de Florencio Varela. Entre los 24 policías bonaerenses desafectados se encuentra toda la dirección de la Policía Ecológica (cuyo nombre real es Dirección de Prevención Ecológica y Sustancias Peligrosas).
Según Clarín, los agentes sancionados elaboraban un proyecto de “reforma de la Policía”, en la que se autoincluían en niveles de conducción jerárquica”, así como proyectos de ley sobre temas de seguridad que se presentarían en la Legislatura.
Ayer Bondarenko habló por primera vez desde que es candidato y dijo en el canal LN+ que el frente libertario deberá superar el “aparato” del oficialismo bonaerense. “El aparato del que todos hablan es una ingeniería electoral que armó el peronismo en estos años. Tienen remises, toman las escuelas a las 5 de la mañana. Va a ser una batalla de voto a voto, de urna a urna. Hay que preparar un ejército… la gente tiene que estar convencida, para que no estemos más en esta situación”, apuntó. Y dijo que “la tercera es una sección extremadamente complicada, que se va a enfrentar a un aparato extremadamente pulido de 40 años del peronismo, con una inyección de dinero de la corrupción que todos conocemos”.
Bondarenko competirá en las próximas elecciones, entre otros, contra Verónica Magario, la vicegobernadora que encabeza la lista del frente Fuerza Patria en la Tercera Sección Electoral.
MC
Caputo quería bajar los intereses para alentar la economía, pero terminó impulsando su suba. Ahora puede comprar divisas no tan caras, pero enfría el crédito y la actividad, y fogonea la morosidad. Doble prueba de fuego: el directorio del FMI debe decidir sobre el segundo desembolso y el mercado le pedirá al Tesoro más tasa para no irse a la divisa.
Alertan que ya se fugó el 44% de los dólares que envió el FMI y el organismo le exige a Milei acumular reservas
El dólar abría este jueves estable alrededor de los $1.275 que cerró ayer, pero puede ser la paz que antecede a otra tormenta como la de semanas anteriores. El equipo del ministro de Economía, Luis Caputo, está domándolo a fuerza de haber promovido una suba de tasas de interés y la iliquidez en el mercado, y está aprovechando para acumular reservas, pero el próximo jueves enfrentará nueva prueba. En siete días vencen Letras Capitalizables (Lecap, bonos de corto plazo del Tesoro cuyos intereses no se pagan sino que se capitalizan) por $11 billones y se teme que los bancos no acepten renovarlas todas, parte de ese dinero quede en el mercado y termine presionando otra vez al alza del tipo de cambio.
Caputo pensaba que todo marchaba de acuerdo al plan (TMAP, como dicen los libertarios), el Banco Central decidió desde el pasado día 10 dejar de marcar la tasa de interés de referencia, que quedaría al vaivén del mercado, a diferencia de la mayoría de los otros países, y el Tesoro desarmaría la Letras Fiscales de Liquidez (LEFI), que le proveían del dinero fresco diario a los bancos, para reemplazarlas por Lecap a 15 días. Las LEFI tenían una tasa efectiva del 38% y el Gobierno esperaba que bajara con estos cambios, de modo tal de impulsar que el rebote económico de la primera mitad del año se prolongase.
El problema fue que las entidades financieras no suscribieron todas las Lecap que el Gobierno quería porque prefirieron quedarse con liquidez para su operatoria. Esos pesos boyantes fueron a parar a empresas e individuos que, a diferencia de Caputo, veían varias cosas: que el dólar estaba barato, que las reservas estaban a la mitad del nivel requerido por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que el Tesoro iba a tener que comprar divisas para cumplir con el organismo, que el ingreso de verdes por la cosecha de soja y maíz había terminado y que las elecciones próximas están planteadas como un dilema entre ultraderecha o kirchnerismo. Entonces se volcaron al dólar, que subió de $1.160 a mediados de junio hasta 1.307 la semana pasada.
Caputo y su secretario de Finanzas, Pablo Quirno, reaccionaron colocando de manera extraordinaria otra ronda de Lecap al 48%. Así fue que la intención de hacer bajar la tasa terminó por subirla, lo que paraliza el crédito, afecta la actividad económica y crea una nueva tensión quincenal cada vez que se renueven estas letras. El Tesoro esta vez terminó absorbiendo demasiada liquidez, por lo que en el mercado secundario las Lecap pasaron a rendir al 90%. Por intervención del Tesoro, que vendió letras, bajó entre martes y miércoles al 60%.
De todos modos, son niveles que paralizan el financimiento y la economía. Se espera un segundo semestre de parate. Pero el Gobierno está convencido de que la mayoría de la población lo votará por la baja de la inflación y la estabilización del dólar.
Los bancos necesitan liquidez. Podrían conseguirla vendiendo Lecap, pero nadie se las compra. Entonces la tasa sigue extremadamente alta. Para saciar la necesidad de disponibilidad de dinero, las entidades financieras esperarán al vencimiento de las letras de la semana próxima. No renovarán todas las Lecap que vencen para hacerse más líquidos. El Gobierno las acusa de estar mal acostumbradas a colocar a corto plazo las desaparecidas Letras de Liquidez (Leliq) del Banco Central en el anterior gobierno y que ahora deben prestarle a las empresas e individuos y administrar la caja con eficiencia. Pero ellas consideran que quien se equivocó fue el equipo de Caputo y su presidente del Banco Central, Santiago Bausili, al eliminar las LEFI.
Esta semana, con la súpertasa, no hay pesos en la plaza, entonces el dólar bajó y el Tesoro aprovechó para comprar divisas a menor precio y gracias a la menor actividad y recomponer así las reservas. Necesita acumular para hacer buena letra ante el FMI, cuyo directorio se reúne también el próximo jueves para definir la primera revisión del acuerdo con el gobierno de Javier Milei.
El Fondo ya desembolsó US$12.000 millones en abril y planea prestar otros 2.000 millones, pero depende del cumplimiento de las tres metas del pacto. El ajuste fiscal y el monetario se lograron, pero no la acumulación de activos del Central, que debía conseguirse hasta el 13 de junio. Pasada esa fecha, el Gobierno pasó de jactarse de que no le importaban las reservas -así lo decía el asesor propagandista Felipe Núñez- a comenzar a comprar dólares, aunque insuficientes, pero como gesto de buena voluntad. La Argentina incumplió la meta, pero pedirá un waiver (exención) para que le den los 2.000 millones.
Pero en la licitación del jueves el Gobierno no podrá renovar todas las Lecap y se inyectarán otra vez pesos en el mercado. Volverá la presión alcista del dólar. El Ejecutivo no puede convalidar la tasa del 60% que hay en el mercado porque es letal para la economía con el correr de las semanas. Ningún banco prestará a clientes a estas tasas. Además, con estos niveles se incrementa la morosidad de quienes deben y se atrasan en los pagos, como los usuarios de tarjetas de crédito. Las autoridades deberán ofrecer menos, pero tampoco poco porque si no, se inundará de pesos la plaza y habrá aún más interés por volcarse a la moneda norteamericana. El gobierno de la motosierra tendrán que aplicar sintonía fina. Pero en el mercado hay quienes advierten de que si ofrecen otra vez 48%, los pesos se irán al dólar. Es decir, quieren más tasa.
Por la suba de tasas de los últimos días, al mercado le quedó claro que el Gobierno no quiere el dólar por arriba de $1.300, porque le arruinaría su plan antiinflacionario y su campaña electoral. Más de un inversor considera que el dólar debería estar en el máximo de la banda, los $1.414 en la actualidad, para que sea atractivo para que haya más exportaciones y menos importaciones de bienes y servicios, y así se acumulen más reservas. Por tanto, el tira y afloje continuará.
Encima, en el segundo semestre del año, el Gobierno ya no tiene la cosecha gruesa para sumar divisas. Las inversiones no llegan ni arribarán tan rápido. Las provincias no siguieron el camino de Córdoba de endeudarse afuera y, por tanto, no llegarán los dólares esperados. No quedan más que apostar a que el FMI libere el segundo tramo del préstamo.
En un banco de inversión europeo esperan que con esos US$2.000 millones Caputo se siente a defender el techo de $1.300 e incluso los use, a contramano de las condiciones del Fondo, con tal de que La Libertad Avanza (LLA) gane las elecciones de septiembre en la provincia de Buenos Aires y en octubre las nacionales. “Lo único que les importa es que el dólar no se les escape”, observan en el banco. Recuerdan que ya en 2018 Caputo como presidente del Central hizo lo mismo: malgastar el crédito del Fondo para defender el tipo de cambio. Y quizás el organismo haga la vista gorda con tal de que las fuerzas de Milei derroten a un peronismo que promete renegociar el último préstamo.
Por ahora, el Gobierno no logró acumular reservas como se había comprometido ni logró hacer bajar el riesgo país para volver a colocar deuda en el mercado internacional, ni Milei consiguió bajar el dólar a $1.000 para sólo entonces comprar divisas. Eso sí, el Presidente promete arrasar en las urnas y entre los inversores que leen encuestas así lo creen, pero tampoco apuestan fuerte a esa opción.
Después de los comicios será otro cantar. Entonces sí tal vez el Fondo apriete por las reservas. Es que quiere cobrar su crédito. Sobre todo en 2027 caen fuertes vencimientos de la deuda con el FMI y los acreedores privados. Pero antes en 2026 hay obligaciones de bonos enero y julio por US$5.600 millones de capital y 3.000 millones de intereses. La idea es refinanciar esos pagos en el mercado, pero para ello se requiere bajar el riesgo país.Y para que este descienda más que eliminar el “riesgo kuka”, como apunta despectivo el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, su gobierno debería cumplir la tarea de sumar reservas. Y para ello no queda otra que devaluar, aunque impacte en la inflación.
“Los próximos 90 días de campaña son clave, y para ver una baja del riesgo país se tiene que despejar la incertidumbre política y además tiene que haber mayor acumulación de reservas”, analiza el politólogo Ignacio Labaqui. Es decir, para que la prima de riesgo de la deuda descienda deben pasar las elecciones. “El resultado de septiembre condiciona al de octubre”, agrega Labaqui. Si triunfa el peronismo en dos meses, puede que los votantes antiperonistas se vuelquen a LLA en octubre para evitar una doble victoria del partido presidido por Cristina Fernández de Kirchner, aunque tal vez suceda que un traspié libertario bonaerense lo hunda más al mes siguiente y que algunos de sus votantes busquen otras opciones más al centro.
AR/MC
El objetivo es tratar la emergencia pediátrica en el Hospital Garrahan y el presupuesto universitario. Martín Menem y la estrategia de tener paralizado el Congreso hasta el 11 de diciembre. El efecto de la campaña electoral.
Roto antes de empezar: la avenida del medio suma a los huérfanos del PRO pero se queda sin Monzó y Stolbizer
La oposición está enfrascada en una carrera contra el tiempo. Tiene hasta el inicio de la campaña nacional para poder continuar con las embestidas al Gobierno: necesita aprovechar la antipatía de los aliados con Javier Milei antes de que Guillermo Francos empiece a ordenar, uno por uno, a los gobernadores más expectantes de pintarse de violeta. Tienen una última bala, antes de que comience la pelea por el veto a los jubilados, y es la emergencia en el Hospital Garrahan. Y buscarán dispararla el próximo miércoles 30, en una mega sesión opositora.
El Congreso, en estos días de receso invernal, es un desierto. Los diputados están en sus provincias y, los que viven en el AMBA, solo tienen ojos para la elección bonaerense, que no dejó espacio político sin heridos. Martín Menem es el principal beneficiado de esta parálisis y pretende extenderla lo más posible –hasta el 11 de diciembre si es posible–, y se vale del buen vínculo que aprendió a tejer con varios diputados opositores para convencerlos de patear para más adelante su sed de sangre.
Para el riojano no fueron gratis las últimas embestidas opositoras. Si bien no cobró al nivel de Victoria Villarruel -quien, desde que habilitó la sesión opositora en el Senado que sancionó el aumento a jubilados, no para de recibir munición cada vez más intensa por parte del mileísmo-, Menem no salió ileso de las últimas derrotas oficialistas. En Casa Rosada fluyen los pases de factura por la mala praxis legislativa, aunque quedaron relegados a un segundo lugar tras el cierre de listas bonaerenses (que dejó otra camada de pases de factura).
Menem sabe que, cada vez que abre la Cámara de Diputados, hay problemas. Y muchos de ellos lo terminan afectando directamente. No solo por su responsabilidad institucional como ariete de contención de la voracidad opositora, sino también por su vinculación personal con muchos de los escándalos que vienen salpicando al Gobierno. Uno es el caso $LIBRA, en el que la oposición está convencida que el riojano cumplió un rol estelar y espera a que la Justicia investigue.
Después, en paralelo, está el escándalo por la filtración de que el Banco Nación había preadjudicado con un contrato de casi $4.000 millones a Tech Security, una empresa vinculada a la familia Menem. Si bien los hermanos Menem leyeron la difusión del contrato como una operación con sello de Santiago Caputo, la oposición también está siguiendo con atención el caso. Y está evaluando cómo sacar tajada a la interna libertaria. Ya sea con Menem o con el propio Caputo, quien es protagonista de una novela de espías que el Congreso, a través de la Bicameral de Inteligencia, también está siguiendo con atención: la causa de las valijas sin control aduanero que salpica al ex espía Leonardo Scatturice.
En este escenario, el oficialismo necesita ganar tiempo. Y lo logra, muchas veces, a través del coqueteo con el grupo de gobernadores más afines que están deseosos de cerrar una alianza electoral con La Libertad Avanza en sus provincias. Es el caso de Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Alfredo Cornejo (Mendoza) y Leandro Zdero (Chaco): tres gobernadores que están a punto de firmar un acuerdo con Karina Milei para las elecciones nacionales.
A pesar de que, a veces, las negociaciones se asemejan a provocaciones. A Cornejo, por ejemplo, le admitieron que pusiera a un radical como primer candidato a diputado nacional, pero con una condición: ese candidato tenía que ser Luis Petri, el ministro de Defensa de Milei y quien le está disputando internamente a Cornejo el control de la provincia.
Si el Gobierno necesita ganar tiempo, la oposición, sabe, necesita hacer lo contrario: apurar los tiempos antes de que todos los indignados del último par de meses –que incluye desde gobernadores que se volvieron díscolos, como el cordobés Martín Llaryora, o los radicales “con peluca” que desplazaron de los cierres provinciales y aseguran que nunca más los llamaron– terminen abrazándose a las fuerzas del cielo. “Antes de que nos los den vuelta con un cordón cuneta”, grafican, con ironía, los armadores opositores de Diputados.
El bloque peronista que comanda Germán Martínez viene presionando para sesionar el 30 de julio con un temario que incluya la emergencia en el Hospital Garrahan, la actualización del presupuesto universitario y el rechazo a varios decretos delegados. Necesita, primero, asegurarse que esté el quórum: el escenario es complicado porque la mayoría de las provincias estarán todavía de vacaciones de invierno y es difícil, muchas veces, asegurarse de que todos los diputados se aseguren de viajar. Y, en la Cámara de Diputados, el quórum se suele definir por dos o tres diputados: no mucho más.
Puertas adentro, sin embargo, en el peronismo se quejan de que son los otros bloques –el radicalismo díscolo de Democracia Para Siempre y el pichettismo de Encuentro Federal– quienes no se definen a convocar. “Algunos creen que la cercanía a los cierres provinciales puede ayudar a que se aprueben los temas. Son más tiempistas”, masculla un diputado de Unión por la Patria.
En el pichettismo, sin embargo, también están haciendo números y se muestran confiados de poder sesionar la semana que viene. La duda, como siempre, está en el juego que harán los gobernadores: nadie confía nunca en los gobernadores. Sospechan, pese a todo, que estará el número para poder sesionar: cuentan con que la agenda de emergencia pediátrica en el Garrahan sea lo suficientemente sensible como para actuar como incentivo –o mecanismo de presión– para los que juegan a poner en duda su presencia hasta último momento. Es el caso de los cordobeses, pero también de algunos macristas y radicales.
El objetivo, en este caso, sería anticiparse al veto de Milei al aumento de las jubilaciones con dos nuevas leyes opositoras más. Una demostración de fuerza en la previa del veto, que se especula que saldrá los primeros días de agosto, para prepararse para la batalla final. Y allí es cuando utilizarán su última carta: los proyectos de los gobernadores.
El objetivo de la oposición es utilizar, como se hizo en el Senado, los proyectos de los gobernadores destinados a fondear sus provincias como una zanahoria para los proyectos sociales. Ya se lo advirtieron a los gobernadores que ya están pidiendo avanzar con sus iniciativas, pero no las otras: si quieren fondos para las provincias, tienen que acompañar los fondos para el Garrahan.
MC/MG
La interna libertaria dejó secuelas tras el cierre de listas en la provincia de Buenos Aires. Con Santiago Caputo corrido del armado electoral, Milei ensaya una mesa política reservada, sin épica pero con funciones claras: blindar la gestión y sostener la gobernabilidad en medio de la campaña.
Guerra contra el tiempo: la oposición prepara una mega sesión para el 30 antes de que comience la campaña electoral
Karina Milei: “Acá no se viene a especular, se viene a defender con uñas y dientes al Presidente”
El cierre de listas en la provincia de Buenos Aires no solo dejó definidos los nombres que competirán en las elecciones de septiembre. También oficializó, sin declaraciones, una reconfiguración interna en la cúpula del gobierno libertario. Con Karina Milei como dueña de la lapicera y ejecutora política del armado bonaerense, y con Santiago Caputo apartado de cualquier decisión electoral, Javier Milei habilitó en silencio un nuevo esquema de conducción: una mesa política reservada, sin sello institucional, en la que participan el propio Presidente, su hermana Karina, los Caputo —Luis y Santiago— y Guillermo Francos.
La mesa comenzó a funcionar la semana pasada, tras una etapa de congelamiento del espacio de coordinación que funcionaba hasta no hace mucho. El Presidente eligió reemplazarlo sin ruido, rearmando una instancia informal con nuevos equilibrios. De ese movimiento surge un dato clave: Francos, el jefe de Gabinete que hasta aquí había operado como gestor de gobernabilidad y articulador con el sistema político, habría sido incorporado como actor pleno en la toma de decisiones estratégicas. No por acumulación personal de poder, sino por necesidad sistémica: es el único que conserva interlocución con todos los sectores y cuya presencia no desata suspicacias.
El ingreso del ex Corporación América a la mesa fue leído, también, como un gesto directo de empoderamiento frente a la tensión irresuelta con el ala más dura del oficialismo. La decisión presidencial terminó apartando a la dupla riojana —Martín y Eduardo “Lule” Menem—, señalada por el sector dialoguista como responsable de haber deteriorado el vínculo con los gobernadores, tanto por las disputas legislativas como por las negociaciones cerradas de forma unilateral durante el armado electoral.
A diferencia de la otra instancia de deliberación que funcionó hasta hace poco, este nuevo círculo no tiene rutina ni visibilidad. Su función no es electoral ni orgánica: es un ámbito de toma de decisiones estratégicas con un objetivo claro en el corto plazo: evitar que las tensiones internas deriven en fracturas. En esa dinámica, Francos ocupa un lugar singular. No responde de forma lineal ni al “karinismo” ni al “caputismo”. No milita en la tropa digital ni intervino en el cierre de listas. Pero es, desde hace semanas, el único funcionario que puede sentarse a hablar con todos sin ser visto como una amenaza.
Luego de su primer encuentro, que se celebró en el despacho presidencial el martes de la semana pasada y pasó inadvertido incluso dentro de la propia Casa Rosada, se puso en marcha una ronda de llamados a gobernadores y legisladores aliados para reforzar la estrategia parlamentaria. El primer mandato del nuevo esquema fue claro: blindar el poder de veto presidencial. En uno de los salones de Balcarce 50, Francos y Caputo armaron sobre un pizarrón el conteo de “héroes” necesarios para evitar que la oposición voltee la decisión del Ejecutivo: 37 votos del PRO, seis radicales cercanos, tres del bloque de Oscar Zago y los 39 propios de la bancada libertaria. El objetivo inmediato es replicar la coalición legislativa que permitió rechazar los aumentos para universidades y jubilados el año pasado.
El concepto de “triángulo de hierro” para comprender el núcleo de poder libertario sigue vigente. Pero ya no representa una dinámica efectiva. En la práctica, funciona de forma desarticulada, con roles diferenciados y tensiones no resueltas. Karina comanda el partido, Caputo la gestión estratégica —tiene bajo su control áreas clave del Estado—, y el Presidente los mantiene a ambos bajo su órbita directa. Lo nuevo es la virtual inserción de Francos en ese esquema: sin buscar protagonismo, sin disputar liderazgo, pero con la legitimidad de quien representa gobernabilidad en un clima cada vez más centrífugo.
En ese sentido, el flamante apartamiento de los Menem de la nueva mesa política no les quita el traje de armadores electorales que se calzaron a lo largo y ancho del país, pero el nuevo rol que podría comenzar a tener el jefe de Gabinete sí representa un gesto de reposicionamiento. No tanto en favor de Francos, sino en favor de un equilibrio interno que permita seguir.
La tensión puertas adentro de La Libertad Avanza venía de arrastre. En los últimos meses, Caputo y los Menem habían consolidado visiones irreconciliables sobre cómo encarar la construcción partidaria. Mientras el asesor defendía una estrategia basada en figuras jóvenes, “puras” y asociadas a la identidad original del mileísmo, el tándem riojano apostaba por un armado más pragmático, territorial y con alianzas heterodoxas. La distancia se volvió tan evidente que el asesor decidió no compartir más espacios con ellos. Sabía que su participación podía agitar aún más el clima de tensión.
Lo cierto es que la derrota del sector caputista en el cierre de listas dejó secuelas. El legislador bonaerense Agustín Romo, el influencer Daniel Parisini (Gordo Dan) y otros referentes de Las Fuerzas del Cielo habían intentado negociar lugares con Pareja. Querían cuatro bancas. Apenas lograron una: la quinta posición para el secretario de Culto, Nahuel Sotelo, en la Tercera Sección. Desde entonces, se replegaron. En “La Misa”, el programa de streaming que conduce Parisini, el análisis post cierre fue literal: media hora de transmisión muda como forma de expresar malestar sin desafiar la línea.
En ese contexto, Karina Milei se encargó este miércoles de enviar un mensaje hacia adentro. Lo hizo desde su cuenta en X, con un texto sin nombres propios pero con una consigna inequívoca. “No llegamos hasta acá para adaptarnos ni para negociar con los restos del viejo sistema”, escribió en alusión a la disputa bonaerense. En apariencia, el blanco era el kirchnerismo. Pero en la interna libertaria el mensaje se leyó como un aviso a quienes cuestionaron el reparto de lugares o la conducción del armado electoral. “Quien cuestione a quienes llevan esa bandera no está criticando un armado; está cuestionando al Presidente mismo”, sentenció la secretaria general de la Presidencia.
En la Casa Rosada, la bajada de línea llegó en paralelo con el nuevo funcionamiento de la mesa chica. Si bien Milei no interfirió en el cierre de listas bonaerense —avalando en los hechos la conducción de su hermana y los Menem—, tampoco desplazó a Caputo de su rol estructural. Eligió contener en lugar de intervenir. Y delegó en Francos la tarea de sostener la arquitectura del poder mientras la campaña avanza.
Algunas señales recientes pueden ser leídas como gestos de acercamiento. Por ejemplo, en las últimas horas, se lo pudo ver a Tomás Vidal, socio de Santiago Caputo en la consultora Move Group, participando de una reunión con dirigentes bonaerenses alineados con Pareja. El encuentro, que tuvo lugar en las oficinas que “Lule” Menem ocupa en el primer piso de la Casa de Gobierno, habría servido para delinear los primeros pasos de cara a las elecciones provinciales del 31 de agosto en Corrientes y del 7 de septiembre en Buenos Aires.
Nadie puede asegurar cuánto durará este equilibrio. Pero en el gobierno ya nadie duda de que el esquema original mutó. El triángulo no está roto, pero ya no es suficiente. Y en su lugar, Milei empezó a ensayar una conducción menos simbólica y más operativa. Con nuevas reglas, nuevos silencios y una consigna que atraviesa a todos: el que cuestione, queda afuera. La nueva mesa no tiene épica ni mística, pero sí función: asegurar que el poder siga siendo vertical sin volverse inestable. Es, en la práctica, una ingeniería de emergencia para sostener la idea de orden en medio de la batalla electoral.
PL/MG